BELÉN NAVA | 22-03-2019
Ozo Ibeziako se considera una mujer afortunada. Nacida en Nigeria, pero afincada en Sudáfrica, su vocación por la medicina y la solidaridad nació de la educación que le dieron sus padres, un médico de familia y de una profesora. “Ellos me inculcaron el poder de la formación académica y la pasión por la medicina”, asegura.
Y estos son los pilares básicos sobre los que ha edificado su proyecto ‘Art of living’ (en castellano “El arte de vivir”), “para despertar el potencial de las jóvenes que viven en Alexandra, un antiguo ‘township’, un gueto negro de Johannesburgo (Sudáfrica), antaño ro­deado de alambradas para separarlo de las zonas residenciales para blancos. Tras el fin del ‘apartheid’, las vallas desaparecieron pero no así el aislamiento, la pobreza y la marginación. Su labor, al frente de este proyecto es lo que le ha hecho ser merecedora, este año, del Premio Harambee a la ‘Promoción e igualdad de la mujer africana’.

Ozo Ibeziako ante la Puerta de los Hierros de la Catedral de Valencia. (FOTO: V.GUTIÉRREZ)
– ¿Cómo nace su proyecto ‘Art of living’ y a quién va dirigido especialmente?
– Cuando llegué a Sudáftica conocí la situación del barrio de Alexandra. Está situado justo al lado de un barrio rico, de blancos, donde los negros no podían entrar durante la política del ‘apartheid’. La gente que vive allí había llegado de los pueblos, de un medio rural en el que se les arrebataban las tierras. Eran forzados a emigrar. Ellos, para trabajar en las minas de oro. Ellas, en el servicio doméstico. Allí viven miles de personas que no cuentan ni con servicios ni con infraestructuras.
Ofrecemos a las niñas educación porque esta es la herramienta más potente que existe para dignificar a la persona. Es la vía para salir de la marginalidad.Es cierto eso que se dice de que no hay que dar un pez, sino enseñar a pescar. La educación, la formación, es el mejor camino para escapar de la pobreza.
– ¿Por qué especialmente a las ni­ñas?
– Educar a una mujer es educar a toda la casa y por qué no a un país entero. Las mujeres, como madres que pueden ser, están en el centro de la educación de sus hijos. Y una mujer consciente de ello tiene un gran impacto en el futuro de sus hijos. El ‘apartheid’ provocó, entre otros, graves daños en las estructuras familiares de Sudáfrica. Al ser expulsadas de sus tierras, al llegar sin nada a las ciudades, al ser recluidas en barrios gueto, muchas familias fueron destrozadas. Hubo muchos padres que tuvieron que abandonar a sus hijos y los menores se criaron con sus abuelas. Las niñas pequeñas no veían cerca modelos, no tenían referentes de mujeres que hubieran escapado de ese círculo para lograr convertirse en lo que querían ser.
Por eso nuestro programa está dirigido a desarrollar las capacidades y todo el potencial de las mujeres sudafricanas. La educación puede marcar una diferencia en sus vidas y en las de todos los que la rodean. La mayoría de las chicas de Alexandra ni se plantean estudiar, abandonan muy pronto la escuela. Nosotros empezamos el proyecto con niñas a partir de nueve años, un momento preadolescente muy crítico en su desarrollo. Algunas de esas niñas no tenían nada, ni formación humana ni cultural, y ahora han completado sus estudios secundarios y ya están en la universidad o preparando su ingreso.
– ¿Qué futuro tiene una niña que no recibe educación?
– Un futuro muy limitado. Hay muchas madres solteras sin trabajo y dependen de los hombres para ganarse la vida, y los hombres se aprovechan. Queremos romper este ciclo de dependencia, que esas chicas se den cuenta de que no debe ser así, que tienen talentos, que han de descubrirlos y desarrollarlos y que si lo hacen pueden contribuir a la sociedad en que viven.
– ¿Qué actividades realizan en ‘Art of living’ con ellas?
– Todos los sábados, les ofrecemos un espacio de acompañamiento con refuerzo escolar, campamentos, trabajos en equipo, programas de voluntariado en asilos de ancianos. A lo largo de estos años hemos trabajado con cerca de quinientas jóvenes.

HISTORIAS CON CORAZÓN
Desde que Ozo puso en marcha ‘Art of living’ las ‘historias con corazón’ se han sucedido. Particularmente la de Lerato, “le robó el corazón”. “Creció con una madre que no existía, que nunca estaba, que se iba de casa y a saber cuándo iba a volver. Su madre era prostituta. Lerato tenía hermanos de otros padres y ningún referente en casa”. Sin embargo, Lerato sabía lo que no quería para su vida. Sabía que su madre no era el ejemplo que quería seguir. Por eso se empeñó en la educación. Por eso se acercó al proyecto ‘Art of living’ . Por eso intenta mejorar sus notas para conseguir la beca que hoy le niegan.“Es, sin duda, una de las historias que más me ha tocado. Porque es un ejemplo claro de la razón de nuestro proyecto”, cuenta Ozo. “Allí hay muchas chicas que ni siquiera aspiran a tener una vida mejor. Su existencia parece abocada a la prostitución, a la droga, al crimen. En el mejor de los casos, a no hacer nada. Y las que tienen aspiraciones, se encuentran con que tienen sueños que tal vez nunca puedan realizar. Y desde la ONG les invitamos a soñar, les ofrecemos ayuda para que sus objetivos se hagan posibles. Les damos herramientas para que empiecen a cambiar su modo de ver la vida”.
La médico nigeriana también recuerda a Rethabile, que creció con su abuela porque sus padres murieron los dos de sida. Y crecer en Sudáfrica con una abuela es extremadamente difícil, porque “significa que la única fuente de ingresos de ese hogar es la pensión de la abuela, una pensión que suele ser de 2.000 rands (alrededor de 130 euros)”. Esta niña quería un futuro distinto, “estaba determinada a estudiar. Con la ayuda de nuestro programa, estudió. Estudió con resultados magníficos, porque obtuvo cuatro distinciones de excelencia. Gracias a esas distinciones, logró becas públicas. Y ahora está estudiando Medicina en la más prestigiosa universidad de Su-dáfrica”.