La hermana Esther Blázquez, con las encargadas del comedor. FOTO: V.GUTIÉRREZ

❐ L.B. | 07.07.2022
Un segundo hogar para las jóvenes que acuden a estudiar a Valencia. Eso es lo que las Religiosas de María Inmaculada quieren que sea su residencia femenina. “Para nosotras es esencial que las chicas se sientan cuidadas, desde la acogida, la cercanía y el cariño. Esto es parte de nuestra esencia como religiosas, que se plasma en trabajar con especial dedicación en la formación y promoción integral de la persona desde una concepción cristiana”, indica la hermana Esther Blázquez, directora del centro.

La Residencia de Estudiantes María Inmaculada (RMI) se encuentra en el centro de Valencia, en la calle Trinquete de Caballeros, en un edificio del siglo XVIII, que fue un palacio perteneciente a la familia Ferrer. Se encuentra muy cerca de la Catedral, del jardín del antiguo cauce del Turia, de los Viveros y de los principales centros universitarios, como la Universidad Católica de Valencia o la Universidad Europea de Valencia. Además, está muy bien comunicada, con numerosas líneas de autobús cercanas y el metro que permiten llegar muy fácilmente a otros centros universitarios más distantes.

Todas las habitaciones de la residencia son individuales, sencillas pero acogedoras y muy bien acondicionadas para el estudio. Cada una con su propio baño.

Las residentes tienen también a su disposición instalaciones preparadas para el estudio y espacios comunes para expansionarse y divertirse. Cuentan con un servicio de comidas caseras, lavandería y horarios flexibles.

La vida de las estudiantes se anima a lo largo de todo el curso con numerosas actividades organizadas por las religiosas en colaboración con las residentes. Las hay culturales, festivas y pastorales, así como de voluntariado.

Momento clave para las religiosas es la apertura de curso. “creemos que cuando una chica llega nueva una ciudad, a la universidad, a la RMI, necesita sentirse acogida, integrada, acompañada y guiada”, de ahí que las religiosas organicen una fiesta de apertura de curso que facilita la relación entre las residentes.

También se organizan diferentes campañas solidarias, como en Navidad, rifas a favor de Manos Unidas o de proyectos congregacionales. “Es bueno aprender a compartir, ayudar, ser generosas y solidarias”, indica la Hna. Esther.

Las religiosas no olvidan la vida de fe de las residentes. La comisión de Pastoral se encarga de programar distintas actividades como eucaristía, vivir los tiempos litúrgicos, adoración, oraciones compartidas….

Y, por supuesto, no pueden faltar las fiestas “signo de alegría, ilusión… momentos inolvidables. Así lo dicen las antiguas residentes, que año, tras año vuelven a recordarlas y a vivirlas a ‘su resi’”, añade la religiosa. Las estudiantes tienen su propia falla, celebran los cumpleaños, la fiesta de graduación, el día del chocolate o cualquier otro evento.

De este modo, se crean amistades que duran toda la vida entre chicas, no solo de localidades valencianas, sino de toda España y también del extranjero, pues son muchas las chicas italianas, francesas e, incluso, venezolanas que acuden aunque sea en estancias más cortas en prácticas erasmus.

María Pacheco, que ya lleva cuatro años en la residencia, reconoce que “estoy muy contenta con el trato de las hermanas. Son muy agradables y se preocupan por ti en todo momento. La azotea y el patio son mis sitios favoritos para despejarme. Además, tenemos muy buen ambiente entre todas las residentes por lo que siempre te sientes acompañada”.

Para Laura Cuesta, su estancia en la residencia, “aunque corta”, ha sido “maravillosa” porque “me han tratado como a una hija”. Además, reconoce que las instalaciones “están genial. Y la comida, riquísima. Te sientes como en casa”. Igualmente destaca la localización de la residencia “a dos minutos andando, hay de todo lo que puedas necesitar”.