La misa fue celebrada sólo con la presencia del Cabildo. (FOTO: ALBERTO SÁIZ)

L.B. | 16.04.2020


Este año hemos vivido una Semana Santa muy especial. Ante la situación de confinamiento impuesta para evitar el contagio del Covid-19, los actos multitudinarios, como las procesiones, tuvieron que suspenderse, y las misas, vía crucis, meditaciones o charlas cuaresmales tuvieron que seguirse desde casa por televisión o internet.


En la catedral de Valencia, la Misa Crismal ya se celebró a puerta cerrada, sólo con la participación del Cabildo y sin la presencia de fieles. En este sentido, el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, señaló en su homilía que la Misa Crismal “es una manifestación privilegiada de la unidad de la Iglesia universal, presente en la Iglesia diocesana de Valencia, que aunque se halle dispersa y encerrada en sus casas, está aquí reunida. Allá donde estéis, es necesario volver a lo esencial, momento para descubrir la Iglesia en su interioridad y tomar conciencia de ella desde nuestra propia vocación y misión, desde el sitio donde nos encontramos”.


La Misa Crismal fue concelebrada en la Catedral por los obispos auxiliares de Valencia, Javier Salinas, Arturo Ros y Vicente Juan, así como por el arzobispo emérito de Zaragoza, monseñor Manuel Ureña, y el Cabildo Metropolitano.


El arzobispo de Valencia afirmó que “somos una Iglesia vinculada a los enfermos, a las familias, a las víctimas que está originando esta dolorosa y angustiosa pandemia, con todo mi corazón y cariño, no podemos tener miedo, Dios va con nosotros y nos guía por estos valles oscuros hacia las fuentes de aguas tranquilas. Hemos de darnos por completo a su misión”.
En este sentido el Arzobispo quiso trasladar palabras de agradecimiento a “todos los que dan su vida por los demás, y a los sacerdotes en su apoyo a los que sufren, llevando el consuelo y el auxilio que de Dios viene. Qué bien lo estáis haciendo queridos sacerdotes en estos momentos. No buscamos honores, somos humildemente los últimos y no escatimamos en trabajo, en servir a Dios y a los demás”.


El Cardenal señaló que “sin Dios, el hombre y el mundo no tienen futuro ni esperanza y, sin embargo, el contexto cultural ofrece otro camino muy diferente, un mundo que vive como si Dios no existiera y Occidente sigue en las vías de la secularización y laicismo. Por ello hemos de volver a Él, que todo lo hace renacer en una nueva vida. La alegría y la fuerza con Dios nos hace percibir con vigor la gran urgencia de convertirnos en mensajeros del Evangelio”.


Finalmente, recordó que “es preciso repetir la importancia de cuidar la oración diaria, que estos días estamos intensificando, y cuidar la liturgia, la meditación de la Palabra de Dios, la Adoración Eucarística, el sacramento de la Penitencia, los retiros espirituales, además de la Eucaristía y la Liturgia de las Horas cada día, el rezo del Santo Rosario, y la oración personal, la lectura y el estudio de la Palabra de Dios”.


En la Misa Crismal, el Arzobispo invitó a renovar las promesas sacerdotales y bendijo los óleos y el crisma que serán utilizados en la celebración del Bautismo, Confirmación, Ordenación Sacerdotal y Episcopal, Dedicación de las Iglesias y Unción de Enfermos.


La eucaristía pudo seguirse en directo por televisión e Internet.