El centro cuenta con habitaciones de hasta cuatro plazas. (FOTO: A.SÁIZ)

CARLOS ALBIACH | 27.12.2019

Son las 18 h. en el ‘Centre de Nit San Esteban’, centro de Cáritas que acoge a personas sin hogar en la calle Moncayo de la ciudad de Valencia. Es la cuarta noche que abre desde su inauguración y en su interior ultiman los detalles para recibir a las diferentes personas que esa noche buscarán un lugar para refugiarse del frío del invierno. Una empresa de catering acaba de traer la cena que se ofrecerá y las camas ya están arregladas con sus mantas encima. A las 19 h. los técnicos abren las puertas del centro y comienzan a dar la bienvenida a los primeros. Muchos de ellos ya llegan derivados de algunas instituciones, mientras que otros han oído hablar de este centro y buscan un lugar tranquilo dónde cenar, ducharse, dormir y desayunar. Ninguno de ellos son invisibles para los técnicos, a los que se unirán voluntarios en las próximas semanas, sino que “se les trata como personas”, según explica Belén Lado, coordinadora del área de inclusión de Cáritas. De hecho, uno por uno tienen un pequeña entrevista con un técnico, donde se le identifica. A partir de ahí se le llamará por su nombre y se intentará darles el calor de un hogar con gran respeto.

Una vez ya han tenido este encuentro los usuarios tienen a su disposición dos baños con duchas y una sala donde poder lavar y secar la ropa. Después, ya pueden acceder a las habitaciones. En total hay 22 plazas distribuidas en habitaciones de hasta cuatro camas. Entre esas plazas hay posibilidad de cuatro para mujeres, que tienen un baño propio. En ellas ya pueden descansar o esperar a la hora de la cena. También lo pueden hacer en el comedor, donde hay una área de descanso donde ver la televisión. Luego llega cena, que consiste en un plato caliente, pan y una fruta. De hecho, hoy toca arroz. Al día siguiente, antes de irse, también les ofrecen el desayuno.

El centro está atendido por dos técnicos, uno para la acogida y otro para la despedida, que son coordinados por el director. Además, un vigilante apoya el reparto de cena y desayuno y el control por la noche.

Este centro, cuyas instalaciones han sido cedidas por la parroquia San Esteban de Valencia y fue inaugurado por el arzobispo de Valencia, el cardenal Antonio Cañizares, se ha creado gracias al apoyo de muchas instituciones. Lado destaca que son muchas las entidades y empresas que han donado desde las camas hasta los electrodomésticos. Se trata de un centro de baja exigencia o alta tolerancia donde el único requisito es estar identificado y respetar las normas de convivencia. Coge el testigo del proyecto que se inició hace unos años en el albergue de la parroquia San Juan de la Ribera, que se abrió para las semanas de frío y que sirvió como experiencia piloto.

Este nuevo albergue estará abierto hasta principios de marzo todos los días de la semana e incluso los días festivos que se acercan. Aún así, como explica Lado, en el futuro si tuvieran recursos les gustaría que estuviera todo el año. Y es que como explica Joan Llull, responsable del programa de Cáritas de personas en situación de sin hogar, “siempre hay necesidad de lugares como este”. De hecho, apunta, en el censo elaborado en los últimos meses se ha visto que hay un déficit de plazas en la ciudad.

Aproximadamente 500 personas no tienen sitio.
Javier, director del centro, apunta que desde el primer día se han cubierto las plazas. El primer día pasadas las 10 de la noche ya estaba lleno. Además, explica que para evitar las colas que se producían en el anterior, muchos ya llegan derivados de alguna institución o por nosotros mismos y ya saben que tendrán plaza y no tienen que venir muy pronto a hacer cola.

“Nuestro objetivo es evitar que empeoren por dormir en la calle y reducir los daños”

Javier, director del Centre de Nit San Esteban

El director también explica que el centro es un “recurso de emergencia donde se cubren las necesidades básicas”. Aún así, también les asesoran para que puedan mejorar su situación y puedan servir de puente para acceder a los programas de Cáritas o de otras instituciones o a albergues con más estabilidad. El perfil de las personas que llegan es muy variado. Sin embargo, muchos de ellos tienen una situación de pobreza cronificada con problemas de salud o de consumo. “Nuestro objetivo es evitar que empeoren por dormir en la calle y reducir los daños”, destaca.

Programas en Cáritas
El nuevo centro de noche no es un proyecto aislado sino que se encuentra dentro del programa de Cáritas de atención a las personas en situación de sin hogar, que hace treinta años comenzó con el proyecto Mambré. En este proyecto, como explica Llull, ofrecen en su centro de Torrefiel talleres de inserción laboral y talleres y actividades lúdicas. Además disponen de un piso donde se pueden alojar personas que puedan ser autónomas. Está apoyado por más de treinta voluntarios.

Por otro lado, existe el proyecto Simón, donde una decena de voluntarios divididos en parejas visitan todas las semanas a personas sin hogar de la calle. Uno de estos voluntarios es Pepe Miguel, que desde hace nueve años, colabora con el proyecto. La experiencia, como detalla, “es gratificante” y reconoce emocionado que desde que participa como voluntario “es más humano”. En este proyecto, como explica el voluntario, lo fundamental es “acompañar, escuchar y atender” a las personas sin hogar. “Les hablamos de los recursos que hay pero ante todo respetamos su situación y su decisión”, comenta. Pepe reconoce que tienen “mucha necesidad de ser escuchados” y que de ellos “también se puede aprender”. Voluntarios experimentados como Pepe también colaborarán con el centro de noche en las próximas semanas.

El respeto a su situación es lo fundamental para acercarse a ellos. Así lo atestigua Llull: “Estar sin hogar no les define como personas y aunque sepamos que vivir así no es bueno hay que respetarles porque no siempre es fácil. Nosotros les acompañados en todos sus procesos y para que puedan vivir con dignidad y ojalá algún día puedan salir de ahí”.

Son las 7 de la mañana, tras un desayuno con café y tostadas, los acogidos abandonan el albergue. Desde ahí les indican y asesoran donde acudir para mejorar su situación.