CARLOS ALBIACH | 7.10.2020

A lo largo de la archidiócesis de Valencia nos encontramos con casi 650 parroquias que buscan ser, en palabras de Benedicto XVI, “faros que irradian la luz de la fe”, o como explica el papa Francisco “la misma Iglesia que vive entre las casas de sus hijos y de sus hijas”. La estructura parroquial que hoy conocemos comenzó fundamentalmente tras la fundación del nuevo Reino Cristiano de Valencia, el 9 de octubre de 1238, fecha de la consagración de la Catedal dedicada a Santa María, tal y como estableció Jaime I. Es cierto que en el territorio valenciano las comunidades cristianas habían ido levantando sus templos e incluso algunos se mantuvieron durante la época musulmana como el monasterio de San Vicente de la Roqueta. No hay que olvidar que los testimonios más antiguas de comunidades cristianas se sitúan en torno al martirio de San Vicente mártir, en el siglo IV. Vicente Pons, canónigo archivero de la Catedral de Valencia, repasa la evolución de las parroquias valentinas desde la llegada de Jaime I.

LAS PRIMERAS PARROQUIAS

La parroquia San Esteban, una de las más antiguas de Valencia.

Entre los elementos que caracterizan el paisaje valenciano destacan sin duda desde la Edad Media las torres o campanarios junto a las iglesias, colocadas estratégicamente en la vertical de los caminos todavía hoy son referente visual. Pero detrás de cada uno de ellos hay una historia y una institución: la parroquia, la comunidad cristiana, el vínculo de unión entre el pasado, el presente y el futuro.
Las parroquias siempre han sido y siguen siendo vehículos de participación y aglutinamiento social. Por eso, a lo largo de los siglos, allá donde se constituía una comunidad humana, allí se edificaba también una iglesia, no solo como lugar de culto cristiano, sino como referente de comunidad. A lo largo de los casi 800 años de historia, la Comunidad Valenciana, ha ido adaptando el número de parroquias a la realidad y necesidades de sus habitantes. El archivo de la Catedral de Valencia conserva el listado de parroquias más antiguas de la diócesis de Valencia, un total de 119, erigidas con la conquista cristiana y creación del Reino de Valencia con Jaime I, entre las que se encuentran las doce de Valencia, la capital (San Martín, San Andrés, Santa Catalina, Santos Juanes, Santo Tomás, San Esteban, San Nicolás, Santa Cruz, El Salvador, San Lorenzo, San Bartolomé y San Valero). El rey Jaime se apoyó en estas primeras parroquias, dedicadas la mayoría de ellas a Santa María, su especial intercesora, a quien el rey había dedicado la catedral y el nuevo Reino, no solo como vehículo de evangelización y repoblación, sino también como elementos constitutivos de la configuración urbanística, referentes visuales, acústicos, fiscales y cauces de representatividad y caridad.

EL IMPULSO DE STO. TOMÁS DE VILLANUEVA Y S. JUAN DE RIBERA

Actual colegiata de Xàtiva.

A las primeras parroquias se fueron uniendo otras a lo largo del s. XIV, la mayoría creadas para facilitar la asistencia al culto de los fieles, ya que para llegar a las iglesias más cercanas había casi siempre una barrera física, entre ellas las de Manises, Tous, Burjassot o Teulada. El número de parroquias apenas había crecido en 1408, año en que contaba con unas 125 La décima de 1430 documenta 7 nuevas parroquias: Almussafes, Alberic, Teulada, Anna, etc. En 1461 la diócesis contaba con 10 parroquias más, entre ellas la Alqueria Blanca, en la Vall de Segó, Almàssera, Alginet, Olocau o Santa María del Mar. Todavía a finales del siglo XV se fundaron parroquias como la de Carcaixent, desmembrada de la de Ternils, lugar que quedó despoblado tras una riada del Xúquer y perdió la condición canónica de iglesia parroquial. Esta circunstancia se repitió en muchos otros lugares despoblados o sacudidos por inundaciones. También en el s. XV, primero Xàtiva y después Gandia, vieron erigirse sus iglesias mayores en colegiatas de Santa María, bajo los apoyos de los papas Benedicto XIII y Alejandro VI respectivamente.
Sin embargo, la etapa de mayor número de creación de nuevas parroquias hay que situarla en el siglo XVI, con los episcopados de Santo Tomás de Villanueva y especialmente San Juan de Ribera, con la erección de las llamadas parroquias de moriscos, nuevas iglesias en lugares de moriscos o cristianos nuevos en ámbitos rurales, sobre todo. En las principales ciudades como Valencia, Xàtiva o Alzira, se creó una nueva parroquia en el ámbito de las antiguas morerías. El número de parroquias se multiplicó. A diferencia de las medievales tendrán como referencia una religiosidad más cristológica que mariana, adoptaran como titulares la mayoría de las veces a los santos patronos de los linajes que ostentaron la señoría sobre el lugar y que con sus rentas dotaron cada una de las nuevas rectorías.

AMPLIACIÓN DE LOS TEMPLOS

La segunda mitad del s. XVII y los siglos XVIII y XIX más que etapas de creación de nuevas parroquias, serán momentos de construcción y ampliación de nuevos templos, siguiendo especialmente el estilo artístico barroco y neoclásico. Es el periodo de los trassagrarios, las capillas de la Comunión, las ermitas del Cristo o de la Virgen, pero también de perdida de algunas iglesias por catástrofes naturales o por despoblación, como ocurrió con la iglesia de San Juan Bautista de Alcocer, que tras una riada, su población pasó mayoritariamente a Alberic y la parroquialidad a Gavarda. Con Fabián y Fuero se hizo un nuevo estudio e intento de arreglo parroquial, que estará en la base de los futuros arciprestazgos. Tras la desamortización y el fin del Antiguo Regimen, especialmente con el concordato de 1951 también se vieron afectadas las parroquias, entre ellas Xàtiva y Gandia, que perdieron su condición de colegiatas, solo recuperada en 1909, año en que también será erigida en colegiata la parroquia de San Bartolomé de Valencia.
El arzobispo Sebastián Herrero y Espinosa de los Monteros hizo un arreglo parroquial en 1902, tanto de las parroquias de la diócesis, como de la capital y alredores. Este arreglo había sido proyectado ya por el cardenal y arzobispo de Valencia beato Sancha en 1897. Afecto a una nueva organización de los 25 arciprestazgos y dividió las parroquias en categorías: de término, en las que estaban las principales iglesias y todas las sedes de arciprestazgos (47), de ascenso (149) y de entrada (150), además de las ayudas de parroquia (86, fijo sus límites y otros aspectos administrativos. Un total de 346 parroquias.
Este arreglo permaneció inalterado hasta 1941-42, años en que acabada la guerra civil se hicieron algunos ajustes.

DE D. MARCELINO HASTA HOY

El nuevo templo de la parroquia de San Jerónimo fue dedicado en 2004.

Sin embargo, la otra etapa de creación de nuevas parroquias fue llevada a cabo por el arzobispo Marcelino Olaechea Loizaga (1946-1966). En la década de los 50 (1957) con un nuevo arreglo parroquial, se erigieron más de cincuenta nuevas parroquias, todas ellas en los principales núcleos urbanos, comenzando por la capital. Muchas de las parroquias de la ciudad de Valencia tienen su origen en este momento. La década coincidió con la reestructuración de la geografía de las diócesis valencianas aceptada por la santa Sede el 6 de junio de 1957, que hizo que a la archidiócesis de Valencia pasasen parroquias de las diócesis de Segorbe-Castellón: arciprestazgos de Chelva, Alpuente y Ademuz; de Cuenca: Utiel y Requena, y de Orihuela-Alicante: Ayora. A cambió pasaron de Valencia a Segorbe Gatova y las 22 pequeñas parroquias del arciprestazgo de Villahermosa del Rio; y a Orihuela los arciprestazgos de Callosa d’En Sarrià, Jijona y Villajoyosa, un total de 34 pueblos. Valencia mantuvo los arciprestazgos de Alcoy, Cocentaina, Pego y Denia, que en lo civil pertenecían a la provincia de Alicante.
En 1967 se introdujeron en la organización administrativa de la archidiócesis las vicarias episcopales, que han ido cambiando de límites y estructura, al igual que los arciprestazgos. Después del episcopado de D. Marcelino Olaechea, salvo algunas excepciones, hay que esperar al pontificado de D. Agustín Garcia-Gasco para encontrar una última etapa de nuevos templos, en algunos casos cambio de espacio desde bajos de edificios a edificaciones mejores, como las iglesias de San Jerónimo y de la Epifania en Valencia, o San Francisco en Cullera; otros serán en ambos sentidos, espacio e institución, nuevas parroquias. Paralelamente, desde la década de los setenta del s. XX algunas parroquias se unieron a otras, manteniendo o abandonando su espacio inicial, como ocurrió con San Pancracio que se unió a San Dionisio en el barrio de Torrefiel de Valencia.

El 9 de octubre, misa en la fiesta de la Dedicación de la Catedral y Te Deum

La Catedral de Valencia conmemorará el 9 de octubre con la dedicación y consagración de la Catedral a la Asunción de María tras la reconquista de Valencia, así como el día de la Comunitat Valenciana. Así, a las 10 h. acogerá el rezo de Laudes y la celebración de la misa presidida por el arzobispo de Valencia. Tras la eucaristía tendrá lugar el solemne Te Deum que contará con la presencia de la Senyera de lo Rat Penat. Para todos los acto se cumplirán estrictamente las medidas de seguridad debido a la pandemia y el aforo estará limitado. Para facilitar la participación de los fieles los actos se retransmitirarán por el canal de Youtube de la Catedral de Valencia.
Por otro lado, el 8 de octubre la Catedral acogerá el rezo de las I Vísperas a las 17 h.
Debido a la pandemia la Senyera de Lo Rat Penat ya estará en la Catedral al comenzar la celebración y no vendrá en procesión desde la sede de la entidad. Aún así, saldrá de la Capilla del Santo Cáliz para ser recibida tras la misa en la Puerta de los Hierros por el Cardenal y el cabildo para entrar de forma solemne a la Seo, mientras el resto de presentes permanecen en los bancos.
Una vez en el interior de la Seo dará comienzo el solemne Te Deum, que se interpreta cada 9 de octubre en conmemoración de la conversión al cristianismo del Reino de Valencia, en el mismo día del año 1238, tras la entrada de Jaime I en la ciudad, cuando fue dedicada y consagrada a la Asunción de María la Catedral.
Te Deum, que se traduce como ‘A ti Señor te alabamos’ y es uno de los más antiguos himnos de acción de gracias, que se entonaba ya en el s. VII al acabar el oficio de lecturas.