María San Gil, en el balcón del Ateneo, con la espléndida vista hacia el Ayuntamiento, durante su visita a Valencia la semana pasada para participar en la presentación de la plataforma NEOS. San Gil es impulsora de esa iniciativa que pretende ser una voz del humanismo cristiano en la sociedad actual. Vicepresidenta de la fundación Villacisneros, fue presidenta del PP en el País Vasco. Está casada y tiene dos hijos.

❐ EDUARDO MARTÍNEZ | 03.03.2022
En María San Gil (San Sebastián, 1965), sigue reflejándose la valentía de aquella mujer que en 1995 salió corriendo tras el etarra que asesinó a su compañero de partido y amigo Gregorio Ordoñez. Sus reflexiones sobre el valor de la mujer o sobre cierto feminismo actual entran por la puerta grande de lo políticamente incorrecto. Y su nítida y detallada profesión de fe católica se aleja de remilgos y tibiezas. En una entrevista concedida a PARAULA y compartida con el programa de COPE ‘El espejo de la Iglesia en Valencia’, San Gil da cuenta de todo ello a su paso por Valencia, donde participó en la presentación de la plataforma NEOS, de la que es una de sus impulsoras.

La que fue presidenta del Partido Popular del País Vasco entre 2004 y 2008 explica cómo el asesinato de su antecesor en el cargo, lejos de amedrentarla, la encorajó para dar el paso a la primera línea de la política. Tenía entonces 30 años y se encontraba sentada al lado mismo de Gregorio Ordóñez, en un bar de San Sebastián, cuando el terrorista se acercó y le descerrajó un tiro mortal en la nuca.

Sin aquel terrible suceso, “yo nunca habría dado un paso adelante hasta la primera línea de la vida política”, reconoce. “Gregorio y yo hacíamos un tándem estupendo. Yo estaba en segunda fila –prosigue– y no tenía ninguna ambición de notoriedad, al revés. Pero una vez que ETA mata a mi compañero y amigo, al presidente de nuestro partido, no me quedaba más remedio que dar un paso adelante. Porque si ETA mata a una persona y el resto nos recluimos en casa muertos de miedo y dejamos de defender aquello por lo que habían matado a Gregorio, habría sido un acto de tremenda cobardía. Mucha gente dimos entonces un paso adelante en honor a Gregorio y para intentar entre todos llenar el vacío que él había dejado”.

La expolítica donostiarra establece un paralelismo entre esa audaz actitud suya de hace casi tres décadas y su compromiso actual con NEOS, una entidad que pretende influir en la cultura y la política actual a través del humanismo cristiano: “Hay momentos en la vida en que cada uno de nosotros tiene que interpelarse y pensar qué tengo que hacer. Los católicos no debemos tener miedo de defender nuestras convicciones religiosas. Hemos de ser conscientes, además, de que aunque evidentemente hay que respetar a las personas que no tienen fe, algunas cuestiones como el rechazo al aborto o a la eutanasia son defendibles también desde la ética y desde la filosofía”. Y lamenta en este sentido la “atrocidad” que significa “la cantidad de abortos que hay en España o la aprobación de ley de la eutanasia”.

Sobre el valor de la religión y su papel en la sociedad actual, María San Gil asegura que “no hay nada más moderno ni más ‘progresista’, como les gusta decir a algunos, que Dios, su figura, su enseñanza, no hay nada más solidario ni que defienda tanto la libertad”. De hecho, manifiesta que le da “mucha pena que no todo el mundo tenga fe, porque cuando se tiene uno es más feliz”. Y según observa, a los cristianos “nos quieren arrinconar para que tengamos que vivir la fe en un ámbito absolutamente privado y poco menos que avergonzados”. Para ella, en cambio, “esto no debe ser así porque los católicos nos sentimos sumamente afortunados de serlo y de poder compartirlo y ser testimonio de Dios”. Por ello, “tenemos que ir por la calle siendo luz, que nuestra vida interrogue a los demás sobre por qué somos tan felices o por qué procuramos siempre hacer el bien a los demás”. En suma, “no debemos sentirnos acomplejados, sino al revés: tener fe es lo mejor que nos puede pasar y debemos transmitirlo así a nuestros hijos y a nuestro entorno”.

Preguntada sobre la procedencia de esa profunda fe, señala: “La profundidad en la fe es algo en lo que estoy trabajando porque es una tarea cotidiana y complicada, pero muy gratificante. Yo crecí en una familia católica practicante, pero no siempre he vivido la fe de una forma tan consciente. Tengo la fortuna de tener un marido que tiene más fe que yo y es él quien ha mantenido la llama de la fe muy viva en mi familia. Mis hijos están educados en el catolicismo”.

A ese entusiamo y firmeza en la fe que destila, contribuyó además de forma decisiva una experiencia religiosa especial. Así la describe María San Gil: “Tuve la inmensa suerte de tener un encuentro con el Señor en un retiro de Emaús. Me parece que es un regalo. Tan es así que he conseguido llevar a Emaús a todas mis amigas, a mi marido también… y mi hija ha hecho Effetá.

Son de esas experiencias que te cambian la vida. En esta vorágine del día a día, a veces podemos vivir la fe de una manera un poco superficial, como es mi caso tantas veces, por mucho que vayas a misa o te confieses. Es una vida cristiana un poco inercial, de cumplimiento… Así que parar y dedicar todo un fin de semana a Dios y poder reflexionar y darte cuenta de que Él está ahí, de que te ha acompañado siempre… para mí fue un gran regalo e invito a todos a que tengan también un fin de semana de parón y de encuentro con el Señor. Da igual que sea con Emaús o con cualquier otro tipo de retiro, porque es algo que te cambia la vida”.

¿Y qué sucedió desde aquel encuentro?: “Es verdad que desde entonces emprendes un camino difícil y de exigencia, pero pienso que esa es la vida que merece la pena vivir. La de hacer lo que te da la gana o la de la desidia me parece que es una vida muy vacía. Pero ser un poco exigente con uno mismo e intentar mejorar te hace crecer y, si eso sucede, es porque estás viviendo una vida más plena. De todos modos, a mí me falta muchísimo… me queda mucho camino por recorrer”.

Sobre los feminismos
Al respecto de la celebración del Día de la Mujer, el próximo 8 de marzo, María San Gil distinguió entre el feminismo clásico, que consiguió hace décadas el reconocimiento de unos derechos que se le negaban injustamente a las mujeres, y cierto feminismo radical que hoy día se presenta en oposición frontal con los hombres. “Me parece un error de cierto feminismo radical poner en valor a la mujer despreciando al hombre. Si yo fuera un hombre estaría indignado por no tener el don de la maternidad porque creo que las mujeres somos privilegiadas al tener la capacidad de gestar y dar la vida. Y somos además el pilar de la familia, que es la institución más importante de la sociedad. Son cosas que ese feminismo no valora. Esas feministas no aprecian lo que a mí, como mujer, me parece más importante de nosotras”.

En esa misma línea, San Gil comparte su propia experiencia personal: “He tenido en la política cargos de cierta relevancia y, solo cuando la dejé y me quedé en mi casa con mis dos hijos pequeños, descubrí que lo verdaderamente importante en mi vida es ser capaz de sacar adelante a mi familia, a mi marido y a mis hijos. Comprendí que era el papel de más responsabilidad que me había tocado vivir”.

En su opinión, “deberíamos primar a todas esas mujeres que abandonan su carrera profesional para quedarse en casa para reforzar ese papel de cuidado y desarrollo del núcleo familiar”. Sin embargo, “siempre nos sale como ejemplos del 8-M mujeres ejecutivas o de un desarrollo profesional espectacular. Me parecen admirables las mujeres que dirigen empresas, partidos políticos, etc., pero no nos olvidemos del papel esencial que solo nosotras podemos tener, que es el de la maternidad, junto con ser el fundamento de la familia, sin la cual nuestra sociedad no se sostiene”.

San Gil reflexionó también sobre la igualdad hombre-mujer: “Con las políticas actuales, no es posible llegar a una igualdad real entre hombre y mujer sin que ninguno quede excluido. A veces, cuando escucho a algunas dirigentes políticas actuales, pienso: ¿pero no tienen padre, marido ­–o pareja– o hermanos o hijos varones? ¿Cómo pueden despreciar a los hombres de esa manera? ¿No les basta su ejemplo paterno para darse cuenta de lo fundamental que es el hombre para complementar a la mujer y viceversa? Dios hizo muy bien las cosas y nos hizo dos para formar un uno. Querer ningunear a nuestra parte complementaria es una esquizofrenia. Yo he tenido la suerte de tener un padre maravilloso y tengo tres hermanos varones, y no se me ocurre pensar que son menos, que van en contra de la mujer, que son machistas o que vivimos en un ‘heteropatriarcado’. Tengo un hijo y una hija de 24 y 22 años a los que he educado igual, en el respeto del uno por el otro y haciéndoles entender que tienen las mismas responsabilidades y obligaciones en la vida”.

Por todo ello, María San Gil afirma que “con el tema del feminismo vivo sorprendida, por el hecho de que muchas mujeres no sean capaces de poner en valor lo mejor que tenemos de nosotras”. “Los hijos necesitan la referencia del padre y de la madre –agrega– porque son complementarios. Es una pelea absurda”.

La impulsora de NEOS estima también que “ha sido muy importante la lucha de muchas mujeres a lo largo de la historia para conseguir unos derechos que se nos negaban injustamente”. Pero en nuestra sociedad actual, y en términos generales, “los hombres y mujeres estamos en igualdad de condiciones y se nos tiene que valorar por aquello que somos capaces de hacer”. Para ella, “el hecho de ser mujer no debe ser un plus a la hora de buscar un trabajo; se nos tiene que evaluar igual que a los hombres”. Además, “estamos demostrando que profesionalmente tenemos unas aptitudes fantásticas y que capacidad tenemos toda la del mundo”. En definitiva, “muchas nos sentimos orgullosas de aquel feminismo y de aquellas mujeres ejemplares a lo largo de la historia… pero yo ahora prefiero decir que soy femenina a feminista”.