BELÉN NAVA | 01.07.2021
“Visibilizar la falta de recursos puede evidenciar diferencias entre los alumnos. Esta desigualdad provoca en los estudiantes desmotivación y comportamientos de rebeldía que termina en abandono de los estudios”. Con esta máxima el colegio diocesano María de los Ángeles Suárez de Calderón del Grao de Gandía se propuso encontrar soluciones ante las desigualdades y conseguir que todos sus alumnos estuvieran en igualdad de condiciones.

¿Cómo? A través de ‘El Pupitre Amarillo’, una asociación compuesta por la mayoría de los profesores y trabajadores del centro, 45 en total, que colaboran con 2 euros al mes para ayudar a los alumnos/as que están en riesgo de abandonar el sistema educativo por falta de recursos para acceder al material, uniforme y comedor.

“El perfil de las personas beneficiadas son niños/as provenientes de familias muy desestructuradas, de familias donde apenas hay ingresos, familias con bajos ingresos y con 2 o más hijos. Además, pasan el mayor tiempo solos en casa porque sus padres trabajan”, explican desde el centro educativo.

El proyecto también se centra en los adolescentes que sufren cambios en el comportamiento-rendimiento y estos cambios se deben a su situación en casa.

“En algún momento han encontrado a chicos/as que se sentían diferentes por no poder llevar, por ejemplo un instrumento musical, unas deportivas o un simple diccionario”, aseguran.

El color amarillo
El proyecto escogió el color amarillo porque su referencia era la de los colores de un semáforo. “Estos alumnos pueden pasar a rojo y abandonar o volver a verde y seguir desarrollando sus estudios con normalidad”, comentan.

De esta manera, el dinero que recaudan lo destinan a la compra de material, uniformes o pagar comedores y almuerzos a niños/as que no tienen beca y no hacen las comidas normales. También intentan cubrir los gastos de la escuela de verano en el mes de julio y del comedor de dicho mes.

Una de las iniciativas de final de curso del proyecto.

Objetivos
El objetivo a corto plazo es proveer de material a estos alumnos así como atender a sus necesidades alimentarias.
Y a largo plazo, desde el colegio se plantean crear un voluntariado con los alumnos más mayores del centro. “Además de los valores implícitos que conlleva el voluntariado ayudarían a compañeros más pequeños, con la lectura, con los deberes, organizándoles juegos…”.

También les gustaría poder compartir esta experiencia y este proyecto con otros centros educativos e involucrar a más personal docente, porque estas necesidades por las que surge no son extrañas ni ajenas a algunos centros educativos valencianos.

En definitiva, lo que ‘El Pupitre Amarillo’ pretende es que ningún alumno sea diferente a otro por ningún motivo ni condición social. Los niños son niños y deben disfrutar de todas las oportunidades por igual. “Este proyecto es el reflejo de un profesorado y una sociedad comprometida e implicada con esta realidad y con ganas de conseguir cambios”, puntualizan desde el M.A.S. de Calderón.

Un colegio caracterizado por su gran labor social

El colegio María de los Ángeles Suárez de Calderón se inauguró en el curso 1965-1966. Se creó gracias a los esfuerzos de un grupo de personas encabezadas por Vicente Calderón (al que debe también su nombre el antiguo estadio del Atlético), su mujer, María de los Ángeles Suárez, y el párroco del Grao en aquel momento, Juan Miñana. La idea era dotar al Grao de Gandía de un centro educativo en condiciones. De hecho, fue el primer colegio de la localidad. Desde entonces el centro se ha caracterizado por su labor social y por la presencia de un alumnado muy heterogéneo.
“Por nuestras aulas han pasado ya varias generaciones de alumnos. Muchos de ellos se han convertido en padres que han traído sus hijos a nuestro centro. Creemos en una educación de calidad y sin distinciones ni prejuicios.”, explican.
En la actualidad el centro cuenta con 750 alumnos repartidos entre Infantil, Primaria, Secundaria y un grado de FP.