A.MARTÍNEZ | 03-02-2017
Procesión de san Vicente Mártir. A.SAIZ
El tripartito que gobierna el Ayuntamiento de Valencia -compuesto por Compromís, PSPV y València en Comú- aprobó la semana pasada una moción, a propuesta de este último, en favor del laicismo institucional cuyo objetivo es “querer reducir la religión al ámbito de la vida privada”.
Quien así se expresa es Ricardo García García, vicerrector general de la Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir (UCV) y experto en libertad religiosa, que añade que la iniciativa “desconoce la evolución jurisprudencial” en dicha materia, ya que la limita, algo que “es contrario al dictado del Tribunal Constitucional y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos”.
Además, califica el contenido de la moción de “recurrente e ideológico”.
Relaciones de cooperación
De hecho, el primer punto de los doce que contiene la moción es confuso, se refiere a la “no confesionalidad del Estado” y cita el artículo 16.3 de la Constitución española sin atender a su literalidad cuando dice: “Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones”.
La propuesta, además de reclamar la laicidad para las festividades civiles y eliminar la “simbología religiosa” en los espacios de titularidad pública del Ayuntamiento, también incluye la petición de cobrar el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) a la Iglesia que no sean de culto y se pronuncia a favor de que “se modifiquen las Leyes y Acuerdos estatales”.
Ya en el propio pleno, los portavoces de los grupos del Partido Popular y Ciudadanos, que votaron en contra, acusaron a los promotores de la moción de “dividir a la sociedad”.
Igualmente, durante los días siguientes, numerosos representantes de la sociedad civil y del ámbito académico, así como personas a título particular han lamentado la aprobación de una moción que se refugia en una mera política de gestos que no tiene en cuenta la realidad, la historia y las tradiciones.
El vicerrector general también muestra su malestar porque se “vuelva a poner sobre la mesa una situación que ya está superada por la sociedad española”. García ha subrayado que “cualquier regulación moderna plantea una laicidad positiva” y advierte que la moción supone un laicismo que va en contra de “la Iglesia Católica y todas las entidades religiosas”.
A nadie se le escapan los problemas que puede plantear la propuesta en actos como el de la ofrenda a la Mare de Déu que tiene lugar durante las Fallas y se pregunta si se tendrán que retirar los símbolos religiosos en “un acto declarado bien de Interés Cultural Inmaterial por la UNESCO”.
Símbolos de convivencia
De igual forma, José Luis Sánchez, vicerrector de Evangelización, manifiesta que la moción “malinterpreta la laicidad en el sentido de un laicismo empobrecedor”.
Asimismo, el vicerrector añade que “los símbolos religiosos que han configurado la historia de nuestro pueblo no deberían verse como un obstáculo para los no creyentes, puesto que juntos buscamos la verdad y, desde siempre, los hemos vivido como símbolos de convivencia e integración con la historia y respeto mutuo”.
Precisamente, el vicerrector lamenta que declarar la laicidad institucional supone “despreciar el reconocimiento público, existente durante siglos, de nuestras raíces y nuestra cultura”. Así, añade que “es una visión excluyente y reduccionista del mundo, que ignora la cosmovisión de la que forma parte lo religioso. Desde lo laico, los poderes públicos pueden colaborar con la Iglesia Católica y las otras confesiones religiosas”.
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