❐ Mª JOSÉ CERVERA| 21.06.2023
La religiosa valenciana Ana María Cabo Paredes, misionera en Cuba desde hace 16 años, coordina el centro de formación de la diócesis de Santa Clara, donde se ofrece un espacio de educación en valores evangélicos, que es muy solicitado y acoge a cientos de niños, jóvenes y adultos. “En una sociedad en la que la trascendencia se ha negado durante muchos años, y en un pueblo donde la desesperanza es muy fuerte, nuestra presencia es portadora de la luz y la alegría de la fe”, añade la misionera que empleando una expresión cubana asegura que “Cuba es linda pero duele”.
Este centro, respondiendo al plan educativo de la Iglesia en Cuba, con el logo “la verdad os hará libres”, transmite los valores evangélicos y ofrece clases en idiomas -fundamentalmente inglés- de iniciación para niños hasta inglés médico para profesionales, así como de diseño gráfico, dibujo, bioética, teología y formación de profesores.
“Tenemos también un aula de diseño gráfico y otra de dibujo, y se ofrece apoyo a pequeños empresarios que empiezan a promover sus negocios”. Además, se ha conseguido un aula de psicología en la que contamos con una psiquiatra infantil-juvenil, un psicólogo y una psicopedagoga para el apoyo de padres y educadores para niños con dificultades.
Actualmente, están proyectando junto con la parroquia Santuario de la Virgen de la Caridad un taller para niños con problemas de autismo.
“Para nosotros es fundamental la pedagogía de Jesús”
Según Ana María Cabo, religiosa Esclava del Sagrado Corazón de Jesús, en la educación, ante un sistema que desde hace mucho tiempo no ofrece alternativas, “para nosotros es fundamental la pedagogía de Jesús” ante la que la gente pierde el miedo a expresar sus necesidades y así se logran personas libres, autónomas, implicadas en la sociedad.
La misionera destaca la profesionalidad de todo el equipo, y de sus profesores y quiere dejar bien claro “que es un espacio donde la gente respira otra cosa, donde creemos en la libertad, en la bondad, y en la verdad”, asegura.
El Centro de Formación, puesto en marcha hace más de 25 años, está abierto a cualquier persona que lo solicita, sea creyente o no, o de otras denominaciones religiosas, y en él se trabaja la constancia, la perseverancia, el respeto. “Nuestros alumnos que no son creyentes dicen que cuando entran en el centro se vuelven cristianos”, afirma con una sonrisa.
Según expresa Ana María,“yo no podría hacer esto sin los cubanos: hay cubanos de una categoría profesional, humana y de fe que es de descubrirse, y hay muchos laicos muy comprometidos”.
“Hay una serie de carencias cada vez más fuertes y muy duras”
Las carencias del pueblo cubano son cada vez más fuertes y muy duras, “a veces es difícil tener tiempo para formarse porque muchos han de buscar primero comida”.
El fenómeno migratorio produce sufrimiento y las personas mayores se van quedando solas porque sus familias emigran para buscar un futuro mejor: “es raro el joven que no quiere salir del país”.
Las necesidades de los cubanos han aumentado mucho: los precios en la alimentación están disparados: “no hay aceite, no hay harina, no hay leche, no hay huevos, no hay papel higiénico, no hay combustible …. o lo encuentras a precios desproporcionados. Hay personas que cobran por su trabajo dos mil pesos cubanos cuando el cartón de huevos cuesta mil quinientos por la calle”, añade.
“La inflación cada vez es más fuerte, la gente está muy desmotivada y otro problema es la salud, muy preocupante porque no hay medicinas”. De hecho, a su regreso a Cuba la misionera llevará una maleta repleta de medicamentos que ha recogido gracias a la solidaridad de los valencianos.
“Nuestra presencia, sólo el hecho de estar con ellos, es evangelización”
Para Ana María Cabo, la presencia de los misioneros- religiosos, sacerdotes y laicos- sólo el hecho de estar allí con los que más sufren, es de gran ayuda, es evangelización.
“Muchas veces me preguntan ‘¿y tú por qué estás aquí, si tú tienes de todo en tu país?’, y aunque no conocen muchas cosas de la Iglesia, sí saben que estás allí con ellos, que estás contenta, que tienes esperanza”.
“Yo creo que una de las necesidades más grandes que en este momento se nos pide es ser personas agradecidas y contentas de tener la fe y de ver la humanidad de otra manera”. “Tenemos sentido de esperanza, tenemos sentido de futuro y eso les llama la atención porque a ellos se les ha ido cerrando todo”, explica.
Proyecto “Hermano”, para ayudar a los que lo necesitan
Tras la pandemia por el COVID-19, surgió un proyecto interparroquial en la diócesis de Santa Clara ante el cierre de comedores sociales y parroquiales – teniendo de fondo la encíclica del Papa ‘Fratelli Tutti’, para acoger al ‘hermano’.
Este próximo mes de julio abrirá las puertas este centro, en un local muy sencillo, “donde ofrecemos ayuda de primera necesidad”. Todo ello impulsado por la misionera valenciana y un equipo interparroquial.
“Queremos ofrecer una taza de té caliente, alimentos, y dar servicios básicos para gente que viene de la calle. Por eso, instalaremos una lavadora, un refrigerador y duchas, poco a poco según las necesidades”. Hay grupos pequeños de voluntarios que hacen comida por la noche y lo reparten a la gente que duerme en la calle al día siguiente.
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