Esta semana nos acercamos a esos grupos de personas que informan, escuchan y tienden su mano a las mujeres que piensan en abortar. Esas personas a las que el PSOE, a través de una proposición de ley quiere penalizarlos con cárcel y así impedir que los grupos provida puedan realizar su labor cerca de las clínicas abortistas. También queremos dar voz a aquellas mujeres que hubieran deseado tenerlos a su lado, que les hubieran informado y que, con su apoyo y oración, hubiesen impedido su acción: abortar.

B.N. | 17.06.2021
Para algunos son “rescatadores”, para otros “ángeles”, pero, ahora, pueden llegar a ser tachados de criminales con la proposición de ley presentada por el PSOE para que se dicten penas de cárcel, de entre 3 meses y un año, para estas personas que informan a las mujeres que acuden a las clínicas abortistas.

A veces, reparten folletos, otras oran frente a las clínicas sin interpelar, si quiera, a quienes acceden a ellas, y en otras ocasiones ofrecen a las mujeres un abanico de información sobre ayuda económica y laboral. Y otras, tan solo un rato de conversación. A todas ellas. Tanto a las que piensan en abortar como a las que ya lo han hecho.

Estos “rescatadores” o “ángeles”, tan sólo siguen las palabras del papa Francisco cuando asegura que es necesario que “busquemos más bien ser una Iglesia que encuentra caminos nuevos, capaz de salir de si misma yendo hacia el que no la frecuenta, hacia el que se marcho de ella, hacia el indiferente”.

“Necesitan saber que son queridas por Dios y que es Él quien les ha hecho ser madre y que son capaces, verdaderamente, de serlo”, aseguran desde Spei Mater, asociación enraizada en nuestra diócesis, con vocación y servicio, católica y provida y que lucha contra la cultura de la muerte con las armas de la fe.

Y es que las cifras no dejan de ser alarmantes, en el año 2019, 99.149 mujeres pusieron fin a un embarazo, según los últimos datos del Ministerio de Sanidad. Esto supone 3.232 abortos más que el año anterior y la cifra más alta desde 2013.

“Llevo 15 años orando ante los abortorios y ha sido una experiencia espiritual que ha marcado mi vida”

El primer contacto de Roger Viché, defensor de la vida y miembro de Spei Mater-Valencia con las veladas por la vida comenzó en el año 2005, cuando se habían cumplido 20 años “desde que se había aprobado la ley que despenalizó el aborto en España. Ningún gobierno, del signo que fuera, se había planteado seriamente revertir esta cruel injusticia transformada en ley civil”. Roger conoció la existencia de un grupo de personas que se reunían en una velada, un día al mes, ante el hospital La Fe.

“Durante una hora, con la intención de mostrar el rechazo a la crueldad del aborto, la muerte intencionada de un ser humano en el vientre de su madre. Aquello me pareció importante y necesario, así que tomé la determinación de participar en esta velada siempre que pudiera. Aquellas veladas tenían el carácter de una concentración cívica y aconfesional”. Más tarde se incluyó “una oración ante Dios unidos a la Virgen María, el Santo Rosario es el centro. También se cambió la ubicación a los alrededores de un abortorio de la ciudad de Valencia.

En la Cuaresma de 2011 arrancó la campaña de 40 Días por la Vida y un pequeño grupo organizó las primeras campañas en Valencia. Tras varios años de parón, en 2019 unos “jóvenes entusiastas” tomaban las riendas.

Roger asegura que estos 15 años orando ante los abortorios “ha sido una experiencia espiritual que ha marcado mi vida” y explica que, además de la oración, “en algunas ocasiones también he repartido folletos con oferta de ayuda a las mujeres que se acercaban a la puerta de los abortorios”.

Para que sus oraciones sean escuchadas, Roger cree firmemente que es necesario “ tener un corazón puro; la vida sacramental y el esfuerzo de santificación se hacen necesarios. Imploras al Espíritu Santo que te dé los sentimientos adecuados, que puedas ser un instrumento del amor más elevado, que te llene de misericordia por los bebés a los que se quita la vida muy cerca de ti, detrás de los muros que tienes delante. Que no te permita ser insensible a la violencia ejercida sobre ellos, a su sufrimiento y al de sus madres engañadas y empujadas a cometer algo tan perverso”.

“Dios -continúa- nos inspira la misericordia que nos hace implorar la conversión y la salvación de los que colaboran y son responsables de los abortos realizados en ese local ante el que rezamos. En ello no puede haber nada de egoísmo ni de malos sentimientos. Participo de una misión querida por Dios que merece cualquier incomodidad o esfuerzo. Y poder participar en ella es una gracia”.

“Cuando tocas en lo hondo de su corazón, donde anida la maternidad, todas quieren ser madres”

El matrimonio formado por Concha y Jesús Manuel podría ser calificado como esos ‘ángeles’ que Mónica, en otro de nuestros testimonios, tanto había echado en falta. Los dos han estado frente a clínicas abortistas y los dos han tenido la oportunidad de conversar con las mujeres que accedían a ellas para abortar.

“Cuando nos acercamos a estas mujeres, que están llenas de dudas, y les damos la enhorabuena, que es cuando tocas en lo hondo de su corazón, nos damos cuenta de que todas quieren ser madres”, afirma Concha. “Pero lo que ahoga este sentimientos son las presiones laborales, familiares, económicas…cuántos abortos se evitarían si pudiésemos darles otro tipo de ayuda para que no piensen que el aborto es la solución y el hijo es el problema”.

“Hay mucha ignorancia, incluso entre los propios católicos, sobre la “bondad” del aborto. Así fue en el caso de una mujer, casada y con tres hijos que le comentó lo que iba a hacer al responsable de Cáritas de su parroquia. Cuando hablamos con ella y le dijimos que Dios la amaba a ella y amaba a ese hijo le extrañó porque no tenía apoyo de nadie, ni siquiera de sus médicos. Ella, finalmente confió y ha visto que el Señor les ha dado lo que necesitaban”, explica Jesús Manuel.

“En una ocasión”, recuerda Concha, “frente a una de esas clínicas salió una mujer y le dijimos que Dios la amaba. Ella levantó la cabeza y aseguró que eso era imposible por lo que acababa de hacer. Pudimos hablar un rato con ella y ver que toda mujer que aborta sufre una herida profunda y que, realmente, su deseo es tener a ese hijo”.

A veces, estas palabras evitan que la madre aborte. “Recuerdo a una chica, con una vida sentimental difícil que ya era madre de tres hijos. Ella aseguraba que por abortar no iba a pasar nada”, relata Jesús Manuel. Sin embargo, las palabras de aliento y de saberse querida por Dios, tal y como aseguraban, la hizo recapacitar y que su embarazo siguiera su curso normal.

“Si no abortas vas a la calle” o “si no abortas te dejo” son algunas de las frases que más se repiten cuando Concha y Jesús Manuel preguntan a las mujeres el porqué de su decisión. “En ocasiones son los propios maridos o las parejas sentimentales los que presionan e incluso llevan a las mujeres a estas clínicas”.

A las puertas de una de estas clínicas, una mujer les increpó una vez al grito de “¡tenéis que respetar la voluntad de la mujer!”. Jesús Manuel, entonces le replicó “¿qué tipo de voluntad reclamas cuando tu jefe o tu marido te están forzando a hacer esto porque sino pierdes el trabajo o te abandona?”.

“Ojalá un ‘ángel’ hubiese salido a mi encuentro”

La historia de Mónica comenzó hace 24 años cuando “me vi abocada a llevar a cabo la peor decisión de mi vida: el aborto”.Con el paso del tiempo, Mónica reflexiona que “si una mujer no está preparada para ser madre, menos aún lo estará para enfrentarse a la muerte interna que se produce tras abortar, pues las consecuencias que se derivan de este hecho son tremendamente traumáticas y tienen secuelas de por vida”.

Ella pudo sanar gracias a la intervención del ‘Proyecto Raquel’ de Spei Mater. “Puedo hoy decir que mi vida vuelve a tener equilibrio y paz, pues cuando perdí a mi hijo en estas duras circunstancias, sin nadie que lo evitara o me ayudara, sufrí de estrés postraumático y, lo más difícil, la culpa anidó en mi corazón ya inerte. Porque cuando una mujer aborta, muere su hijo, pero ella también muere”.

Reconoce que las “facilidades” para abortar son muchas. “La sociedad me dijo: “Adelante”, hazlo, pues no pasa nada, te respetamos en tu decisión”. Sí, pero ¿y después? ¿me ayudó esa misma sociedad a calmar el dolor que gritaba en mi interior por desear que mi hijo fuera devuelto a la vida? Yo viví una completa ausencia de asistencia emocional, es más, dentro de la Clínica, una vez mi hijo murió, me dejaron retirada en una sala tratándome con desprecio, las mismas personas que minutos antes estaban encantadas de atenderme”.

“Ojalá un ‘ángel’ hubiese salido a mi encuentro y tener hoy a mi pequeño conmigo”, explica con dolor Mónica. Tras un proceso de conversión, Mónica conoció Spei Mater y ahora es “rescatadora” en el ‘Proyecto Ángel’ a través de su testimonio compartido en institutos y colegios, “para llevar la verdad a todos lo jóvenes y ser en definitiva ese ángel para otros… aquel ángel que yo nunca tuve”.

Tras su proceso de sanación, Mónica sigue dándole, hoy en día, “a Dios en primer lugar y Gloria a Él por cada persona que a través de mí pueda ser ayudada. Pero también a Spei Mater, Proyecto Raquel, Proyecto Ángel y Parroquias por la Vida, por la impagable labor humanitaria tan necesaria en tiempos en que impera la cultura de la muerte”.

«Mi hija ha traído a mi vida esperanza y paz»

La llamaremos María para preservar su anonimato. Sin embargo, ella, sí quiere compartir su experiencia. Es una de la mujeres a la que los ‘ángeles’ consiguieron salvar. “En mi caso, haber sido madre ha sido una experiencia indescriptible. Mi hija de casi 2 años, ha traído a mi vida esperanza y paz. El Señor me ha demostrado que se acuerda de cada uno de nosotros y que tiene un plan maravilloso que nos enseñará, que la fe es lo que realmente tenemos y que Dios nos ama como somos y nos recompensa en regalos como mi hija. La pequeña ha vuelto a unir una familia y me ha dado la oportunidad de conocer a personas maravillosas (‘Proyecto Ángel’) que han ayudado muchísimo a que ahora seamos una familia”, explica.