❐ L.B. | 03.03.2022
Son muchas las iniciativas que estos días se han llevado a cabo en nuestra diócesis para acompañar y mostrar apoyo a los ucranianos que comparten su vida y su fe con nosotros. Están sufriendo mucho por la guerra que se está desarrollando en su país y por los familiares que, en muchos casos, siguen teniendo en Ucrania. Tras la misa presidida por el Arzobispo en la Catedral, algunos de ellos quisieron agradecer esas muestras de apoyo, especialmente a la Iglesia en Valencia.
“El apoyo hace mucho, por eso les pedimos que recen por nosotros”
Ludmila Radimovyeh está afincada en nuestro país desde el año 2000. Asegura todavía estar en ‘shock’ por todo lo que están viviendo en estos últimos días. La invasión rusa “ha supuesto un antes y un después en nuestra vida”. “Ha sido como despertar y comprender de repente lo que significa la patria y darnos cuenta de que podemos perder a nuestra familia, nuestra historia, nuestra cultura, nuestra dignidad… todo”.
Sin embargo, y pese a la tristeza y el dolor, no duda en afirmar que “seguiremos luchando y rezando”. En estos días, “nos hemos sentido acompañados, arropados… y es que aquí tenemos hermanos… una familia muy extensa que nos quiere y nos apoya. Todos nos están apoyando y preguntando cómo pueden ayudar”.
Ludmila no duda en agradecer “a la Iglesia católica, al Arzobispado, a Valencia” el unirse en oración con el pueblo ucraniano. “Cuando uno está en una situación extrema, el apoyo hace mucho y uno se da cuenta de que la unión hace la fuerza. Por eso tan solo les pedimos que recen por nosotros. Nuestros soldados que están en el frente nos están dando un testimonio muy valioso. Nos dicen que se sienten muy fuertes porque sabemos que la Virgen María, el arcángel Miguel y el ejército de Dios está con ellos, luchando por nosotros”.
“Tenemos mucho miedo, pero nos sentimos muy acogidos por la Iglesia”
Petro Pidkipnyak y su mujer María consideran Valencia su hogar tras 22 años viviendo en nuestra tierra. Es aquí donde ya han nacido algunos de sus nietos, como Anastasia Kopach que ayuda a sus abuelos a expresar lo que la familia siente ante esta situación. “Estamos preocupados y tenemos miedo porque tenemos familia en Ucrania. No pensábamos que los rusos podían venir a nuestra tierra y hacer esto”, aseguran con la emoción a flor de piel.
Anastasia puntualiza que la familia más directa vive aquí y que en Ucrania quedan parientes lejanos aunque no por ello dejan de estar preocupados. Reconoce que “tenemos mucho miedo por esta situación pero nos sentimos muy acogidos, sobre todo por la Iglesia y la población española. Estamos agradecidos porque esta situación se está dando a conocer en el mundo”.
“Estamos muy agradecidos porque la gente comparte nuestro sufrimiento y pide la paz con nosotros”
Vlad Palamarchok tiene 21 años y vino a España con tan solo 3. La región de la que es originario ya ha sido atacada. “Bombardearon el aeropuerto que está a solo 20 km de la casa de mis abuelos”, dice. “Estamos viviendo una situación muy preocupante. Tengo bastante familia en Ucrania. No sabemos lo que puede pasar en unos días porque la tensión aumenta por momentos”, reconoce Vlad. Quien añade que “somos un pueblo valiente, que sabe cómo actuar”.
Para Vlad esta guerra es incomprensible. “No entiendo cómo en este siglo puede pasar esto, que un país invada a otro solo por tener más poder”, comenta. “Está muriendo mucha gente, muchos niños. Todos los días hay ataques. Estamos muy preocupados”, insiste. Y con gran comprensión reconoce que “no toda Rusia es mala. Hay rusos que no están de acuerdo con la invasión”.
Vlad valora mucho el apoyo recibido por su pueblo de parte de la Iglesia en Valencia. “Nos han comprendido desde el primer momento y ha ayudado a que la gente vaya abriendo los ojos y sepa la situación tan precaria que estamos viviendo”, indica. También está muy agradecido porque “ha habido manifestaciones y se nos han unido los valencianos para pedir la paz. Estamos muy agradecidos por todo el apoyo que estamos recibiendo, que cada vez es más. La gente se va dando cuenta de nuestro sufrimiento y lo comparten con nosotros”.
“No queremos guerra, queremos ser libres y poder vivir en paz, trabajando y estudiando como en cualquier lugar”, concluye Vlad Palamarchok.