Monseñor Javier Salinas. Foto: Alberto Sáiz

C. ALBIACH | 02.06.2022
En la fiesta de Pentecostés del 2021 la diócesis de Valencia celebró la asamblea final del Sínodo diocesano, que el arzobispo de Valencia, el cardenal Antonio Cañizares, convocó en 2019. Meses después, en noviembre, se publicaron las constituciones sinodales, que recogen los temas tratados en el Sínodos y diferentes propuestas. Desde ese momento se abre un tiempo para que se vaya materializando en la vida de las parroquias. Para hablar sobre el presente y la recepción de este Sínodo el obispo auxiliar mons. Javier Salinas participó en la última conferencia sobre espiritualidad organizada por el Secretariado Diocesano de Espiritualidad.

“Sínodo es caminar juntos. Cristo ha constituido su Iglesia como pueblo de Dios y nos ha dado el Espíritu Santo. La Iglesia, ya desde antiguo, se reúne para ver lo que el Espíritu dice en cada momento, para saber por dónde tenemos que ir”, señaló el obispo auxiliar. En este sentido, explicó, la forma de decirnos lo que Dios quiere en cada momento es a través “de los miembros del pueblo de Dios, que caminan juntos”.

En ese caminar juntos, destacó Salinas, “todos los miembros junto a los pastores, que tienen la misión de conservar la fidelidad de la fe y representar sacramentalmente a Cristo, tienen que caminar para discernir cuál es el camino a emprender y ver qué esta pasado”. “El futuro de la Iglesia del siglo XXI pasa por escuchar a todos, o será sinodal o no será”, añadió.

En la historia reciente de la Iglesia en Valencia mons. Salinas recordó “el gran sínodo” convocado en 1987 por el entonces arzobispo de Valencia mons. Miguel Roca. Años después, el actual arzobispo, el cardenal Antonio Cañizares, “quiso concluir un proceso de varios años en el que se habían realizado algunas experiencias sinodales como la asamblea celebrada en 2016 con un Sínodo diocesano”, explicó. Esta iniciativa tendría unos objetivos claros: “impulsar la renovación pastoral, fomentar la experiencia de comunión y corresponsabilidad, fortalecer la fe y la vida eclesial de los fieles, así como iniciar una nueva etapa evangelizadora en la sociedad estando presente en los campos de la cultura y la educación”.

Se trata, detalló Salinas, “de ser una Iglesia evangelizada y evangelizadora, es decir, que primero hay que ponerse a la escucha del Evangelio, sin improvisar, y de ahí salir a anunciarlo a través del contacto cercano con los fieles”. Además, añadió, “vivimos en una nueva época y más tras la pandemia, pero la Iglesia sigue teniendo la necesidad de dar una respuesta a la sociedad de hoy”.

El Sínodo, que se celebró con las vicisitudes propias del tiempo de pandemia, concluyó tras diversas consultas a lo largo de la diócesis. En el texto definitivo, es decir, en las constituciones sinodales, “se hace un análisis de la situación y de la misión de la Iglesia, y después se dan algunas propuestas concretas”, explicó. Estas propuestas están divididas en diversos temas la acción misionera conjunta, la necesidad de un proyecto de iniciación cristiana, el poner la eucaristía en el centro de la vida eclesial, la importancia de la caridad o el papel de los distintos agentes (sacerdotes, vida consagrada, laicos). También temas de gran actualidad como el papel de la mujer en la Iglesia, la familia, los jóvenes o la presencia de la Iglesia en la cultura y la educación.

¿Y ahora qué? A esta pregunta mons. Salinas intentó dar respuesta. “Con paciencia tenemos que escuchar lo que se ha dicho y ver las maneras de ir materializando las propuestas, que son para aplicarlas en los próximos años”, explicó. Además, el obispo auxiliar apuntó que ya se están llevando a cabo algunas acciones como el proyecto de iniciación cristianas, unas orientaciones para cómo vivir el sacerdocio, además del impulso del laicado sobre todo tras el congreso de laicos celebrado en la diócesis el noviembre del año pasado.