❐ A. CASTELLANO | 30.03.2023
El arzobispo de Valencia, Mons. Enrique Benavent, señaló en la eucaristía de la Jornada por la Vida que “las autoridades públicas son las primeras que tienen el deber de proteger con más fuerza la vida humana más frágil y más indefensa. Desgraciadamente no es esa la dirección que estamos viviendo en estos momentos”.
El Arzobispo incidió en que “vivimos en una cultura marcada por unos comportamientos de quienes se dejan arrastrar por esos deseos egoístas, que muchas veces se elevan a categoría de derechos. Una cultura que se traduce en leyes, sentencias, en textos jurídicos y legales, que justifican estos comportamientos, olvidando que sólo la verdad es el camino que conduce a la auténtica justicia y al auténtico bien”, y añadió que “cuando una vida humana es más débil e indefensa, más debe ser cuidada y protegida. Cuando más vive en condiciones de fragilidad más debe ser apoyada, cuando es víctima de situaciones injustas y degradantes más debe ser amparada. El compromiso contra las enfermedades, contra el dolor y contra el sufrimiento, nunca justifica que para eliminarlos se pueda disponer de la vida de otro ser humano”.
Mons. Benavent emplazó a “no dejarnos invadir por esta cultura que va configurando la mentalidad actual”, y añadió que “el ser humano ha sido creado para la vida, en el corazón del hombre hay una repugnancia natural a la idea de una aniquilación total”. El Arzobispo indicó que “nuestro compromiso es no dejarnos vencer por la mentalidad que nos domina, que nos invade. No dejar de anunciar el Evangelio de la vida como la propuesta más humana y la que hoy más necesita nuestro mundo. Estamos viviendo en una cultura que no camina en la dirección correcta para construir un mundo más humano, porque la propuesta cristiana no deja de ser la propuesta más auténticamente humana y humanizadora”.
Nuestro compromiso: ayudar a quienes no encuentran salida
El arzobispo de Valencia apeló a “nuestro compromiso, que es ayudar también a quienes sufren y a veces no encuentran salida en su vida. Que se sientan amados, anunciarles el amor de Dios. Y esto hay que hacerlo evangélicamente, estando dispuestos a sufrir si es necesario por la verdad”.
“A menudo nuestros deseos egoístas llevan a comportamientos que no respetan al otro, que no respetan el valor de toda vida humana, que para nosotros los cristianos es tan absoluto que ningún motivo justifica que se pueda disponer de ella, ya que tiene su origen en Dios, ya que el mismo hijo Dios la hizo suya en el momento de la encarnación, ya que todos estamos llamados a la vida plena del Reino de Dios”, señaló.
El lema de la Jornada para la Vida de este año ‘Contigo por la vida para siempre’, señaló Mons. Benavent, “nos recuerda el compromiso que los cristianos estamos llamados a vivir en este momento. Este compromiso exige varias actitudes: no perder la esperanza, la confianza en Dios. A veces cuando vemos la dirección en la que vive nuestro mundo, tenemos el peligro de desanimarnos. Pero la esperanza significa confiar en Dios. Confiar en que Dios puede actuar, puede cambiar el corazón de las personas. Cuando humanamente parece que no hay razones para el optimismo, los cristianos no nos podemos dejar vencer por la desesperanza. Por eso nuestro primer compromiso es la oración. Es Dios quien puede cambiar el corazón del hombre, quien puede transformar nuestro corazón de piedra en un corazón de carne”.
Dispuestos a sufrir por la verdad
“Nos acercamos a la Semana Santa -recordó- y contemplamos a ese Cristo que venció la muerte enfrentándose a ella, asumiéndola en su propia carne. Con la muerte, la muerte fue vencida. Ese es el camino del testimonio muchas veces, afrontar las dificultades por el Evangelio. No hacer sufrir a los otros por la verdad, estar dispuestos a sufrir por la verdad, y si queremos que nuestro testimonio sea creíble, debemos llevar una vida digna de aquello que anunciamos, mostrar que vale la pena vivir así, mostrar en definitiva, que nosotros queremos vivir no con aquellas actitudes que nunca agradan a Dios, sino de manera que nuestra vida sea un canto de alabanza a Dios”.
El Arzobispo afirmó que “la Palabra en vísperas de la Semana Santa nos habla del triunfo de la vida sobre la muerte, es por tanto una palabra de esperanza para nuestro mundo. La muerte es el acontecimiento más dramático en la vida de todo ser humano. Ante el misterio de la muerte surgen las preguntas más profundas del sentido de la vida, sobre nuestro presente y nuestro futuro, sobre el misterio del sufrimiento humano, sobre lo que Dios quiere de cada uno de nosotros. Sobre si tiene sentido o no, creer y confiar en Dios”.
“La vida es algo que todos experimentamos como un regalo de Dios, y aunque a menudo podemos tener la experiencia de que en determinados momentos esta vida no es plena, en el fondo, todos anhelamos una plenitud que aquí no encontramos. Aunque no vivimos en esta vida esa plenitud, y aunque hay personas que en algún momento de su existencia pueden pensar que esta vida no es vida, todos percibimos que es un bien, porque esta vida terrena es como una anticipación de la vida plena a la que todos estamos llamados”, añadió. “Mientras caminamos en este mundo vivimos en una contradicción, el anhelo de una vida plena va a acompañado a menudo por los signos de muerte: sufrimientos unidos a la fragilidad de nuestra condición de criatura, y sufrimientos en otros casos, debidos a las injusticias que nos provocamos unos a otros”.
El arzobispo de Valencia concluyó que la vida, “porque es don de Dios, por haberla hecho suya el Hijo de Dios, y porque es una anticipación de la vida eterna, es un bien absoluto que nunca puede estar a disposición de los otros. Por eso los cristianos estamos llamados a comprometernos en la lucha contra todo lo que hace que esta vida terrena no sea signo de la vida eterna que todos esperamos”.
En la misa, celebrada en la Catedral, tuvo lugar la bendición de mujeres embarazadas, familias y matrimonios que celebran sus bodas de oro y plata. Todo ello en el marco de las actividades organizadas desde la Plataforma ‘Valencia, Sí a la Vida’ que coordina los actos de la Semana por la vida, en colaboración con el secretariado diocesano para la Defensa de la Vida del Arzobispado.