Francesco, junto a su madre y su hermano, en el estadio de Mestalla. 

C.A. 29.09.2022

Francesco puede decir que viste en los terrenos de juego una de las camisetas más preciadas: la del Valencia C.F. No es la del primer equipo ni levanta a la afición en Mestalla pero ilusión y ganas no le falta. Tiene 15 años, tiene síndrome de Down y milita en las filas del Valencia C.F. Inclusivo, equipo gestionado por la Fundación VCF y destinado a facilitar la práctica del fútbol entre las personas con discapacidad intelectual. A él le apasionan los deportes, en el pasado practicó rugby y también comparte afición con su hermano Lucas, un año más pequeño que él, por el baloncesto. 

Cuando Paloma, su madre, se enteró que venía con síndrome de Down, fue “un golpe duro”, como ella misma cuenta. “No tenía a mi alrededor nadie  con esta enfermedad pero no dudé en tenerlo. Le pedí a Dios que me ayudase, que yo confiaba en Él, ya que yo no sabía nada”, añade. Poco a poco lo fue asimilando para que cuando naciese, detalla, “viese una sonrisa”. De hecho, cuando nació todo cambió: “aunque es verdad que hay momentos duros, la verdad que es un hijo fantástico y no tienes muchos más problemas que los que tienes con un hijo normal”, explica.

Una de las cosas que siempre ha llamado la atención a Paloma de su hijo Francesco, así como de las personas con síndrome de Down, “es que son plenamente felices”. “Ojalá otros padres tuvieran hijos tan felices, no conozco a ninguno con síndrome de Down que no sea feliz”, asevera. 

Francesco cursa 2º de la ESO en el colegio Jesús-María Fuensanta, donde puede socializarse con otros niños y donde lleva una adaptación curricular. Aunque el desarrollo de la expresión oral está muy retrasada “entiende todo a la perfección”, explica su madre. Además, es bastante autónomo y de hecho suele volver del colegio a casa solo en autobús sin ningún problema. Uno de sus grandes apoyos es su hermano Lucas. “Los hermanos de niños con discapacidad son unos verdaderos ángeles”, destaca Paloma. 

Para ellos también es importante la vivencia de la fe en el grupo ‘Fe y Luz’, en el que se reúnen con familias con hijos con diferentes discapacidades: “es un consuelo muy grande compartir los problemas y preocupaciones con otras familias, saber que rezan por ti y que tú también rezas por ellos”, comenta Paloma. A Francesco cuando acude a la celebración de la eucaristía le gusta ser el monaguillo y ahora se prepara junto a los jóvenes de su edad para la Confirmación en la parroquia Santo Domingo Savio. “La fe y el Señor nos ha ayudado mucho desde el principio”, reitera la madre.