VATICAN NEWS| 28-02-2019
En la Sala Regia, tras la celebración de la Santa Misa, el papa Francisco pronunció un amplio discurso como conclusión del encuentro sobre ‘La protección de los menores en la Iglesia’. El Pontífice condenó estos “crímenes abominables” que involucran a millones de niños en el mundo, detrás de los cuales se esconde la “mano del mal”, que “no perdona ni siquiera la inocencia de los niños”.
“Un solo caso de abuso” en la Iglesia “representa ya en sí mismo una monstruosidad” y “será afrontado con la mayor seriedad”, afirmó Francisco. “El eco de este grito silencioso de los pequeños, que en vez de encontrar en ellos paternidad y guías espirituales han encontrado a sus verdugos, hará temblar los corazones anestesiados por la hipocresía y por el poder”.
El encuentro sobre ‘La protección de los menores en la Iglesia’, que reunió del 21 al 24 de febrero a patriarcas, cardenales, arzobispos, obispos, superiores religiosos y responsables procedentes de todo el mundo para confrontarse acerca de la plaga de los abusos, se concluyó con el discurso del Papa.
Después de la misa, celebrada el 23 de febrero en la Sala Regia del Palacio Apostólico Vaticano, el Pontífice trazó los contornos de un fenómeno “abominable”, difundido en todas las culturas y sociedades: “Un problema que antes se consideraba un tabú” y que “todavía en la actualidad las estadísticas disponibles sobre los abusos sexuales a menores, publicadas por varias organizaciones y organismos nacionales e internacionales (…), no muestran la verdadera entidad del fenómeno, con frecuencia subestimado, principalmente porque muchos casos de abusos sexuales a menores no son denunciados, en particular aquellos numerosísimos que se cometen en el ámbito familiar”.
“Por eso -añadió- ha crecido actualmente en la Iglesia la conciencia de que se debe no sólo intentar limitar los gravísimos abusos con medidas disciplinares y procesos civiles y canónicos, sino también afrontar con decisión el fenómeno tanto dentro como fuera de la Iglesia… La Iglesia se siente llamada a combatir este mal que toca el núcleo de su misión: anunciar el Evangelio a los pequeños y protegerlos de los lobos voraces”.
El Papa aseguró también que “la inhumanidad del fenómeno a escala mundial es todavía más grave y más escandalosa en la Iglesia, porque contrasta con su autoridad moral y su credibilidad ética”.
El Papa recuerda a todos que el único modo para “vencer el espíritu del mal” pasa a través de la humillación, la acusación de nosotros mismos, la oración y la penitencia, siguiendo el ejemplo de Jesús. De este modo el “objetivo de la Iglesia será escuchar, tutelar, proteger y cuidar a los menores abusados, explotados y olvidados, allí donde se encuentren”. Y para alcanzar es fin – prosiguió diciendo el Santo Padre – la Iglesia “tiene que estar por encima de todas las polémicas ideológicas y las políticas periodísticas que a menudo instrumentalizan, por intereses varios, los mismos dramas vividos por los pequeños”.
“Ha llegado la hora -reclama el Santo Padre- de encontrar el justo equilibrio entre todos los valores en juego y de dar directrices uniformes para la Iglesia, evitando los dos extremos de un ‘justicialismo’, provocado por el sentido de culpa por los errores pasados y de la presión del mundo mediático, y de una ‘autodefensa’ que no afronta las causas y las consecuencias de estos graves delitos”.