❐ B.N. | 25.11.2021
“Es la hora de vosotros los laicos, la hora de la esperanza que no defrauda, la hora de Dios, -Dios es la esperanza-, esperanza de vida, esperanza de eternidad, de salvación, esperanza en el Amor”. Con estas palabras el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, animaba a participar en el Congreso Diocesano de Laicos que este fin de semana se celebra en nuestra diócesis.

Un momento para reflexionar sobre el papel de los laicos a través de cuatro grandes áreas: catequesis, familia, educación y caridad y con el objetivo de abrir un camino de renovación del laicado en la Iglesia y en la sociedad.

Un gran impulso
“Los laicos están en primera línea de la vida de la Iglesia”. Ésta es una de las rotundas afirmaciones del papa Francisco en cuanto a la misión que los laicos deben ejercer en la Iglesia. “Necesitamos su testimonio sobre la verdad del Evangelio y su ejemplo al expresar su fe con la práctica de la solidaridad”, asegura el Santo Padre en algunos de sus mensajes.
En nuestra diócesis, y a través de la celebración de los distintos encuentros de laicos que se han llevado a cabo en estos últimos años, se ha mostrado el arrojo del laicado para cumplir su misión específica: la misión que han recibido en el Bautismo, poniendo su creatividad al servicio de los desafíos del mundo actual.
Ya en el Plan Pastoral Diocesano dado a conocer en 2016 se aseguraba que “una nueva evangelización no será posible sin los laicos” y atendiendo a que “ellos han de tener un protagonismo singular”, nuestra diócesis articula la misión de los laicos a través de la Delegación Diocesana de Laicos, que incluye la Casa del Laico, y también a través del Consejo Diocesano de Laicos y el Foro de Laicos.

OBJETIVO: ¿Qué pretendemos con este Congreso Diocesano de Laicos?

El objetivo de este Congreso Diocesano de Laicos es dar continuidad al Congreso de Laicos de 2020, abriendo un camino que ayude a acompañar y dinamizar el apostolado de los laicos en nuestra Diócesis de Valencia. El Congreso celebrado en Madrid, fue un punto de partida para incardinar, en nuestra Diócesis, aspectos relevantes y propios que se deben atender, reflexionar y, en definitiva, discernir. Desde aquel marco, verdaderamente ambicioso, queremos aterrizar en nuestra realidad. Para ello, disponemos de todo ese trabajo que el Sínodo nos ofrece y que está a punto de ver la luz y, por ello, en comunión con nuestros pastores, queremos ayudar a ser Luz.

FINALIDAD: ¿Para qué se celebra este Congreso Diocesano de Laicos?

La finalidad de este Congreso Diocesano de Laicos es “dar respuesta a una realidad social y eclesial que ha mutado y en la que tenemos que ser portadores de la presencia salvadora de Cristo”.

CÓMO: “Reflexionando en nuestras comunidades parroquiales, asociaciones y movimientos sobre qué procesos hay que modificar, cambiar, sustituir o iniciar hoy en nuestra Iglesia diocesana, para seguir renovando, a la luz del Espíritu, nuestra tarea evangelizadora”.

CLAVES:

“Sinodalidad y discernimiento, nos deben ayudar para trabajar en comunión, descubriendo la misión de los laicos en el mundo y en la Iglesia de hoy y, a la vez, discernir la presencia y la acción del Espíritu que siempre nos antecede.”

La sinodalidad y el discernimiento desean ser el espíritu o el estilo para dinamizar el apostolado seglar en los próximos años.

  • El discernimiento es una actitud interior que tiene su raíz en un acto de fe y que consiste en descubrir a nivel personal y comunitario el plan de Dios, su llamada a ser discípulos misioneros.
  • La sinodalidad, que significa “caminar juntos”, es un modo de ser y de trabajar en la Iglesia, que nos lleva a vivir una auténtica comunión y corresponsabilidad entre pastores, vida consagrada y laicos.

Como bien nos exhorta el papa Francisco, “Ser Iglesia es ser Pueblo de Dios…Esto implica ser el fermento de Dios en medio de la humanidad. …anunciar y llevar la salvación de Dios en este mundo nuestro…necesitado de tener respuestas que alienten, den esperanza, que den nuevo vigor en el camino. La Iglesia tiene que ser el lugar de la misericordia gratuita, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio”  (EG 114)