El arzobispo de Valencia, Mons. Enrique Benavent, presidió la Gran Vigilia Diocesana. FOTO: V.GUTIÉRREZ

❐ M.J. CERVERA | 04.05.2023
El arzobispo de Valencia, monseñor Enrique Benavent, presidió la Gran Vigilia Diocesana, celebrada en la plaza de Toros en el marco del Centenario de la Coronación de la Virgen de los Desamparados, en la que aseguró que la Mare de Déu “nos cuida con amor, su presencia nos sostiene, nos anima y hace fecunda la labor evangelizadora de nuestra Iglesia” por lo que “no podemos imaginar cómo sería nuestra vida cristiana y la vida de nuestra diócesis sin Ella”.

Ante una plaza abarrotada y volcada con enorme devoción ante la presencia de la imagen peregrina de la Virgen de los Desamparados, monseñor Benavent quiso agradecer en primer lugar el trabajo e implicación de “todos los que habéis preparado con ilusión esta Vigilia diocesana, a todos los que habéis animado, participado y preparado este encuentro, iniciativa impulsada por el cardenal Antonio Cañizares”.

“María siempre ha estado presente en el camino de la Iglesia, desde sus mismos inicios, y también hoy nosotros sentimos su presencia y sabemos que Ella hace suyas las necesidades de cada uno de nosotros y de nuestra diócesis. Sabemos que su presencia a lo largo de la historia de nuestra Iglesia diocesana ha sido una gracia ”, aseguró el Arzobispo.
Por ello, “a tanta gracia recibida hemos de responder con agradecimiento. Que desde lo más profundo de cada uno de nosotros la primera palabra que le digamos al Señor esta tarde en nuestra oración sea gracias”.

Humildad, caridad, alegría y fidelidad
En su homilía que dirigió a modo de reflexión a todos los presentes en la Vigilia, el Arzobispo hizo referencia a los cuatro testimonios de laicos, de una religiosa y de un sacerdote “que nos han ido preparando el corazón para escuchar y acoger el testimonio más importante, el de la Santísima Virgen María” y señaló que “el fruto de la gracia de María es la humildad, la caridad, la alegría y la fidelidad”.

Así, “el fruto de la gracia en María es la humildad” porque “el hecho de haber sido elegida para ser la madre del Mesías no la lleva a sentirse superior a los demás ni le lleva a pensar que si Dios la ha elegido a Ella es porque se lo merece más. Ella no proclama sus grandezas sino las grandezas del Señor”.

Igualmente, “el fruto de la gracia en María es la caridad: no solo se alegra por lo que Dios ha hecho en Ella sino porque a través de su persona y del Hijo que lleva en sus entrañas Dios derrama su bendición sobre todos, sobre los hambrientos, los pobres, sobre todos los que se sienten desamparados y sobre toda la humanidad”.

También, “el fruto de la gracia en María es la alegría, una alegría en el Señor”, y, la fidelidad, porque “su camino de fe no fue fácil, como el de los testimonios que hemos escuchado”. A menudo “nos encontramos en la desesperanza pensando que las dificultades que tenemos para vivir la fe son mayores que las de los demás. María fue fiel no dejó de confiar en Dios, no dudó del sí que le había dicho a Dios”.

“El nostre cor, tocat per la gràcia de Déu”
A continuación, monseñor Benavent recordó en lengua valenciana cómo “en terres valencianes la fe por vos no mor i vostra imatge santa porte sempre en lo cor” para afirmar que “la presència de la Mare de Déu, la paraula que hem escoltat, els moments d’oració que hem viscut, han tocat el nostre cor, el cor de tots els que hui estem en aquesta plaça de bous”.
Y, en ese sentido, continuó su reflexión para destacar que “el que és important és que el nostre cor quede tocat per la gràcia de Déu. És el nostre amor a la Mare de Déu el que ens porta a estar atents i disponibles al Senyor, o vivim en la superficialitat? La Mare de Déu em porta a viure en l’obediència a Déu i al desig de servir als altres amb generositat o visc en la meua comoditat? La meua fe em porta a viure amb humilitat o em sent més i millor que els altres ? La fe em porta a alegrar-me pel bé dels altres o visc instal·lat en el meu egoisme? Estic alegre en el Senyor o soc dels que mai estem contents? Visc la meua vocació al matrimoni, a la vida consagrada, al sacerdoci per a servir als altres amb fidelitat?”.

Finalmente, el Arzobispo pidió “que l’amor a la Mare de Déu ens ajude a que la fe es mantinga sempre viva en la nostra diòcesi i que ens ajude a tots a créixer en la santedat i en la caritat”.