❐ MARTA ALMELA | 07.09.2023
El Jardín da Quinta da Alagoa fue el lugar elegido para el encuentro del arzbispo de Valencia, monseñor Enrique Benavent, con los más de 3.000 peregrinos y peregrinas procedentes de nuestra diócesis. que participaron en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Lisboa.

En su intervención, don Enrique apeló “a conservar en el corazón la alegría del encuentro con Cristo”, invitándoles a que la experiencia de fraternidad e ilusión “no sea cosa solo de estos días, si no que permanezca y transforme nuestra vida”.
Dirigiéndose a los jóvenes de la diócesis, el Arzobispo les señaló que “hemos venido desde Valencia para encontrarnos con Cristo y descubrir su presencia en nuestra vidas”. “Venimos con la misma alegría con la que María se fue a visitar a su prima Isabel y con la misma rapidez con que los pastores se fueron a Belen”, añadió, haciendo referencia al lema de la JMJ y a la lectura del Evangelio pronunciado durante el encuentro.

“Estamos reunidos en Lisboa porque Cristo ya está en el corazón de cada uno de nosotros y queremos encontrarnos con Él, para que continue siendo la fuente de alegría para todos nosotros”, señaló.

Además, el Arzobispo recordó a los jóvenes que no debemos buscar al Señor “en los signos de poder de este mundo”. En el sacramento de la Eucaristía, tan sencillo y pequeño “se encierra lo más grande que podemos tener en este mundo». La Eucaristía nos lleva “a descubrir a Cristo en nuestros hermanos pequeños, débiles y pobres”. «Cristo nos ama y cuando alguien se siente amado, en su corazón se despierta una capacidad para amar”, añadía.

Entre los cerca de 3.000 valencianos que se han sumado a la participación en la JMJ, se encuentran grupos de adolescentes y jóvenes de Torrent, Albaida, L’Alcúdia, Alboraia, Moncada, Alfara, arciprestazgo del Don, Cocentaina, Banyeres, Carlet, Bocairent, la comunidad china de la parroquia Nuestra Señora de She Shan, Carcaixent, Xàtiva, Guadassuar, La Canyada, Burjassot, Alzira, Xirivella, Requena y de otras muchas poblaciones de la diócesis así como de la Universidad Católica de Valencia.

Terminada la celebración, que tuvo lugar en el el Parque Quinta da Alagoa de Lisboa, el Arzobispo mantuvo un diálogo con los jóvenes en el que destacó que “me gustaría que esta experiencia, al igual que otras actividades que desarrollan los jóvenes de la diócesis este verano, nos ayude a todos a formar una misma familia de la fe”.

El Arzobispo señaló que a todos los cristianos “nos une nuestra fe y amor a Cristo, y si son auténticos, esa unión es más fuerte que las diferencias que pueda haber entre nosotros: eso es la Iglesia, la familia de la fe en la que todos los que creemos en el Señor nos sentimos hermanos. Cuando los miembros de una familia se quieren de verdad esa familia no se rompe”.

En línea con esta idea, monseñor Benavent explicó que “un Obispo es como un padre de una gran familia en la que hay muchas maneras de pensar, personas distintas, pero unidos por algo tan importante que nos lleva a sentirnos hermanos”.
“Me gustaría que vuestro deseo de vivir en amistad con el Señor no desaparezca nunca de vuestro corazón y que todos os sintierais siempre miembros de esta familia que es la Iglesia, formada por pueblos de diferentes lugares del mundo”, dijo el Arzobispo a los valencianos.

También pidió el titular de la Archidiócesis valentina que “los cristianos seamos semillas de un mundo mejor, más justo y más digno para el hombre, en el que hubiera paz. Ésta es la gran esperanza de las JMJ: nos ayudan a descubrir que el Evangelio está vivo, que la Iglesia está viva y que Jesucristo está en el corazón de tantos jóvenes del mundo”.

Respecto a la necesidad de nuevas vocaciones, el Arzobispo recordó la frase que María dice en las bodas de Caná: “Haced lo que Él os diga”. “Todos nos tenemos que plantear qué es lo que Jesús me pide que haga. Y eso uno lo descubre de muchas maneras: meditando la palabra de Dios, participando en la Eucaristía y sacramentos o conversando con alguna persona que me pueda acompañar espiritualmente”, añadió. “Dios quiere que todos seamos santos. No tengáis miedo a plantearos qué quiere el Señor de mí: no eliminéis esa pregunta de vuestro corazón”, concluyó el Arzobispo.