CARLOS ALBIACH | 19-01-2018
Una de las niñas bautizadas y acogidas en Casa Cuna. (FOTO: M.GUALLART)“Una obra al servicio de la vida”. Con este lema la Casa Cuna Santa Isabel, de las religiosas Siervas de la Pasión, lleva a cabo la tarea de atender a mujeres embarazadas o con niños menores de dos años y que no tienen recursos económicos o apoyo familiar o social. Fruto de esa tarea es el milagro de que las madres sigan adelante con sus embarazos y los niños tengan un lugar donde encontrar la ayuda adecuada en sus primeros meses.
Frutos como estos son los que se pudieron ver en el bautizo de tres niños, que bien habían sido acogidos por sus madres al nacer o bien durante el embarazo, que se celebró el pasado domingo 14 en la parroquia Santísimo Cristo de la Luz de Valencia. Nalia Esther, Naiara y Jordan recibieron el bautismo arropados por sus madres y por las Siervas de la Pasión, que además de ayudar a sus madres les acercan a Jesucristo y a la Iglesia. Una fiesta, por tanto, en la que como recordaba el párroco, Juan José Maset, “celebramos que son hijos de Dios y por eso han sido llamados por él por su nombre”.
Detrás de cada uno de los niños y de las madres hay una historia en la que la labor de la Casa Cuna ha sido fundamental. Es el caso Ingrid, natural de Cuba, que cuando se quedó embarazada se vio rodeada de problemas familiares y sin ningún tipo de apoyo. De ahí que acudiera la asociación REDMADRE, desde donde le llevaron a Casa Cuna. “Aquí me han dado todo el apoyo que he necesitado para poder llevar bien el embarazo y cuando nació mi hija me enseñaron a cuidarla y sobre todo me ayudaron a que pueda crecer bien”, cuenta. Para ella el bautizo es “muy importante”, porque además, como detalla, “quiero que crezca en un ambiente con mucho amor”.
En otra situación se encontró Tamara, quien a los 15 días de haber dado a luz a su hija, que ahora tiene cinco meses, se vio “totalmente sola”, tal y como recuerda. Desde los servicios sociales le derivaron a Casa Cuna, “donde desde el primer día me han dado una gran ayuda y con una infinita paciencia me han ayudado a atender a mi hija”, cuenta. Para ella lo más importante es que “me han enseñado a tratarle con delicadeza y paciencia porque yo soy muy impulsiva y nada paciente”.
Marjorie, de Honduras, también ha llevado al bautismo a su hijo Jordan, de tres años. Ella llegó a Casa Cuna desde el centro de atención a las mujeres cuando su hijo tenía tres meses. “Me han acercado a Dios y ha hecho que cambie como persona y sea más responsable”, destaca.
Mujeres agradecidas a la Casa Cuna, como las que después de haber estado allí mandan cartas y fotos de los niños, agradeciendo todo el apoyo, tal y como muestra su directora, sor Aurora Gallego.
La Casa Cuna Santa Isabel cuenta en la actualidad una residencia para 22 madres y sus hijos, un centro de día para mujeres embarazadas y a una nidoteca.