Dumitru, de origen rumano, ha estado más de 20 años viviendo en las calles de Valencia.

❐ E.A. | 18.11.21
La de Dumitru se puede decir que es una historia de confianza, trabajo, gratitud y también de éxito. Llegó desde Rumanía hace más de 20 años, con la promesa de un trabajo y un futuro que se esfumaron tan rápido como el poco dinero que traía. Después de tres meses y medio, quiso regresar a su país pero su visado de turista había caducado y no pudo volver. “Entramos en la Unión Europea pero no teníamos los mismos derechos”, lamenta el rumano.

Dumitru fue dando tumbos por la ciudad, vivió en una finca abandonada entre escombros junto a otros compatriotas, intentó regresar de nuevo a Rumanía, con dos bocadillos, 35 euros y un billete de tren que sólo le llevó a Perpiñan, en Francia. Tras dar más tumbos volvió como pudo a Valencia.

En 2017 contactó con Casa Caridad, que lo acogió en su albergue de Benicalap y le remitió a Cáritas Diocesana de Valencia. Y allí empezaron a trabajar con él, en el programa Mambré, un centro socio ocupacional que además de enseñarle a trabajar con las manos, le inculcó disciplina, organización, hábitos saludables, responsabilidad, confianza y sobre todo un futuro alcanzable.

“No pensaba que podría construir un futuro. Para mi Mambré el inicio para una nueva vida. Pero fue difícil, no lo voy a negar, porque al principio no me gustaba nada. Yo vivía en la calle y pensaba que en el programa estaba perdiendo mi libertad. Luego el psicólogo te pone a soñar, cogí el ritmo y me di cuenta que esto era lo me convenía”, explica Dumitru.

Aunque es melancólico con los recuerdos, Dumitru sabe ahora que la felicidad del “callejero”-como el llama a las personas sin hogar- no es real. Tras tres años en los talleres Mambré y en los pisos tutelados del proyecto, actualmnete tiene su propia casa y paga su alquiler su luz, su agua…“Aquí te educan y te preparan para conseguir una nueva vida. Construyen algo para ti. Yo me he olvidado de la vida de la calle, y cuando veo a otras personas en esta situación me doy cuenta de que eso no es libertad”, explica Dumitru, que vive en Tavernes de la Valldigna e invita a otros mendigos a tomar un café, “Yo no soy rico, pero me acerco a ellos y les hablo, se cómo se sienten y si puedo les invito a un café”, afirma.

Dumitru reconoce que se sintió muy arropado en Mambré por Rosario, Ana, Carolina, Isa, con quienes sigue en contacto “porque les tengo cariño y se portaron muy bien conmigo”.

Ha cambiado tanto su vida, que ahora se ha ofrecido como voluntario en la Cáritas parroquial de Tavernes de la Valldigna.

Los martes se dedica a recoger alimentos entre los supermercados y comercios que los donan y los miércoles ayuda a repartir estos productos entre las personas necesitadas, acogidas en la Cáritas parroquial. “Llevo ya un año de voluntario y se ha pasado muy pronto. Me siento muy bien siendo voluntario, de maravilla, muy satisfecho de poder ayudar a los demás”, asegura y enseguida muestra también su enorme agradecimiento.

“Estoy muy agradecido, de verdad, porque Cáritas confió en mi, y aunque me costó muho trabajo, me indicaron el camino y lo he conseguido”, dice orgulloso.