Un milagro eucarístico acaecido en junio del año 1348 marcó la vida de fe de la localidad valenciana de Alboraya. Prueba de esta piedad eucarística son las diversas asociaciones que, a través del tiempo, han surgido para perpetuar la memoria del milagro y la devoción al Santísimo Sacramento que hoy, 675 años después, sigue viva.

FOTO: A.SAIZ

❐ BELÉN NAVA| 2.06.2023

Cuenta la tradición oral que se ha ido transmitiendo de generación en generación y que ha llegado hasta nuestros días que, en un día de primavera, podría ser un 10 de junio de 1348, el cura párroco de Alboraya fue requerido para llevar el viático a Hassan-Ardá, un morisco converso de Almácera, que entonces era una alquería de Alboraya que dependía eclesiásticamente de la parroquia. El sacerdote cogió una arquilla con tres formas consagradas, montó en una mula y partió hacia Almácera.
Para poder llegar hasta la localidad colindante era necesario vadear el río. Sin embargo el Carraixet llegaba a la desembocadura tan crecido y con tanta violencia que cuando el sacerdote fue a cruzarlo, la corriente le derribó de la cabalgadura, yendo a parar al fondo la arquilla y las sagradas formas.

Tras volver a Alboraya y dar cuenta a sus feligreses de lo sucedido, empezaron todos a buscar la arqueta en el barranco. La encontraron, pero abierta y sin las formas en su interior. Los vecinos de Alboraya, en lugar de desanimarse, redoblaron sus esfuerzos.

Bordeando las orillas del Carraixet llegaron hasta su desembocadura en el mar, y allí vieron con asombro tres peces que, con las cabezas levantadas e inmóviles, mostraban en sus bocas las formas que estaban buscando.

Los vecinos avisaron al sacerdote, quien acudió de inmediato con un cáliz. Mientras los fieles permanecían postrados, el cura se acercó de rodillas hasta los peces que, aproximándose uno tras otro, fueron depositando las formas en el cáliz que portaba y que había donado a la parroquia doña Teresa Gil de Vidaurre, tercera esposa del rey Jaime I el conquistador.

Acompañado de sus feligreses, el sacerdote volvió al pueblo, consumió las formas en una solemne misa y dio cuenta del milagroso sucedido a D. Hugo de Fenollet, obispo de Valencia en aquel momento.

Solemne procesión eucarística
De aquel hecho ahora se cumplen 675 años y Alboraya ha querido celebrarlo con toda la solemnidad que dicha efemérides se merece. Así, el arzobispo de Valencia, monseñor Enrique Benavent, presidió en Alboraya, la solemne procesión eucarística y una solemne misa de acción de gracias por el 675 aniversario del ‘Miracle del Peixets’.

El Santísimo fue trasladado desde la Ermita a la Casa de la Cultura desde donde partió la procesión hasta la plaza de la Constitución, donde el Arzobispo presidió la solemne eucaristía en acción de gracias por este aniversario.
Por la mañana, se celebró la misa solemne en la Ermita del Miracle dels Peixets tras la que hubo exposición del Santísimo y turnos de vela.

Vigilia y triduo
Los actos programados con motivo del 675 aniversario del ‘Miracle del Peixets’ comenzaron en Alboraya el pasado 19 de mayo, con varias celebraciones y actividades culturales y festivas, que se han desarrollado a lo largo del mes.
Entre ellas, ha figurado la celebración de una vigilia extraordinaria de la Adoración Nocturna, un tríduo eucarístico, charlas y conciertos.

Alboraya recuerda este milagro el lunes posterior a Pentecostés. Tradicionalmente, los vecinos acuden a la ermita ‘dels Peixets’ donde, tras celebrarse la eucaristía solemne con participación del Ayuntamiento y de los clavarios, se disfruta de un día de fiesta y convivencia. El Ayuntamiento organiza juegos y paellas, y la ermita permanece abierta todo el día.