L.B. | 11.06.2020
Numerosos sacerdotes se congregaron el pasado jueves 4 en la catedral de Valencia para participar en al misa conmemorativa de la festividad de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote. Aunque la asistencia fue menor que otros años por la normativa sanitaria del actual estado de alarma por la pandemia, no por ello perdió alegría ni solemnidad. También como consecuencia de la pandemia, la celebración tuvo lugar en la Catedral y no en el Seminario Mayor, en Moncada, como en otras ocasiones.
Guardando las distancias para evitar posibles contagios, los sacerdotes ocuparon los lugares señalados en los bancos y allí mismo se revistieron con el alba y la estola para concelebrar la eucaristía que fue presidida por el arzobispo de Valencia, cardenal Antonio Cañizares.
Entre los sacerdotes se encontraban los que este año celebran los 25 y 50 años de su ordenación sacerdotal.
Al servicio del hombre
En su homilía, el arzobispo destacó que “nuestra vida sacerdotal consiste en que ayudemos a todos a volver a Dios, ésa es la gran regeneración y reconstrucción que pide nuestro mundo”.
Así, según manifestó el Cardenal “esa regeneración y reconstrucción traerá caminos de esperanza y gozo a la humanidad”, frente a tiempos difíciles como los vividos por la actual pandemia del coronavirus, y también por la secularización, “porque el mundo se ha olvidado de Dios”.
Ante estas dificultades “los sacerdotes no nos encogemos” sino que “cumplimos la voluntad de Dios, anunciamos el Evangelio, que es fuerza de salvación y de esperanza, y contiene todo el amor misericordioso del Señor, y estamos al servicio del hombre”, señaló.
Con gran sencillez y haciendo una reflexión personal, manifestó que “después de 50 años como sacerdote no sé hacer otra cosa más que servir. Servicio, no sabemos hacer otra cosa, y falta mucho para la meta de ser santos”.
También tuvo un recuerdo especial para los sacerdotes fallecidos a lo largo del año. Esta festividad “es la fiesta de los sacerdotes, que celebramos con gozo y acción de gracias, de manera especial por nuestros hermanos que nos han dejado este año para ir a la casa del Padre”, destacó.
Y animó a tener siempre presentes las palabras de Jesucristo, “venid a mí”, que “nos invitan a seguir un camino lleno de esperanza”. “También decimos hoy, “hágase tu voluntad”, y en el transcurso de mi vida sacerdotal he ido descubriendo toda la carga de estas palabras”, indicó el Arzobispo, que añadió que “también la Virgen María dijo “haced lo que Él os diga”, y lo que nos pide es que nos identifiquemos con Él y cumplamos su voluntad”.
En esta línea, el Cardenal manifestó que “estas palabras son las que me han guiado y me llevan a decir, una vez más, “aquí estoy para hacer tu voluntad”, porque debemos ser fieles, en esto está la base de nuestra espiritualidad sacerdotal, y le pido a Dios que cumplamos su voluntad, amar y entregarnos a los hombres haciendo nuestros sus sufrimientos y penas, alegrías y gozos de nuestros hermanos, los hombres”.
Finalmente, el Arzobispo recordó que “sólo desde un profundo conocimiento y experiencia viva de Jesucristo y un inmenso amor hacia Él estaremos en condiciones de afrontar el gran reto y servicio, para la Iglesia y para todos nosotros, supone una evangelización que se destaca en nuestro Sínodo diocesano”.
Religiosas
En la oración de los fieles se pidió especialmente por el Seminario Metropolitano, por las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa, por los sacerdotes fallecidos a lo largo del año, así como los enfermos de covid-19 y por quienes les cuidan.
La celebración concluyó con el canto de los Gozos a la Inmaculada y unas últimas palabras del Arzobispo felicitando a todos los presentes por la fiesta y animándoles con en valenciano: “Avant y amunt!”.
En la misa participaron también algunas de las religiosas que tienen como carisma el servicio a los sacerdotes, como las Siervas Guadalupanas de Cristo Sacerdote o las Auxiliares Parroquiales de Cristo Sacerdote.
15 sacerdotes -entre ellos el Arzobispo- celebran sus bodas de oro y 17 las de plata
Antes de la misa de la festividad de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, los sacerdotes que este año celebran los 50 y 25 años de su ordenación sacerdotal recibieron un pequeño homenaje en el que el arzobispo, cardenal Cañizares, entregó medallas conmemorativas a los que pudieron asistir.
Celebraron sus bodas de oro sacerdotales Rafael Albert, Juan Bautista Antolí, Ricardo Aviñó, José Miguel Burgui, Antonio Cañizares, Vicente Cervera, Francisco Claramunt, José Mª Colomer, José Domínguez, Vicente López Cerezo, José Martínez García, José Miquel, Antonio Mullor, Pedro Miguel Sanchis, Roberto Sebastián. En nombre del Arzobispo la recogió el obispo auxiliar Javier Salinas. Todos ellos recibieron el aplauso y las felicitaciones de sus compañeros.
Por su parte, celebraron las bodas de plata sacerdotales José Vicente Alberola, José Andrés Boix, Avelino Castells, Luis Miguel Castillo, Guillermo Ferris, Arturo Javier García, Jorge Albeiro García, Anthoni Kilandasamy, Juan Ramón Lozano, Salvador Martorell, Luis Joaquín Molina, Sebastián Molina, Salvador Pastor, Luis Hernando Ramírez, Sergio Pascual Requena, Pablo Tos, Carlos Miguel Vidal.
Un representante de cada uno de los grupos pronunció unas palabras en nombre de sus compañeros en las que coincidieron en recordar y agradecer a los rectores y formadores del seminario los consejos y la labor realizada con ellos.