Belén Nava | 6-02-2014
De forma conjunta a la intervención de la imagen de la Virgen de los Desamparados, se están realizando labores de restauración en las pinturas murales del camarín de la Real Basílica que alberga la talla.
Uno de los mayores retos a los que se han enfrentado los restauradores de este camarín, de estilo neoclásico, ha sido la suciedad provocada por los humos y las grasas de los aceites de las velas, que antiguamente se usaban, y por la contaminación de partículas sólidas.
En la parte derecha del nicho que alberga a la Virgen se ha comprobado que, en torno a los años 40 y 50, se había realizado una restauración “no muy ortodoxa” que enmascaraba las pinturas originales posiblemente para recomponer los frescos dañados o bien por el incendio de 1936 o por algún tipo de filtración. Aunque el proceso para restaurar la policromía original ha sido muy laborioso, se ha conseguido recuperar los colores tal y como se aplicaron.
“Las cuatro pechinas de la bóveda también fueron repintadas en su momento aunque de una forma más respetuosa con el original”, indica Carmen Pérez directora de CulturArts IVC+R al frente de la restauración. “En estos momentos lo estamos eliminando completamente ayudados por el sistema operativo llamado rigatino (rayado de distintos tonos) para que no haya un falso histórico. Los oros estaban muy deteriorados y estamos procediendo a la reposición de zonas faltantes”.
Lo que más destaca de la restauración, y que a la gente le va a sorprender gratamente, son las pinturas de la cúpula, ya que eran prácticamente invisibles por la capa de suciedad que acumulaban. “Van a poder admirar una arquitectura muy rica, con mucha ornamentación floral que hasta ahora no se percibía debido al color marrón que la cubría”, concluye Carmen Pérez.