REDACCIÓN | 21.11.2021
El canciller de las pontificias academias de las Ciencias y de las Ciencias Sociales, Marcelo Sánchez Sorondo, aseguró en su conferencia en el reciente III Congreso sobre Pobreza y Hambre de la UCV que “los virus más poderosos que nos azotan hoy son el ateísmo de masa y la apostasía silenciosa”.

En ese sentido, Sánchez Sorondo hizo un llamamiento “a los líderes del mundo” para que acepten su “sagrada responsabilidad” de cumplir con la ley natural que exige la “paz social” reconocida en la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Deben ver que 75 años es tiempo suficiente para cumplir lo que el mundo prometió a la sombra del Holocausto y la Segunda Guerra Mundial. Nuestra tarea más sagrada es evitar otro episodio de autodestrucción, ya sea por guerra o por devastación medioambiental”.

Millones sin escolarizar
Según relató el prelado argentino, “cerca de 200 millones de niños y jóvenes que deberían recibir una educación básica no están escolarizados en absoluto. Naturalmente, este fenómeno de la desescolarización se ha agravado notablemente con la pandemia”.

“Por nuestra supervivencia y bienestar, por el bien de nuestros hijos y de las generaciones venideras, la tarea educativa debe crear un mundo de solidaridad y justicia, en el que la dignidad y los derechos de todos estén asegurados, en la conciencia que cada ser humano no es un producto hecho por el hombre, sino un hijo de Dios, creado a su imagen y semejanza y destinado a la vida eterna”, aseveró.

Esas son, para Sánchez Sorondo, las condiciones “indispensables” para realizar el proyecto de la “fraternidad universal” y del “respecto al planeta” que propone el Papa Francisco: “Estamos llamados a realizar un nuevo inicio, de alguna manera un ‘reset’ para usar el vocablo del Foro de Davos, una reprogramación, pero alternativa a la visión intramundana, aquella que pone al hombre como medida de todas las cosas. Un ‘reset’, pero no a partir de la falsa creencia de los poderes fuertes mundanos según la cual sólo el hombre salva al hombre, sino bajo el mensaje de las Bienaventuranzas”.

Educación y tecnología
Además, el canciller de las pontificias academias de las Ciencias y de las Ciencias Sociales se refirió a la otra clave del Congreso, la tecnología. En su opinión, “las tecnologías de la comunicación, la información y la inteligencia artificial” ofrecen “extraordinarias oportunidades” para la renovación de la educación por su capacidad “de conectar a las personas, su habilidad para promover la accesibilidad de las zonas remotas, sus costes decrecientes y el volumen potencial de la información que puede transmitir”. Así, será posible “reducir los costes de la educación para cada niño, incluso en las zonas pobres”.
“Sin embargo, las herramientas informáticas no consiguen necesariamente la educación por sí solas. La educación es el proceso humano de humanizar comunicando la verdad, el bien, la justicia y la libertad. Por ello, los instrumentos deben ir acompañados de una relación humana de amistad social con un cuadro conceptual que promueva el diálogo, el encuentro intercultural, la participación activa de los profesores, la organización del conocimiento y la conciencia de la importancia de los valores”, indicó.

Universidad en servicio
El cardenal arzobispo Antonio Cañizares propuso a la UCV en su intervención en el congreso “estar todavía más abierta a ayudar a los países del tercer mun-do para dar respuesta a las nece- sidades de alimentación, salud y educación. Hoy las universidades se especializan: que la UCV tenga este reto y originalidad. Si no, ¿para qué queremos la universidad? Para formar personas que se inclinan ante sus hermanos más vulnerables”.
Por su parte, el rector José Manuel Pagán, quien exhortó a la comunidad universitaria a “ser capaces de responder a las nuevas formas de pobreza que marcarán las próximas décadas de forma decisiva. Servir a los pobres impulsa a la acción y permite promover a una parte de la humanidad demasiado anónima”.