Nando Sahuquillo | 08-03-2012
Gracias a los economatos parroquiales repartidos a lo largo y ancho de la diócesis de Valencia, miles de familias, la inmensa mayoría de ellas golpeada por el drama del desempleo, pueden comer cada día. Aunque con alguna particularidad, su funcionamiento es sencillo. Los beneficiarios acuden a ellos normalmente una vez a la semana a hacer la compra. En estos almacenes de ‘bajo coste’, multitud de personas sin recursos adquieren alimentos no perecederos y productos básicos de higiene y limpieza a precios insólitos. En los últimos años se han multiplicado y los expertos de Cáritas consideran que son, hoy por hoy, la solución más adecuada a la urgencia por la falta de alimentos.

Economato de San Pascual Bailón. (Fotografía: Víctor Gutiérrez)


La crisis ha podido con casi todo, pero no con la caridad. Cuanto más duro es su golpe, más fuerte es la respuesta de quienes se ponen de parte del débil. La solidaridad desinterada y desprendida de una inmensa multitud anónima de personas, hace posible que miles de familias puedan comer gracias a los más de 30 economatos que funcionan en la archidiócesis de Valencia.
El número de estos almacenes de bajo coste va en aumento, así como el de beneficiarios (más de 5.000 familias). Son, además, el recurso solidario más adecuado ante la carestía de alimentos de muchas familias, ya que además de ofrecer ayudas materiales directas “promueven al mismo tiempo la responsabilidad de sus usuarios, dado que una parte de los productos los deben costear ellos mismos”, explica Aurora Aranda, coordinadora del Área de Animación Comunitaria de Cáritas Diocesana de Valencia. Además, este sistema “dignifica la ayuda que se les da”, ya que al menos pueden elegir el tipo de producto que se llevarán a casa.
En Benimaclet se reparten 1.000 litros de leche a la semana. En Gandia se atiende a más de 3.000 personas, el triple que hace dos años. En Chiva, muchas familias ya no pueden pagar ni la mitad de la compra. En el barrio valenciano de Exposición, en dos años, el dispensario ubicado en San Pascual Bailón ha multiplicado por cuatro el número de atenciones que presta, mientras que en Alberic la grave situación económica que atraviesan decenas de familias ha obligado a abrir uno nuevo. Las cifras, por su crudeza, no arrojan sombra alguna sobre la delicada situación de estos almacenes de bajo coste que ayudan a sobrevivir a familias enteras.
El número de usuarios se ha multiplicado hasta por cuatro
Es jueves. El economato instalado en los locales de la parroquia San Pascual Bailón de de Valencia bulle de actividad. Es día de compra. Las familias a las que presta servicio recogen su cesta.
Al acceder el beneficiario al local de la calle doctor Moliner, junto al pequeño patio que precede la entrada al templo, en una mesa que sirve de mostrador, uno de los voluntarios comprueba sus datos y su ficha de productos.
Cada persona que acude al economato tiene su propia ‘lista de la compra’, que va en función, principalmente, del número de beneficiarios, por ejemplo, los miembros de una familia. En esta lista figuran los alimentos y productos disponibles y la cantidad máxima que se puede comprar a lo largo de las cuatro o cinco semanas del mes. Por ejemplo, sabiendo una familia que mensualmente puede adquirir en el economato 12 litros de leche, se los puede distribuir tal y como necesite.
Con la lista preparada y calculado el importe de la compra, el beneficiario acude a un segundo mostrador en el que otro de los voluntarios “canta” la compra al almacén, una parte del local con las paredes literalmente forrada con estanterías metálicas hasta arriba de conservas, aceite, leche, pastas, papel higiénico y productos de limpieza.
Con el objetivo de mejorar el seguimiento de cada situación particular, Cáritas proporciona una completa ficha mensual de compras. En ella figura, además del número de beneficiario, el número total de personas a las que sirve esa compra. Las condiciones de compra de una familia de tres o cuatro miembros, lo más habitual, no son las mismas que las de una familia de 11 miembros. En el economato se adquireren alimentos no perecederos y se pueden comprar productos básicos de limpieza y de aseo personal como cepillo de dientes, gel y champú, lejía o detergente lavavajillas. Con este listado, los voluntarios controlan el consumo de las familias, puesto que de cada producto figura un limite mensual.
Este proceso se repite semanalmente cientos de veces. Cada vez más, desgraciadamente. En poco más de dos años, el economato ha multiplicado por cuatro el número de personas a las que presta servicio. En el último mes, según los datos a los que ha tenido acceso PARAULA, 274 familias hicieron la compra en este dispensario. O lo que es lo mismo, 746 personas comieron y se asearon gracias al trabajo que hace Cáritas en las cinco parroquias que, además de San Pascual Bailón, coordinan el economato: San Leandro Obispo, San Isidoro Obispo, San Juan de Ávila y San Alberto Magno.
Mucho más que alimentos
El próximo mes de junio, el economato de San Pascual Bailón cumplirá tres años y desde entonces el equipo de voluntarios -“encantados con el trabajo que desempeñan”- apenas ha variado. Natalia Esteve coordina desde Cáritas parroquial de San Pascual la gestión de este centro de apoyo y asegura que de momento, y a pesar de las múltiples peticiones de nuevos voluntarios, se mantiene el mismo grupo con el que arrancó este servicio, sabiendo que es un trabajo “que puede llegar a cansar”.
Cáritas trata de liberar a las familias de otras cargas que dificultan cuadrar las cuentas. Las prestaciones van más allá de los alimentos. Se facilita y asesora la gestión para lograr empleo. Llegado el momento, se presta colaboración económica para afrontar el pago de los libros de textos de los hijos o el vencimiento de, por ejemplo, un alquiler. En este sentido, está prevista la realización de talleres de cocina con los que “ayudar a las familias a sacar el máximo rendimiento posible” a los productos que semanalmente adquieren en el economato.
El milagro de la Mare de Déu
El perfil habitual de beneficiarios del economato es el de una pareja de entre 30 y 40 años con hijos. Suele ser habitual que en algunos casos se trate de parejas jóvenes a quienes el drama de la pérdida del empleo ha alcanzado por partida doble, lo que sume a la familia en una complicada situación y convierte en misión imposible atender los vencimientos de una hipoteca.
También han aumentado los casos de personas de más de 65 años que, de la noche a la mañana, se han visto en la urgente necesidad de acoger a hijos que han perdido el trabajo. La pensión, ya escasa para hacer frente a las necesidades individuales, es realmente inútil para costear este incremento de las necesidades.
Por su parte, al párroco de San Pascual Bailón, José Nácher, no le tiembla la voz para señalar a la “culpable”, con permiso de los voluntarios, de que cada semana el economato pueda abrir sus puertas. “Es un milagro de la Virgen de los Desamparados, que está mitigando el dolor de muchas familias”. La visita que la imagen peregrina de la patrona hizo en 2009 al arciprestazgo ‘Madre Sacramento’ supuso, en palabras de Nácher, “un tremendo impulso para la caridad de los feligreses”.
El «enorme interés» de los jóvenes
A lo largo y ancho de la diócesis, la realidad es prácticamente idéntica: los economatos aumentan el número de personas a las que atienden. En otra parte de la capital valenciana, en el barrio de Benimaclet, el economato interparroquial ha pasado de 100 familias atendidas cuando abrió en 2001, a más de 500 en la actualidad. “Repartimos más de 1.000 litros de leche a la semana”, apunta el párroco de la Asunción de Nuestra Señora, José Antonio Varela.
El economato parroquial de Chiva, abierto en febrero de 2010, ha doblado en dos años el número de beneficiarios y ha sido testigo de cómo las situaciones de pobreza se agudizan. “Cada vez son más las familias que no pueden aportar nada a cambio de su compra”, según ha explicado a PARAULA la directora de Cáritas de la vicaría 5, Luisa Bosch, quien destaca, por otra parte, el “enorme interés de los voluntarios, todos jóvenes” que permite seguir adelante con el proyecto.
Las cifras se disparan cuando se trata de grandes núcleos de población. El economato interparroquial de Gandia, según los últimos datos, atiende a 800 familias, lo que supone garantizar la alimentación de alrededor de 3.500 personas, el triple que hace dos años. El coordinador de economatos de la vicaría 8, Chema Puente, asegura que nunca hasta ahora, después de 11 años prestando servicio, se habían visto “tan apurados”, pero que gracias a la colaboración de los ciudadanos, “mucho más solidarios y desprendidos a pesar de la crisis”, pueden seguir prestando servicio.
Listado íntegro de los economatos de Cáritas, un huerto que provee a un economato y mucho más en la edición escrita de PARAULA