Eva Alcayde | 10-07-2013
Según Javier Palomares, director del secretariado de Pastoral Penitenciaria de la diócesis de Valencia, el número de indigentes en prisión ha ido aumentando al mismo tiempo que en la calle.
“Cuando una persona llega para cumplir condena en el Establecimiento Penitenciario de Valencia, en Picassent, entra muchas veces con la misma ropa con la que le detuvieron”, explica Palomares que asegura que en ocasiones “hay personas que llevan 4 ó 5 días con la misma ropa”.
Paquetes de ropa
Ante esta situación, Pastoral Penitenciaria ha establecido un sistema para vestir a los reclusos que los necesitan, en el que colaboran algunas parroquias como San Juan Bautista de Alzira, Nuestra Señora de la Asunción, de Carlet, San Cristóbal Mártir y la Milagrosa, de Picassent y Sant Pere, de Benifaió.
Tras una entrevista personal con el capellán, se comprueba que el interno realmente necesita la ropa, que tiene dificultades con la familia y que participa en actividades de la prisión, requisito indispensable para recibir la ayuda. Después, se ajustan las tallas y se verifica la situación del recluso. “Los funcionarios nos facilitan la información de su indigencia, si tiene o no visitas, cuándo ingresó, cuándo fue la última vez que le llevaron un paquete de ropa y quién fue”, explica el capellán.
Si pasa todos los filtros, el coordinador del área socio-caritativa de Pastoral Penitenciaria, Paco Arcís, envía la petición de ropa con un código -para preservar la intimidad del recluso- a las parroquias colaboradoras, que preparan el paquete.
Después el codigo se cambia por una etiqueta con el nombre del interno al que va dirigido el paquete, su número de identificación, el módulo dónde vive y el contenido del mismo, con el número de prendas.
Por último, Pastoral Penitenciaria entrega los paquetes en los diferentes departamentos de comunicaciones del Centro Penitenciario de Picassent y los mismos funcionarios de prisiones los hacen llegar en mano a los internos que solicitaron la ropa.