L.B./B.N. | 20-04-2018
Detalle de la tabla que se conserva en la Ermita ‘nova’de Agullent. La madera forma parte del retablo barroco que preside el altar. M.GUALLART
Esta tabla se conservó en la celda de S. Vicente en el convento de los Dominicos que entonces se encontraba en la actual plaza de Tetuán, en Valencia, hasta la desamortización. Entonces, un grupo de devotos la recogió junto a
diversos objetos para evitar que se perdieran. A.SAIZ
Cuenta la tradición que san Vicente Ferrer dormía sobre tablas o sobre manojos de sarmientos, reclinando la cabeza en una piedra o sobre la Biblia, y vestido con todo el hábito. Al menos dos de esas tablas se conservan en Valencia y Agullent.
No hay certificado de autenticidad, pero todo apunta a que la tabla de madera colgada en un lugar destacado del comedor-salón de una familia que vive en el centro de Valencia es la misma que utilizaba san Vicente Ferrer para dormir durante sus estancias en el Convento de Santo Domingo, también de la ciudad.
Durante la desamortización de los bienes de la Iglesia y órdenes religiosas, algunos devotos de san Vicente se acercaron a lo que entonces era el convento de los Dominicos, en la actual plaza de Tetuán de Valencia, y sacaron algunos objetos de su celda para evitar que se perdieran. Entre estos devotos se encontraba un antepasado de las actuales propietarias de la tabla, a quienes PARAULA ha conseguido localizar y cuyo nombre omitimos a petición propia.
Los estudios realizados sobre la antigüedad de esta tabla la datan en el siglo XIV y XV, es decir, sin duda, de la época del santo valenciano.
Redondeada en su parte superior, en la actualidad la tabla está enmarcada y decorada con una pintura posterior a la época de S. Vicente. En ella puede ver­se al santo con su clásica iconografía (con hábito dominico, ton­sura y el brazo levantado seña­lando al cielo) y rodeado por una filacteria con la frase ‘Timete Deum et date illia honorem quia venit hora iudicius eius’ (‘Temed a Dios y dadle gloria porque ya es la hora de su juicio’). La frase está tomada del Apo­calipsis (14,7) y es la que el santo valenciano solía usar en sus sermones.
Las actuales propietarias han c­onocido la tabla en casa de sus abuelos “toda la vida” y tal y como se ve en la actualidad. Saben que ellos la heredaron de sus bisabuelos, después llegó a sus padres y, ahora, a ellas. En casa de sus abuelos también ocupaba un lugar preeminente en una sala que llamaban de san Vicente porque, además, allí estaba el baúl en el guardaban los trajes que se utilizaban para la representación de los milagros del altar del Mar. La familia, gran devota del santo dominico, ha formado parte de diversas asociaciones vicentinas, como la ‘Cofradía de la celda de san Vicente’ o el altar del Mar.
Considerada como una auténtica reliquia de S. Vicente, ha sido costumbre de la familia y también de sus conocidos, en los momentos difíciles o ante una enfermedad, rezar ante la tabla. “Cuando alguien se va a operar o tiene algún problema viene o nos llama para que pongamos una vela y recemos. Algo debe haber cuando nos lo vuelven a pedir”, explican las hermanas.
Agullent
En Agullent, localidad por la que el santo pasó en el año 1410 en su recorrido por las localidades de la Vall d’Albaida donde ofreció sus predicaciones, también conservan una tabla sobre la que durmió el ‘Pare Vicent’ tal y como cuenta la tradición oral.
Agullent, que entonces formaba parte de Ontinyent, fue un alto en el camino de san Vicente. El pueblo le esperaba con gran expectación pues habían oído hablar del dominico que tenía un gran don de gentes y hacía milagros. Era tal el fervor que la iglesia se quedó pequeña y las gentes del pueblo se desplazaron hasta la plaza mayor para escuchar al santo que decidió predicar desde el balcón de una de las casas. Hoy en día en este lugar existe una hornacina conmemorativa.
Tras hablar a los lugareños, y habiendo caído ya la noche, san Vicente decidió quedarse a dormir allí. Es probable que pernoctase en la ermita o bien en la casa gótica, y lo hizo acostado sobre una tabla -conocida como ‘la o lo post’-. Una tabla donde quedó grabada su silueta. Esto originó un intenso culto materializado en la construcción, hacia el año 1500, de una ermita que sirvió de “envoltura” a tan preciada reliquia.
En el retablo barroco de la ermita ‘nova’ de Agullent se conserva la reliquia. Destaca sobre la madera dorada y en el cuerpo central esta tabla sobre la que se pintó una imagen de san Vicente. A sus dos lados la custodian pinturas de José Segrelles que representan el ‘miracle de la llàntia’, que pende junto al altar.