A sus 23 años, el sacerdote Enrique Benavent no podía imaginar que sería el Pastor de la diócesis donde nació a la fe. Entre las fechas en que se hizo público su nombramiento, el 10 de octubre, hasta la toma de posesión el 10 de diciembre como Arzobispo de Valencia, en el ecuador de ambos hitos se cumple el 40 Aniversario de su ordenación sacerdotal, que recibió del Santo Padre San Juan Pablo II, en su visita a Valencia.

❐ AMPARO CASTELLANO | 03.11.22
Con 23 años el joven Enrique Benavent recibía su ordenación sacerdotal del Papa Juan Pablo II. “Es un momento que se recuerda siempre con gran emoción. Recuerdo muchos momentos de aquella ordenación en general, y en concreto, yo estaba situado en primera fila y en el centro del presbiterio, y recuerdo la primera vez que apareció la figura del Papa justamente enfrente de mí, lo tenía a solo 4 ó 5 metros, y aquello para mí ya fue un primer impacto, además de todo el ambiente de la celebración”, recuerda. También se acuerda de la homilía del Papa, que fue en torno a tres grandes temas: “cómo el sacerdote es llamado por el Señor, es ungido por el Señor y enviado por el Señor a predicar el Evangelio. Por tanto ‘Llamados, ungidos, enviados’, fue el mensaje de sus palabras”. “Aquella homilía es totalmente actual. Nos decía que éramos los primeros responsables del cuidado de nuestra vocación. Fue una celebración fantástica, con un ambiente de fiesta y de gozo en Valencia por la presencia del Papa Juan Pablo II, y es siempre un momento que hay que recordar y llevar a la oración justamente cuando se cumplen 40 años. No imaginaba yo aquel día que a los 40 años iba a ser arzobispo de la sede de Valencia, lo que te lleva a la conciencia de que el Señor te lleva por caminos que no imaginas, era una posibilidad que nunca me había pasado por la mente que un día sería el Arzobispo de la Iglesia diocesana en la que nací en la fe, en la que crecí en la vocación sacerdotal y a la que he servido como sacerdote y como obispo la mayor parte de mi vida”, apunta.

El arzobispo de Valencia ha señalado que ha vivido “sentimientos encontrados, de una parte un sentimiento de alegría, por ver que el Santo Padre ha tenido un gesto de confianza conmigo, de reencontrarme con una diócesis para mi muy querida y familiar -a pesar de ser tan grande- pero conozco prácticamente a todos los sacerdotes que se ordenaron antes de mi marcha a Tortosa, y en ese sentido un sentimiento de alegría de volver a la tierra, volver a las raíces es una gran satisfacción. Un sentimiento también de enorme responsabilidad porque cuando uno va donde no conoce la tiene, pero cuando vuelve a su diócesis de la que lo ha recibido todo… Yo me he formado en el Seminario de Valencia, he servido a la diócesis 22 años como sacerdote, 8 como obispo auxiliar, y todo lo que soy como sacerdote, todo lo he recibido de la diócesis. Así que mucha responsabilidad porque no creo que nunca pueda devolver a la diócesis de Valencia tanto como he recibido de ella. Intentaré hacerlo lo mejor posible, intentaré servir de la mejor manera posible y entregarme de la mejor manera posible, y como siempre he hecho, amarla”.

La Iglesia de Valencia tiene desafíos comunes a todas las diócesis de España, de anunciar el Evangelio de una manera nueva, “y eso pasa, como dice el papa Francisco, por un testimonio de que vivimos el Evangelio con alegría, con esperanza y que las dificultades del momento actual no nos deben llevar a perder esa alegría. Muchas veces en la Iglesia nos pesan mucho las dificultades y nos cuesta más ver los signos de esperanza, de vida cristiana, de santidad, que hay en la Iglesia. Pienso que el Papa muestra siempre el desafío de vivir el Evangelio con alegría. Después hay unos retos, también comunes, que provienen del ambiente cultural que está marcando la vida en nuestra sociedad que suponen también un desafío a la reflexión teológica para intentar presentar, de la mejor manera posible y comprensible, las razones de nuestra fe y las razones de nuestra esperanza. Así que recen todos por mí, como dice el papa Francisco, porque en estos momentos siento que lo necesito”.
Mons. Enrique Benavent, tomará posesión como Arzobispo de Valencia el próximo 10 de diciembre.

141 sacerdotes ordenados

El acto central de la visita del Papa a Valencia fue la ordenación de 141 sacerdotes de diferentes puntos de España. La misa se celebró en el paseo de la Alameda y en ella participaron miles de personas.

Uno de los sacerdotes que fueron ordenados por Juan Pablo II es Rafael Sala, actualmente párroco de San José de Ontinyent. “Fue algo muy emocionante. La ordenación es el día más importante para un sacerdote y encima ser ordenado por un Papa tan importante para la historia de la Iglesia y santo lo hace aún más entrañable”, asegura. Para Rafael la figura de Juan Pablo II fue muy importante para su vocación y su magisterio les acompañó en su etapa formativa: “Su testimonio fue clave”, añade. Tanto Rafael como sus familiares recuerdan con gran cariño ese día, en el que tuvieron que madrugar puesto que había que estar en la Alameda muy pronto. Tras la misa, acudieron en el ‘trenet’ hasta Moncada, donde era el encuentro con los sacerdotes.

También las palabras que les dirigió fueron muy importante para su ministerio sacerdotal y siempre que hace falta recurre a ellas: “Nos invitó a amar aún más a Cristo para que así pudiéramos ayudar a la gente a que le pudieran amar de la misma manera”.

José Limorti, otro de los sacerdotes ordenados, recuerda ese día “como muy importante para su vida”. “Fue una celebración muy significativa y visto ahora es verdad que lo hace aún más”, añade. Tanto él como sus compañeros lo recuerdan “con gran alegría”.