EVA ALCAYDE | 26-04-2018
Virgilio, Jose y Dani ayudaron en el Vicariato Apostólico de Requena cuando eran todavía seminaristas. Navegaban durante horas para poder acceder a los poblados más pobres.
Hacen falta más misioneros. Es un clamor que no cesan de repetir tanto el papa Francisco, como nuestro arzobispo Antonio Cañizares, y el delegado de misiones en Valencia, Arturo García.
Hacen falta más misioneros, sobre todo el lugares tan remotos, inhóspitos y pobres como el Vicariato Apostólico de Requena, en Perú, recientemente incorporado a la diócesis de Valencia, por encargo del papa Francisco.
Allí el trabajo es duro porque las condiciones de vida también lo son. La pobreza es extrema y no hay de nada, ni siquiera carreteras o caminos por los que transitar de un poblado a otro.
Esto es algo que sabe bien Virgilio González, sacerdote valenciano y delegado diocesano de Juventud, que estuvo allí durante unos meses, cuando todavía era seminarista.
“Tienes que ir en canoa de un lugar a otro y puedes tardar días, las aldeas se inundan durante tres meses al año y si fallece alguien en ese tiempo, no lo pueden enterrar, porque no tiene suelo”, cuenta Virgilio para intentar retratar una pobreza casi inimaginable.
Pese a la dureza de la vida y la labor allí, el sacerdote recomienda “vivir la experiencia, porque aunque tu vas a evangelizar, vuelves evangelizado. Allí la relación con Dios es mucho más cercana”, asegura.
“Es cierto que en la diócesis de Valencia, hacen falta sacerdotes, pero allí hacen falta muchos más”, dice Virgilio y da un argumento demoledor “hay poblados en los que no se celebran una Eucaristía desde hace 6 o 7 años. Nos cuesta creerlo, pero hay sitios donde la comunión no está garantizada”.
Jornada de Valencia Misionera
Con el lema “Misión de todos. Actúa”, este domingo, día 29, se celebra la Jornada de Valencia Misionera. Es el día de los misioneros valencianos, y una oportunidad para tenerlos presentes, valorar la importancia de su trabajo y también colaborar económicamente con su labor.
Por ello, las colectas de este domingo de las parroquias de la diócesis se destinarán a los 300 misioneros valencianos -22 de ellos sacerdotes diocesanos- que ejercen su labor pastoral por el mundo, principalmente en Sudamérica.
El mismo domingo, las Carmelitas de la Antigua Observancia de Valencia acogerán, a las 19:00 horas, una oración por los misioneros y las vocaciones.
Testimonios en el Encuentro Misionero
La Campaña de Valencia Misionera se completa con un Encuentro Diocesano de Misiones que tendrá lugar este sábado, día 28, en el Seminario Mayor de Moncada.
Allí se darán cita los misioneros que se encuentran en estos momentos en Valencia, los que ya han regresado de misión, sacerdotes, religiosas, voluntarios y fieles sensibilizados con las misiones.
El encuentro diocesano contará con los testimonios de Ana Diana, que hablará de la Misión en el Vicariato de Requena, en el Amazonas peruano, la misionera Eugenia Lloris, que hablará de su experiencia en Brasil.
También se celebrará una mesa redonda, en la que intervendrán Paloma Navarro, farmacéutica con misioneras en Honduras, Román Mil, seminarista, que aportará su experiencia con misioneros diocesanos en Ecuador, y Juan López, de la Fundación Ad Gentes.
Tras el encuentro, habrá una celebración eucarística, presidida por el obispo auxiliar Javier Salinas.
Vicariatos en Perú
Este año la campaña de Valencia Misionera está centrada en la misión en los nuevos Vicariatos del Amazonas, que, desde el pasado mes de octubre, forman parte de la diócesis de Valencia.
En el vicariato de San José del Amazonas, los misioneros tienen que atender 16 puestos de misión, un hospital, 14 puestos de salud en el río Napo, 4 colegios, 2 internados y 2 centros de rehabilitación para personas con discapacidades físicas y psíquicas.
Por su parte en el vicariato de Requena, donde es obispo el valenciano Juan Oliver, los misioneros se encargan de 6 parroquias, 2 colegios, decenas de capillas y cientos de pequeños poblados dispersos a orillas de los ríos.
Como responsable de la delegación valenciana de Misiones, el sacerdote Arturo García es quien más contacto tiene con los misioneros valencianos repartidos por el mundo. Conoce bien su labor y sobre todo sus necesidades que son, por este orden, oraciones, nuevos misioneros y ayuda económica. Para Arturo García, quien se escapa a las misiones siempre que sus obligaciones se lo permiten, todos los sacerdotes deberían pasar por una experiencia misionera… antes de que esta riqueza de la Iglesia termine perdiéndose.
Arturo García, delegado diocesano de MisioneS.
– Este fin de semana se celebra la Jornada de Valencia Misionera, ¿cuál la idea principal que se quiere transmitir a la sociedad?
– Lo principal es que todo cristiano se sienta responsable de la Misión y también que nuestra diócesis de Valencia no puede ser cristiana si no es misionera. Esta idea se concreta en que es necesario que de nuestra diócesis salgan más misioneros, que todos debemos rezar por ellos y ayudar económicamente a los que responden, para que puedan evangelizar.– Este año se prestará atención especial a los Vicariatos del Amazonas de Requena y San José, que desde el pasado mes de octubre forman parte de la diócesis de Valencia, ¿es la zona de misión que más ayuda necesita?
– Por definición un vicariato apostólico es el que más necesita, y estos dos no son una excepción. Allí no tienen clero nativo, la evangelización es relativamente reciente, no ha llegado el Evangelio a todos sus habitantes y además, en este caso, están muy abandonados por las administraciones públicas, son muy pobres, no solo en atención religiosa, también en sanidad, educación, vivienda…
-Con esta campaña se pretende también fomentar el espíritu misionero entre los sacerdotes, ¿una experiencia misionera enriquecería al clero valenciano?
-Sin duda nos hace más auténticos. Nuestro clero es muy bueno, pero susceptible de mejorar somos todos, y que alguien deje su país y se vaya donde son más pobres, hace que el Evangelio brille más, porque no hay nada más. Además sería muy bueno para la evangelización de nuestra cultura, pues el Evangelio se pone en el centro. Y para las vocaciones, el joven está naturalmente inclinado a una gran entrega, radical y exigente.
– Actualmente hay una veintena de misioneros diocesanos repartidos en diferentes países ¿Cuáles son sus mayores necesidades o lo que más demandan?
-Lo que más piden es oraciones, es decir, tenerlos presentes y recibir la ayuda de Dios, pues su tarea es imposible humanamente, ya que tiene muchas dificultades, y están lejos de su gente y su cultura. También necesitan nuevos misioneros que reemplacen su labor. En algunos casos pueden pasarlo a un clero natural del lugar, pero en otros casos su trabajo peligra por la falta de continuidad, por no haber otro misionero joven que le reemplace. Por último, necesitan dinero para subsistir, para evangelizar y ayudar, pues están entre los más pobres.
-¿Porqué es tan importante para la Iglesia ayudar a los misioneros?
Nos jugamos la verdad, la autenticidad de nuestra fe, el Papa y nuestro Arzobispo nos recuerdan que la Iglesia ha sido instituida por Cristo para que lleve el Evangelio a todo el mundo, si no dedicamos personas, energías, y dinero para esa Misión, no somos lo que Dios quiere. La Misión es una fortaleza espiritual de primer grado para nuestra Iglesia.
-¿Está en peligro de extinción la labor de los misioneros en el mundo?
No, porque es cosa de Dios. Pero está en peligro que nos quedemos fuera del plan de Dios, que, sin duda, es la Misión y más en los lugares donde no va nadie. Está en peligro que perdamos una riqueza tradicional en nuestra Iglesia, como son nuestros misioneros. Por eso debemos aprovechar esta nueva oportunidad de ser misioneros en los Vicariatos Apostólicos, tan necesitados que es el Papa quien los promociona.