❐ B.N. | 21.04.2022
Con una enorme alegría, espera Inmaculada Atienza Peñarrocha, honorable clavariesa 2020-22, la celebración este año de las fiestas vicentinas, puesto que “retomamos todas las actividades con especial ilusión, después de los años en los que la pandemia nos impidió tomar las calles”, asegura.
Y es que ni en el año 2020 ni en el 2021 se puso celebrar la fiesta de san Vicente Ferrer. “La parte festiva quedó a la espera mientras intensificábamos nuestros esfuerzos en las acciones de caridad y oración de intercesión, tanto desde nuestras casas como desde los templos, en la medida que las autoridades sanitarias lo permitían”, comenta. Y detalla que “ahora nos encontramos con un nuevo escenario en el que debemos mantener esta línea de evangelización y trabajo pura y libre de artificio, centrándonos en las acciones catequéticas, la adoración eucarística, el empuje a las obras de caridad implicadas y anónimas, la oración y el testimonio”.
Porque, tal y como explica Inmaculada, en estos próximos días, “los vicentinos abordamos la celebración de la parte más festiva. Una fiesta con un profundo sentido religioso, que ha mantenido intacto el objetivo de difundir y profesar nuestra fe. Durante todo el año se preparan estas semanas con mucho cariño y esfuerzo para exaltar y dar a conocer el legado de san Vicente, mediante la realización de diferentes acciones”.
Entre ellas, la Honorable Clavariesa destaca los altares repartidos por toda la ciudad, así como en muchos pueblos y comarcas de la Comunitat. De igual manera, “los famosos ‘Milacres de San Vicent’ constituyen una acción catequética de gran calado, tanto por el contenido sobre el mensaje de san Vicente como por las enseñanzas que se imparten, la oración y el cariño al santo, dejando una huella del amor de Dios en el corazón de los niños, abiertos al misterio y en los que el Espíritu Santo obra con tanta alegría y fuerza”, comenta. Esto, “debe ser un paso más en el desarrollo y crecimiento de nuestros niños en la iglesia, para que el regalo de la fe pueda encontrar buena tierra en sus almas”.
Una fiesta abierta a todos
Inmaculada destaca de la acción de las procesiones, “de gran fuerza y belleza” en las cuales “hacemos profesión de fe y acercamos nuestras imágenes a todos, para que puedan venerarlas, orar, o realizar una petición al santo, sintiendo esa cercanía, como el abrazo de la Madre Iglesia, el rostro de Cristo que sale a nuestro encuentro”.
Ante todo, la Honorable Clavariesa resalta del carácter abierto de una fiesta “integradora y accesible”. En su caso, y como máxima representante de la fiesta vicentina, asegura que la figura de la clavariesa es “un instrumento de evangelización” al difundir el mensaje de san Vicente, manteniendo su legado e intentando vivir de acuerdo con la Palabra.
Recuerda, además, que el legado del ‘Pare Vicent’ está vivo y latente. Se trata, de “una huella de entrega absoluta, renuncia y abandono presente en tantas personas especialmente las consagradas, sacerdotes y religiosas que nos otorgan su testimonio de trabajo y oración silente, humilde y entregada como hizo san Vicente, ejemplo de confianza y renuncia de lo personal y material en pos de la obediencia hacia el plan de Dios”.
De igual manera, la Honorable Clavariesa también destaca la acción de “nuestros consiliarios, elemento nuclear en una fiesta eminentemente religiosa que únicamente dentro de la actividad eclesial encuentra sentido y toma cuerpo”. Por ello “son tan importantes todas las acciones que promueven la integración de los altares como agrupaciones religiosas con las parroquias a las que están adscritos”, asegura y remarca que “la vida de todo el que quiera seguir a san Vicente no puede discurrir fuera del seno de la Iglesia, no crece fuera de la comunidad parroquial, donde la doctrina se revela y permanece fiel sin deformaciones ni religiones a medida, por ello la concurrencia entre los altares y las parroquias es tan fructífera”.