EVA ALCAYDE | 16.09.2021
Comenzábamos la semana, el lunes 13 de septiembre, con el precio medio de la electricidad en el mercado mayorista situado en 154,16 euros el megavatio/hora, es decir, con el precio más alto de la historia en España, superando incluso el récord que se había batido el viernes anterior, a 152,32 euros.

El precio de la luz este lunes era casi cuatro veces más que el mismo lunes de 2020, cuando se pagaba a 43,49 euros.
A la espera de que el Consejo de Ministros apruebe un nuevo paquete de medidas para amortiguar la subida del precio de la electricidad en el mercado mayorista, Cáritas Diocesana de Valencia ha mostrado su preocupación por esta situación.

“Nosotros consideramos que la energía es un derecho personal, un bien básico más, como lo es la vivienda o la alimentación, y por lo tanto tiene que ser protegido”, explica a PARAULA Aurora Aranda, secretaria general de Cáritas Diocesana de Valencia, que ha mostrado su intranquilidad por el futuro próximo, cuando el 31 de octubre finalicen las moratorias.

Durante el estado de alarma y durante toda la pandemia se han ido sucediendo moratorias en el pago de los suministros, es decir, los cortes de luz a familias vulnerables han estado prohibidos por las mencionadas moratorias, que se han ido prorrogando como una forma de escudo social.

“En Cáritas estamos totalmente preocupados por lo que sucederá cuando estas moratorias finalicen, por la acumulación de los recibos de la luz que pueden tener las familias más necesitadas”, explica Aurora Aranda, que lamenta que esta protección “se considera como algo excepcional, cuando debería ser algo permanente”.

A su juicio, la subida de las tarifas de la electricidad se ha convertido ahora en un tema de actualidad porque “nos afecta a todos” y somos más conscientes de lo que implica no poder pagar la luz, pero “las familias más vulnerables tienen esta dificultad siempre”.

“Y en la misma situación de vulnerabilidad se encuentran las familias que no pueden pagar los recibos de la energía que consumen, como aquellas que restringen el uso de los suministros ante la posibilidad de no poder pagarlos”, añade Aranda.
Cáritas Diocesana Valencia viene trabajando este tema ya desde hace unos años con las familias más vulnerables a las que atiende. La alimentación es la necesidad básica a la que más respuesta dan las Cáritas parroquiales, pero el segundo concepto más demandado es precisamente la solicitud de ayudas para la vivienda, tanto para los alquileres, como para el pago de suministros, como la luz, el agua o el gas. Así, según los datos de la última memoria de la entidad, durante 2020 Cáritas Diocesana de Valencia gastó en ayudas para alquiler o desahucios un total 402.517,93 €, mientras que las ayudas para el pago de suministros ascendieron a 210.977,35 €.

El trabajo que realiza Cáritas con las familias vulnerables es a largo plazo. Además de inculcar nuevos hábitos para intentar adaptarse a las nuevas franjas horarias y tratar así de ahorrar unos euros en los recibos, desde la entidad también se intenta ayudar a mejorar las condiciones de las viviendas de las personas con las que trabajan para que se sean más eficaces energéticamente.

“Si una vivienda está mal acondicionada, presenta deficiencias o insuficiente aislamiento térmico posiblemente gastará más de lo debido o si los electrodomésticos de un hogar son de mala calidad o antiguos, posiblemente el consumo será mayor y serán menos eficientes”, explica Aurora Aranda.