Thimbo Samb, 27 años, senegalés.
EVA ALCAYDE | 29-04-2015
Cuando Thimbo se enteró de las muertes de inmigrantes en el Mediterráneo sintió dolor y mucha tristeza. Pero al mismo tiempo le invadió la culpabilidad. Se sintió culpable por haber conseguido lo que todos sueñan, llegar a Europa, esquivando la muerte. Y él lo consiguió al cuarto intento.
Thimbo Samb tiene ahora 27 años y es de Senegal, de un pequeño pueblo pesquero cerca de Dakar. Era todavía un niño cuando empezó a escuchar que la gente se iba a España en cayuco. Entonces pensó que estaban todos locos. Pero con 18 años la idea ya empezaba a seducirle.
En Senegal Thimbo y su familia tienen un negocio de pesca. Él era el capitán de un pequeño barco, con el que salen a pescar y venden lo que pueden. Viven al día.
“Mi madre nos llamó un día a dos de mis hermanos y a mi para explicarnos lo que estaba sucediendo y para preguntarnos si queríamos marcharnos a España. Mis hermanos no quisieron, pero yo le dije que si me apoyaba, me iba. Y ella me apoyó”, relata Thimbo.
Esquivando la muerte
Entre todos consiguieron reunir los cerca de mil euros que pedían los organizadores del viaje. En 2005 Thimbo emprendió su aventura, junto a 84 personas. Pero su primer intento fracasó y también el segundo y el tercero.
“Fallos en los motores, peleas por la comida, riesgo de volcar, mala mar… los capitanes de los cayucos decidieron dar la vuelta y volver las tres veces. El mar es muy duro. Nadie sabe lo que es estar ocho días de viaje sin comida, sin poder moverte y a punto de morir, mareados y hechos polvo”, dice Thimbo con gran tristeza al recordar sus tres intentos por llegar a España.
Pero el cuarto viaje fue diferente. Era 2006 y Thimbo tenía ya 19 años. Se fue sin decir nada en casa, para no hacer sufrir a su madre, que lloraba sin consuelo. El cayuco era más grande y más nuevo, aunque viajaban más. Esta vez eran 138 personas.
“Empezamos a tener problemas y nos quedamos sin comida, pero entre todos decidimos que el barco no volvía. O llegábamos a España o moríamos en el océano. Pero estábamos ya cansados de tanto intento”, recuerda Thimbo, que esta vez logró llegar a Tenerife.

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