BELÉN NAVA | 04.12.2019

Mons. Arturo Ros, Ana Ruiz y Eladio Seco. (De izqda. a drcha.) (FOTO: V.GUTIÉRREZ)

Más de 200 personas, voluntarias y colaboradoras de Manos Unidas Valencia, y de las 79 delegaciones comarcales, participaron en la Asamblea General que recientemente celebró la ONG católica a las que se sumaron cinco nuevas en las localidades de Alfara del Patriarca, Aielo de Malferit, Alginet, Picanya y Terramelar-Paterna.

El reconocimiento a la labor del voluntariado fue el arranque del discurso de la presidenta delegada de Valencia, Ana Ruiz Ruiz, que añadió que “es un placer compartir esta jornada con vosotras bajo un clima de unidad, de ganas de trabajar y de entrega hacia nuestros hermanos necesitados”.
Por su parte, el obispo auxiliar de Valencia monseñor Artu­ro Ros, que presidió pre­viamente una misa en la parro­quia de San Martín de Valencia, recordó en la asamblea que “no debemos perder la humanidad”, porque “si perdemos la compasión, perdemos la esencia evangélica”. Así, se refirió también a que hoy en día “nos bombardean con información para que no seamos sensibles a los dramas que acontecen, a veces tan cercanos”.

Igualmente, monseñor Arturo Ros agradeció a los voluntarios su dedicación diaria para las personas necesitadas y explicó la necesidad de ser “testigos –alegres- y no decir que su situación no tiene remedio”.

Promover los derechos con hechos
La presidenta Ana Ruiz adelantó que, en el año 2020, Manos Unidas se centrará en ‘El Cuidado de la casa Común’. “No somos propietarios del Planeta. Es un don otorgado para disfrutarlo, pero con la obligación de respetarlo y cuidarlo para generaciones futuras”, explicó y aseguró que “en el ADN de Manos Unidas está, desde hace 60 años, erradicar el hambre en el mundo y luchar por el desarrollo integral de los más desfavorecidos, apoyando su acceso a la educación, a la sanidad, a un trabajo que les permita llevar una vida digna”.

La importancia del agua
El director del Instituto de Estudios Europeos de la Universidad Católica de Valencia, Rafael Ripoll participó en la asamblea con su conferencia ‘El agua como elemento estratégico de desarrollo mundial’. Así, profundizó en la importancia del agua en el desarrollo de los países dentro del marco del lema de Manos Unidas ‘El cuidado de la Casa Común’.

El profesor universitario expuso la dura realidad de la falta del agua asegurando que “cada día mueren 1.000 niños de has­ta 5 años por enfermedades dia­rreicas relacionadas con agua pota­­ble contaminada o sa­­neamientos deficientes, son ni­ños a los que ni siquiera ha­brá op­ción de educar”.

Igualmente, reconoció que “organizaciones como Manos Unidas contribuyen a mejorar la vida del ser humano. Como sociedad civil debemos sensibilizar a nuestros hijos y nietos con nuestro ejemplo, y explicarles que es tan importante apagar la luz como cerrar un grifo”, concluyó.

Balance económico
En cuanto al balance económico del pasado ejercicio, Ma­nos Unidas Valencia quiso agra­decer públicamente “a to­dos los socios, donantes y empresas que hacen posible que se desarrollen los proyectos, que en 2018 han sido casi 600, distribuidos entre África casi el 50%, y en Asia y América del Sur el otro 50%”, explicaron.

Manos Unidas emplea en administración y estructura solamente el 7,9% de sus ingresos, y basa su trabajo en el voluntariado, de hecho hay más de 5.000 voluntarios en toda España. En Valencia, el grupo de voluntarios ronda las cincuenta personas.

“Agradecemos a la sociedad valenciana su solidaridad también en mercadillos, rastrillos, bo­cadillos solidarios, carreras co­marcales, conciertos, teatros… en las delegaciones comar­cales, en parroquias, co­legios, universidades…”

60 años lleva Manos Unidas trabajando por los pobres, un tiempo en el que se han realizado más de 30.000 proyectos en cerca de 60 países.

Centro Baraka
Antes de finalizar la asamblea, María Londero explicó su experiencia de formación en el viaje que realizó a Nador (Marruecos). Esta actividad formativa de Manos Unidas tiene como objetivo mostrar a los voluntarios la realidad del hambre, la enfermedad, la violencia y la marginación, y que ellos den testimonio de esta realidad al resto de los compañeros y a la sociedad.
María Londero, voluntaria de Manos Unidas Valencia desde hace 10 años, visitó el Centro Baraka, que atiende a niños, jóvenes y mujeres (viudas, repudiadas…) que sobreviven en una zona marginal de Nador. Las mujeres reciben clases de formación de costura o repostería que les permite buscar un trabajo más digno y sacar adelante a sus hijos. Mientras tanto a los niños se les ofrece una comida y un bocadillo para la tarde, y se les dan clases de repaso. También tuvieron la oportunidad de conocer las clases de formación a jóvenes -electricidad, informática, costura…- que les facilitará salir de la pobreza y la marginación. Chicos y chicas comparten aulas en este centro en el que “al cruzar la puerta se respira un ambiente sano, cordial e incluso alegría”, relató Londero.