Redacción/ACI | 28-02-2013
Al iniciar sus palabras, que fueron interrumpidas en distintos momentos por los aplausos y expresiones de afecto de los fieles presentes, el Papa recordó el día de su elección al pontificado, el 19 de abril de 2005, y cómo, al haber perdido su privacidad por ser el nuevo Pontífice, “pertenece siempre y totalmente a todos, a toda la Iglesia”.
Benedicto XVI precisó que “el ‘siempre’ es también un ‘para siempre’: no se puede volver más a lo privado. Mi decisión de renunciar al ejercicio activo del ministerio no revoca esto. No vuelvo a la vida privada, a una vida de viajes, encuentros, recibimientos, conferencias, etcétera. No abandono la cruz, sino que quedo de modo nuevo ante el Señor crucificado”.
Rezar por el cónclave
“Ya no llevo la potestad del oficio para el gobierno de la Iglesia, sino que en el servicio de la oración quedo, por así decirlo, en el recinto de San Pedro. San Benito, cuyo nombre llevo como Papa, será un gran ejemplo de esto”.
El Papa agradeció “a todos y a cada uno también por el respeto y la comprensión con la que han acogido esta decisión tan importante. Seguiré acompañando el camino de la Iglesia con la oración y la reflexión”.
El Santo Padre pidió también a los fieles: “recordadme ante Dios, y sobre todo rezad por los cardenales llamados a una tarea tan relevante, y por el nuevo Sucesor del Apóstol Pedro”.
En los últimos meses, “he sentido que mis fuerzas han disminuido y he pedido a Dios que me ilumine con su luz para hacerme tomar la decisión más justa no por mi bien, sino por el bien de la Iglesia”, añadió. Por ello, “he dado este paso en la plena conciencia de su gravedad e incluso de su novedad, pero con una profunda serenidad de ánimo. Amar a la Iglesia significa también tener el coraje de tomar decisiones difíciles, sufrientes, teniendo siempre primero el bien de la Iglesia y no el de uno mismo”.
“Momentos no fáciles”
Benedicto XVI recordó que cuando fue elegido Papa “las palabras que resonaron en mi corazón fueron: ‘¿Señor, qué cosa me pides?’ Es un peso grande el que me pones sobre la espalda, pero si Tú me lo pides, en tu palabra lanzaré las redes, seguro que Tú me guiarás”.
El Papa afirmó que “el Señor verdaderamente me ha guiado, ha estado cercano a mí, he podido percibir cotidianamente su presencia. Ha sido un trato de camino de la Iglesia que ha tenido momentos de alegría y de luz, pero también momentos no fáciles”.
Sin embargo, “siempre he sabido que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino que es suya [del Señor] y no la deja hundirse”, por lo que “hoy mi corazón está lleno de agradecimiento a Dios”.
Benedicto XVI aseguró que “nunca me he sentido solo en llevar la alegría y el peso del ministerio petrino”. A lo que anadió su agradecimiento a los cardenales, obispos, sacerdotes y todo el pueblo de Dios por su apoyo y colaboración.
El Papa también agradeció a todos los que en estos días le han escrito y señaló que estas muestras de afecto, de personas sencillas de todo el mundo también, permiten reconocer “qué cosa es la Iglesia: no es una organización ni una asociación de fines religiosos o humanitarios; sino un cuerpo vivo, una comunión de hermanos y hermanas en el Cuerpo de Jesucristo, que nos une a todos”.
Se llamará aún ‘Benedicto XVI’, será ‘Papa emérito’ y vestirá sotana blanca
Benedicto XVI será “Pontífice emérito” o “Papa emérito”, según ha informado el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Federico Lombardi.
Asimismo seguirá conservando el nombre de “Su Santidad, Benedicto XVI” y se vestirá con el hábito talar blanco sencillo, es decir sin la pequeña capa que le cubría los hombros.
El padre Lombardi ha explicado también que Benedicto XVI no utilizará más el ‘anillo del Pescador’, que será anulado, al igual que el sello de plomo del pontificado. Esa labor correrá a cargo del cardenal camarlengo, Tarsicio Bertone, y de sus ayudantes. Igualmente ha informado de que no utilizará más los zapatos rojos de pontífice.
La fecha del cónclave será fijada por el colegio cardenalicio
Antes de consumarse su renuncia, Benedicto XVI firmó una carta apostólica, en forma de motu proprio, sobre algunas modificaciones de las normas relativas a la elección del Papa.
En él ordena que desde el momento en que la Sede Apostólica quede vacante [el día 28, a las 20 h.], se esperen 15 días a los cardenales ausentes antes de iniciar el cónclave.
“Dejo la facultad al Colegio de Cardenales -añade- de anticipar el inicio del cónclave si consta de la presencia de todos los cardenales electores”, así como la facultad de postergarlo “si hay motivos graves” unos días más”. Pero tras un máximo de 20 días, todos los electores presentes “están obligados a proceder a la elección”.