C.A. | 28-06-2018
“Ante el maravilloso espectáculo de la naturaleza, se experimenta fácilmente cuán benéfico es el silencio, un bien hoy cada vez más raro. Las numerosas oportunidades de relación y de información que ofrece la sociedad moderna amenazan a veces con quitar espacio al recogimiento, impidiendo a las personas reflexionar y orar. En realidad, sólo en el silencio el hombre logra escuchar en lo más profundo de la conciencia la voz de Dios. Y las vacaciones pueden ayudar a redescubrir y a cultivar esta indispensable dimensión interior”.
Estas palabras de San Juan Pablo II invitando a vivir unas vacaciones donde haya espacio para el silencio y el recogimiento se pueden vivir en las numerosas casas de espiritualidad que ofrece la diócesis, muchas de ellas enclavadas en plena naturaleza y por tanto idóneas para poder desconectar del ruido de la ciudad y de los dispositivos electrónicos. Lugares perfectos para la oración y la contemplación, pero también para el ocio y la diversión con actividades en la naturaleza. En muchas de estos lugares, además, también se puede acudir en grupo y familia y así poder pasar unos días tranquilos en convivencia.
Además, algunas casas de espiritualidad ofrecen ejercicios espirituales programados dirigidos tanto a laicos como a religiosos y sacerdotes.

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