L.B. | 2-06-2017
Larga cola de espera para poder besar la mano a la imagen de la Virgen. Al fondo, la cola de enfermos, niños y ancianos que también se formó. (Foto: Inma Miñana)Cerca de 31.000 valencianos participaron en el Besamanos público a la patrona de Valencia que tuvo lugar en la Basílica de la Virgen de los Desamparados desde las 7 de la mañana del pasado día 24, hasta casi las 2 de la madrugada del día siguiente, de forma ininterrumpida.
La imagen peregrina de la Virgen de los Desamparados lució un manto de color plata y con bordados en dorado, donado por la familia Suay de Valencia, así como un aderezo elaborado por usuarios de la Fundación Mare de Déu dels Innocents i Desamparats (MAIDES), de atención a personas con enfermedad mental, que también se acercaron al Besamanos acompañados por educadores.
La imagen de la Virgen, que en esta ocasión lucía una pulsera de la Fundación MAIDES en la mano derecha -la que besaban los fieles-, recibió a los devotos en el centro del altar mayor de la Basílica.
El Besamanos transcurrió con orden y sin incidentes aunque “se registraron varios casos de lipotimias, como consecuencia de las altas temperaturas, con un total de 25 atendidos por personal de la Cruz Roja”, según fuentes de la Hermandad de Seguidores de la Virgen que ante el calor durante toda la jornada recordaron “la necesidad del toldo sobre la plaza para evitar el sol”.
A las 7 de la mañana
Alrededor de 700 personas guardaban turno en la plaza de la Virgen cuando a las 7 de la mañana se abrieron las puertas de la Basílica.
Entre ellas se encontraba Concha, del barrio del Marítimo, de 75 años, que le dio las gracias a la Mare de Déu “porque por fin han realizado el trasplante a mi nieta, de 19 años” y Mª Luisa, que reside en Francia el resto del año, “porque mi hija está embarazada”. Emilia, junto a su marido y sus hijos, acudió a la Virgen “para pedir salud y trabajo, nada más”.
Una foto de recuerdo
Desde la apertura de la Basílica, se sucedió la entrega de estampas por parte de los Seguidores de la Virgen, con la imagen original de la patrona y de pañuelos a los devotos, muchos de los cuales tomaron fotos con sus móviles, o se hicieron ‘selfies’, tras pasar ante la imagen, lo que provocó pequeñas aglomeraciones que resolvió la Hermandad de los Seguidores de la Virgen, encargados de coordinar el Besamanos.
La mayoría de personas que esperaban su turno en el Besamanos eran mujeres, muchas de ellas jóvenes, como Jéssica, de 30 años, que acudió desde Albal con su hija Iris, de dos años, movida por la fe “y vendremos todos los años que podamos”. Precisamente para pedir “que todo vaya bien en el parto” acudió también Andrea, de 26 años, que salía de cuentas esa misma semana y que agradeció la existencia de una cola especial para niños, enfermos y embarazadas, por la puerta que da a la Plaza de la Virgen.
Por su parte, Manuel, vecino de Valencia muy emocionado, explicó que el motivo para besar a la Mare de Déu “es una sensibilidad especial que sientes porque tienes la necesidad de reencontrarte con ella ya que, con el paso de los años, la vida te va cambiando y quieres darle las gracias por lo que te da”.
Donativos para MAIDES
Durante el Besamanos, tanto los Seguidores como la Corte de Honor de la Mare de Déu instalaron en el exterior de la Basílica sus puestos con artículos con la imagen de la Virgen, cuya recaudación se destina a la labor de acogida a personas con enfermedad mental de la Fundación Mare de Déu dels Innocents i Desamparats, MAIDES, que también contó con una ‘paraeta’ donde pusieron a la venta colgantes, pulseras y abanicos, entre otros productos de recuerdo.
Desde las 7 de la mañana, el paso de los fieles fue constante y alrededor de las diez y media de la noche “fue el momento de mayor presencia de fieles que llenaban completamente las filas de la cola dispuesta en zig zag en la plaza de la Virgen y que llegaba hasta la calle del Miguelete”.
La cola de paso preferente, para ancianos, enfermos, discapacitados y carritos de bebés, también contó con la participación constante de fieles en el Besamanos, en el que numerosas personas “se han ido conociendo año tras año, aprovechando los minutos de espera, y se citan para próximos años”.