CARLOS ALBIACH 29-06-2016
Los nuevos presbíteros junto a los diáconos y el arzobispo de Valencia. J.PEIRÓ
La diócesis de Valencia cuenta desde el pasado sábado 25 de junio con siete nuevos sacerdotes. Por este motivo la Catedral de Valencia presentaba la imagen de las grandes fiestas y ya desde media hora antes de comenzar la eucaristía en la que el arzobispo de Valencia, el cardenal Antonio Cañizares, les confirió la ordenación sacerdotal, no había hueco en los bancos de la Seo. Con el templo lleno daba comienzo la celebración con la procesión de entrada mientras el coro del Seminario entonaba en latín las estrofas del canto ‘Tu eres sacerdote eterno según el rito de Melquisedec’.
Los nuevos presbíteros son David Ramírez, de 32 años y natural de Benissa; Juan Herrera, de 26 años y nacido en Valencia; Alberto Martín, de 30 años y de Santander, aunque vinculado desde hace 7 años a la diócesis de Valencia; Joaquín Silvestre, de 32 años natural de Ontinyent; José Manuel Valero, de 29 años y nacido en Pego; Jesús García, de 65 años y de Valencia y Vicente Sarrió, de 60 años y nacido en Sollana.
La alegría ya era palpable entre los asistentes, entre los que se encontraban los familiares, amigos de los nuevos presbíteros, así como feligreses de sus parroquias de origen y de las que han realizado su pastoral en los últimos años.
Necesarios para los fieles
Durante la homilía el Cardenal indicó a los sacerdotes que son muy necesarios para el mundo de hoy: “Somos sacerdotes enteramente necesarios, no uno más, para la vida de los fieles y para su participación en la misión de la Iglesia. En este sentido, les invitó a  ser “hombres de Dios y testigos del Dios vivo sobre todo ante un mundo de increencia, paganizado, que vive prácticamente a espaldas de Dios, alejado de Él”.
El cardenal Cañizares, refiriéndose a los nuevos sacerdotes les indicó que “no sólo sois vosotros bendecidos en Cristo, sino toda la Iglesia que peregrina en Valencia porque es enriquecida con el don del sacerdocio ministerial por el que nos alcanzan tantos y tan fundamentales bienes de Dios”.
Por ello, resaltó, “sois elegidos y llamados para ser don de la Iglesia, regalo de Dios, obra de la gracia”. “Gratis lo hemos recibido para que gratis también lo demos, para que nos demos por completo en entera gratuidad”, añadió.
El arzobispo también les invitó a ser “don de Dios para los hombres”. Y para ellos les recordó que la misión del pastor con es la de “apacentar, cuidar guiar, alimentar, es decir, dar la vida por los demás”. El purpurado finalizó sus palabras resaltó la necesidad de que haya nuevas vocaciones al sacerdocio. En este sentido, señaló que antes de la celebración se había reunido con nueve jóvenes que estaban dispuestos a entrar al Seminario el curso próximo.
Ritos de la ordenación
Tras la homilía daban comienzo los ritos propios de la ordenación sacerdotal. Después de la promesa de obediencia al arzobispo y a sus sucesores, llegaba el rezo de las letanías de los santos, uno de los momentos más entrañables de la celebración, en la que los aún diáconos se postran en el suelo mientras la asamblea, de rodillas, pide la intercesión de los santos.
Tras esta oración el arzobispo les impuso las manos y realizó la oración consecratoria y tras él todos los más de cien sacerdotes concelebrantes hicieron lo mismo con los nuevos sacerdotes, que después fueron revestidos por varios presbíteros con la estola y la casulla propias del sacerdote. Una vez revestidos el arzobispo ungió con el Santo Crisma sus manos y les entregó el cáliz y la patena con la que consagrarán.  Este año, y con motivo del Año del Santo Cáliz en el Jubileo de la Misericordia, los nuevos presbíteros recibieron la réplica del Santo Cáliz que también fue utilizada en la eucaristía.
Los ritos propio de la ordenación finalizaron con el abrazo de la paz del Cardenal a los neosacerdotes, que concelebraron junto al Cardenal la eucaristía.
Con el purpurado concelebraron los rectores de los Seminarios Mayor y Menor, así como el Consejo Episcopal y el Cabildo de la Catedral. El obispo auxiliar de Valencia, Esteban Escudero, siguió la celebración desde casa, donde se recupera de una operación de menisco, gracias a la retransmisión en la web de la Catedral.
La celebración  finalizó con el canto del Himno de la Coronación de la Virgen de los Desamparados, que fue interrumpido con un atronador aplauso cuando  los nuevos sacerdotes se dirigían a la sacristía.  Después recibieron en el altar mayor la felicitación de sus familias.

Más información y fotografías, en la edición impresa de PARAULA