Eva Alcayde | 6-02-2014
– Manos Unidas acaba de presentar su campaña número 55, ¿en qué se va centrar este año?
– La campaña está centrada en el 8º ‘Objetivo de Desarrollo del Milenio”, que busca fomentar una asociación mundial para el desarrollo. Así como en los siete primeros el trabajo se realizaba en los países en vías de desarrollo, el octavo nos toca de cerca y va dirigido a los países desarrollados. Se trata de provocar una alianza comercial mundial para conseguir que tengamos un reparto más justo y que los países en vías de desarrollo puedan tener unas condiciones económicas que les ayuden a salir de la crisis permanente en la que se encuentran.
– Es un tema difícil de comprender para la sociedad…
– Sí, es un tema mucho más árido, más difícil, más complejo de entender y sobre todo más inquietante, porque nos toca a cada uno de nosotros. Desde Manos Unidas queremos transmitir que todos debemos reflexionar, mirar a nuestro interior y a nuestro alrededor y comprobar qué de cosas nos sobran y de cuantas podemos prescindir.
El 20% de la población mundial consume el 80% de la producción mundial y el otro 80% de la población se tiene que conformar con el 20% de la producción restante. Mientras esto no cambie, va a ser muy difícil que se pueda acabar con el hambre, con la pobreza, con la muerte de personas por no poder vivir en unas condiciones dignas. Todos podemos vivir con menos.
– ¿Como se van a trabajar estos objetivos?
– Desde luego con herramientas de sensibilización y de educación para el desarrollo. Nuestros proyectos los di­­rigimos a los países más pobres y abandonados y allí tienes que trabajar todos los objetivos al mismo tiempo. El octavo en estas poblaciones no tiene sentido. Allí hay que luchar contra la pobreza, contra el hambre, contra la mortalidad infantil, contra la mortalidad de las mujeres, fundamentalmente provocada por motivos relacionados con el embarazo y el parto.
La campaña 55 llega en un momento en que, gracias a la crisis mundial, muchas personas y muchos gobiernos se han planteado que así no podemos seguir. Tenemos un planeta -los católicos decimos que tenemos una creación que Dios nos ha regalado- que es para todos y que que lo estamos consumiendo y malgastando unos pocos. Eso no puede ser. A partir de ahora Naciones Unidas y todas las Ongs y asociaciones están trabajando en lo que se llaman los OBS, los Objetivos de Desarrollo Sostenibles.
– ¿En que consisten estos objetivos?
– En saber qué modelo de desarrollo queremos. Nos hemos dado cuenta de que no queremos crecer, crecer, crecer sin saber para qué crecemos y sin saber cómo se distribuye la riqueza que estamos creando. Ahora se está tendiendo a un desarrollo más sostenible, es decir, a conseguir distribuir la riqueza mejor y consumir menos, no agotar las fuentes de energía, ni el agua, procurar que no haya un acaparamiento de tierras, dar opciones de alimentación a las poblaciones, etc.
– ¿Será posible esto algún día?
– En Manos Unidas llevamos 55 años trabajando por esto. Cuando me preguntan cómo vamos a acabar con el hambre en el mundo, yo siempre digo que poco a poco. Primero dando a comer a unos poquitos, después a otros y luego a más. Este trabajo es una gota en el océano, pero es así como hay que hacerlo.
– Parece tan utópico poder acabar con el hambre del mundo…
– Precisamente ese es el objetivo de la campaña de este año. Que la gente se de cuenta de que cambiando cada uno de nosotros, se pueden cambiar las cosas. Tendemos a pensar que esto no va con nosotros. Vemos tan irrealizable el objetivo que pensamos que no podemos hacer nada, pero precisamente es al revés, somos cada uno de nosotros los que podemos hacer algo.
– Ese optimismo que transmite, ¿es fruto de ver los resultados del trabajo realizado?
– En Manos Unidas siempre hablamos desde la esperanza. Estamos convencidos que se puede conseguir. Además, es un cambio que se palpa. Cuando vamos a algún país donde se ha realizado algún proyecto de Manos Unidas, se nota el cambio, fundamentalmente en las mujeres y en los niños que hasta tienen otra mirada.
Cuando a una mujer la capacitas y le haces ver que tiene la misma dignidad y los mismos derechos que otra persona, conviertes a esta mujer, que no se atreve a levantar la mirada y que está escondida en un segundo plano, en otra persona que ahora es capaz de mirarte a los ojos. Eso se nota. Por eso, queremos transmitir que somos cada uno de nosotros los que podemos cambiar y comprobar que somos igual de felices o más que consumiendo de esa manera desaforada, que no lleva a ningún lado.
– ¿Cuantos voluntarios trabajan con Manos Unidas?
– Somos entre 4.500 y 5.000 voluntarios en toda España y unos 90.000 socios.
Los pilares de Manos Unidas son el voluntariado, la austeridad y la eficacia de los donativos que conseguimos. Por que gracias los voluntarios y a la austeridad, de cada euro que nos dan, podemos dedicar 90 céntimos a los proyectos de desarrollo y de educación para el desarrollo. Y solamente consumimos el 10 por ciento en mantener la infraestructura de la organización, que es muy grande.
– ¿Han notado algún descenso en los donativos por la crisis económica?
-Estamos apenados porque llevamos unos años en que están bajando los donativos. La sociedad española está tan preocupada por la crisis, que ha cambiado el destino y los objetivos de sus donativos y los deja aquí en España. Pero nosotros nos atrevemos a pedir que nos apretemos un poco más el cinturón, si es posible, y que se aumente ese donativo, para que los pobres de allí, que se mueren de hambre, también tengan el apoyo de la sociedad española, que es muy solidaria y muy generosa y Valencia entre ellas.
-¿Qué argumento daría a la sociedad para que, en la medida de lo posible, duplicarán ese donativo también para los países subdesarrollados?
– La infraestructura de nuestro Estado no permite determinadas situaciones. Es cierto que hay mucha gente que pasa necesidades y hay gente muy agobiada y muy angustiada. Pero tenemos a todo un país que les apoya, a través de organizaciones asistenciales de todo tipo. No hay ningún niño que no tenga sanidad o colegio, o que no pueda asistir a un centro social donde le den comida. Yo comprendo que ésta no es la situación ideal, pero en los países donde nosotros trabajamos los niños no tiene nada que comer, ni un hospital al que ir, o una escuela en la que aprender. Por eso, yo le animo a la gente a que no cambie su donativo, que, los que podemos, pensemos que no necesitamos tanto.
Otro argumento sería la búsqueda de la justicia. Hay dos papas, Juan XXIII y Juan Pablo II, que nos decían que la caridad no se puede alcanzar hasta que no esté cubierta la justicia. Mientras no tengamos un mundo justo, no podemos hablar de caridad, estamos hablando de alcanzar la justicia. Aunque, no se trata sólo de dar medios económicos, sino de darse uno mismo a los que nos necesitan a nuestro alrededor. Darte tu, también es una manera de ser feliz y de conseguir cambios en la sociedad.

De voluntaria a presidenta de Manos Unidas Soledad Suárez, madrileña de nacimiento, está casada, es madre de 4 hijos y tiene 6 nietos. Estudió en el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús, licenciándose en Farmacia en la Universidad Complutense, donde ha sido profesora de Fisiología Vegetal. Llegó como voluntaria a Manos Unidas en 2005 y en 2007 ya fue encargada responsable del Área de Educación para el Desarrollo. En 2009 fue elegida vicepresidenta y es presidenta de la organización desde 2012. De carácter optimista y alegre, desde sus inicios como voluntaria, siempre ha luchado porque otro mundo es posible y todos podemos hacer algo.