Eduardo Martínez | 14-06-2017
La catedral de Valencia se llenó completamente con las doscientas religiosas de Iesu Communio y los más de dos mil fieles que las acompañaron. (Fotos. Alberto Sáiz)
Por más que se las haya visto en fotos (aquella famosa de familia, por ejemplo, con toda la comunidad religiosa al completo en su monasterio de La Aguilera-Burgos), no deja de ser impactante estar junto a las doscientas monjas de vida contemplativa de Iesu Communio, tan jóvenes, tan sonrientes, tan concentradas cuando de recogerse se trata… Durante unas horas, Valencia fue testigo de todo ello el pasado día 10. Por la mañana, visitaron el monasterio de Godella (ver pág. 14) donde en los próximos meses cincuenta de ellas se instalarán, en lo que será su primera comunidad religiosa después de iniciar su andadura en aquella localidad burgalesa. Por la tarde, celebraron una misa de acción de gracias en la Catedral por su llegada a Valencia.
La Seo se llenó del azul de los hábitos de tela vaquera de este joven instituto religioso femenino de Derecho Pontificio, erigido en 2010. Una docena de bancos por cada lado de la nave central con aquellas muchachas cuyo semblante radiante y sereno es ya en sí todo un mensaje, un testimonio. Y también quedó envuelta la Catedral de los cantos propios de las Iesu Communio, que resonaron durante toda la celebración, creando una bellísima atmósfera monástica en el templo madre de la diócesis valentina.
El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, presidió la misa. Concelebraron el cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo emérito de Madrid; monseñor Francisco Gil Hellín, arzobispo emérito de Burgos; monseñor Esteban Escudero, obispo auxiliar de Valencia; y otros cerca de cincuenta sacerdotes. Tomaron parte también más de dos mil fieles, que llenaron completamente la seo valentina. No extraña la masiva afluencia si se tiene en cuenta, entre otras cosas, que 26 de las religiosas proceden precisamente de Valencia.
En su homilía, el cardenal Cañizares, que ha puesto todo su empeño en que Iesu Communio pudiera instalarse en Valencia, agradeció a la congregación haber elegido esta diócesis para establecer su primera fundación fuera de Burgos. “Es la primera vez que salís de Burgos, pero seguís estando en vuestra casa: esta diócesis os quiere, os recibe con los brazos abiertos y se enriquece mucho con vosotras”, afirmó. Lo argumentó explicando la importancia de la vida contemplativa para la Iglesia y para el mundo, ya que a través de ella “se refleja la presencia de Dios”. Tanto es así que aseguró que “no hay evangelización sin contemplación”, que “la Iglesia o es contemplativa o no será” y que las religiosas que desarrollan este tipo de vida prestan “uno de los mayores servicios que se pueden prestar a la sociedad de hoy, mostrar a Dios”, ya que “un mundo sin Dios, como en esta sociedad secularizada, se convierte en asfixiante para el propio hombre”.
El cardenal Cañizares subrayó también la tarea evangelizadora de Iesu Communio entre los jóvenes y pidió precisamente a los jóvenes que se acerquen al monasterio que el instituto religioso abrirá en Godella “sin miedo y sin prejuicios”, así como al resto de conventos de vida contemplativa que hay en la diócesis de Valencia. Asimismo, recordó a la comunidad religiosa de las Salesas, cuyo monasterio en Godella será el que habitará a partir de ahora parte de la comunidad de Iesu Communio. Las primeras se trasladaron a Madrid el pasado mes de marzo y el Arzobispado de Valencia lo ha cedido ahora a Iesu Communio.
Un atisvo del potencial evangelizador de estas congregaciones dedicadas principalmente a la oración pudo palparse también en uno de los cantos de la misa, en el momento de la comunión. Las jóvenes religiosas repetían melódicamente ‘el nombre que es sobre todo nombre’, que diría san Pablo: “Iesu, Iesu, Iesu…”, resonaba en todo el amplio espacio de la Catedral. Y al término de su oración cantada, la legión entera de consagradas se arrodilló ante la mirada conmovida de los fieles.
Al final de la ceremonia, la fundadora de Iesu Communio, la madre Verónica Berzosa, dirigió un mensaje a los presentes y luego entregó al cardenal Cañizares un ramo de doce rosas rojas para que lo hiciera llegar a la Virgen de los Desamparados “rindiendo mi vida –dijo– y la de mis hermanas a los pies de Jesucristo”. El canto del himno de la Coronación de la Virgen de los Desamparados, cantado también por las Iesu Communio, puso el colofón a una celebración que hizo muy difícil no volver la mirada a ese Jesús que da nombre a esta congregación y que con tanta fuerza es irrradiado por cada una de sus hijas.

La fundadora agradece al Card. Cañizares su ayuda y llama a los jóvenes a visitarlas

Al término de la eucaristía, la madre Veronica Berzosa, fundadora de Iesu Communio, se dirigió a todos los presentes para agradecer a la diócesis de Valencia y a su arzobispo
La Madre Verónica saluda al Cardenal Cañizraes. (Foto: A.Sáiz)
su acogida. “Me consta y emociona que nuestro cardenal don Antonio Cañizares pidió a nuestra Madre de los Desamparados la presencia de Iesu Communio en la diócesis de Valencia”, señaló. Además, “sé también de tantos que durante años os habéis arrodillado ante la Madre pidiendo por nosotras para que esta fundación se hiciera posible. Son vuestras manos juntas las que nos han traído hasta aquí”, añadió, visiblemente emocionada, al punto que su voz se quebró en dos ocasiones.
Sobre el que será el monasterio de Iesu Communio en Godella -el cual acababan de visitar hacía unas horas las 200 religiosas de la congregación-, la madre general destacó que sus puertas “estarán abiertas sobre todo a tantos jóvenes desorientados, en la primavera de su vida, por la falta de Cristo”.
En cuanto a los próximos pasos que seguirá la congregación antes de su entrada efectiva al monasterio, la fundadora explicó que están deseando “peregrinar en esta tierra”, pero que tienen aún trabajo por delante: “reconstruir el interior del monasterio y también preparar los lugares de acogida para todos los que deseéis compartir con nosotras la oración, el testimonio de la vida y de fe”. En cualquier caso, expresó su deseo de “estar lo más pronto posible entre vosotros y, aunque no disponemos de grandes recursos, confiamos a la providencia de Dios esta obra… Es fácil confiar cuando nunca nos ha faltado nada para el camino”.
También agradeció la labor de las Salesas en lo que ha sido hasta ahora su monasterio en Godella: “Ojalá sepamos tomar el relevo del fuego que nuestras hermanas Salesas mantuvieron durante tanto tiempo en esta tierra”.
Justo antes del mensaje de la madre Verónica, se dio lectura en la Catedral a una carta escrita para esa ocasión por el arzobispo de Burgos, monseñor Fidel Herráez, que no pudo acudir a la celebración. En la misiva, dirigida a las religiosas de Iesu Communio, expresa su convencimiento de que “sois un muy especial don para la vida de la Iglesia” y pide a Dios que “siga derramando abundantemente su amor y vida sobre todas y cada una de vosotras”, para que “continuéis siendo gozosa bendición para la gloria de Dios, precioso regalo para la Iglesia y, desde esta, don especialmente valioso para el bien de la sociedad”.
Descargue las palabras finales de la Madre Verónica y la homilía del Cardenal Cañizares:
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