L.A.| 14-06-2017
La madre Verónica Berzosa, fundadora de esta congregación de vida contemplativa, atiende a PARAULA en Godella, en el que será nuevo monasterio de Iesu Communio.
La Madre Veronica, fundadora de Iesu Communio. (Foto: M.Guallart)
– Llevaban mucho tiempo, madre, viendo donde expandirse ante el crecimiento impresionante que tienen de vocaciones ¿Cómo ha sido la decisión de venir a Valencia?
– Desde 2000 estábamos buscando, casi habíamos perdido las esperanzas. Pero Don Antonio nos volvió a llamar. Antes de la decisión sentía algo de miedo pero hoy tengo  una paz enorme porque sé que no es algo que he buscado o programado yo sino que esto es como el carisma, es secundar al Maestro. Además, para mí el voto de las hermanas y lo que piensan es esencial. Y todas a una dijeron que sí.

– Desde luego, una de las impresiones que hemos tenido viéndolas caminar con paso firme y muy resueltas a este monasterio es que les acompaña no sólo la fe sino una firme convicción.

– La verdad, es que me parece que estoy viendo una película. Veo los rostros de las hermanas, que no han dormido en toda la noche desde que salimos de Burgos (500 kms.), están radiantes.
– Y ¿cómo les ha recibido Valencia?
– Valencia se ha volcado, vemos que es una diócesis que nos esperaba con ilusión. D. Antonio Cañizares ha sido una auténtico padre. Habíamos pensado en Valencia al comienzo,  habíamos desistido, vimos otras posibilidades, incluso en Italia. Pero esto es volver como al primer amor.
– ¿Cuál es su gran anhelo al fundar aquí en Valencia?
– Espero que podamos hacer presente a Cristo, nosotras sabemos también lo que es la noche, el sinsentido, Cristo es la esperanza. A Valencia no tenemos más que dar que a Jesús, no tenemos grandes medios de predicar, sólo nuestro testimonio, que otros vean este don, con Él se puede todo. Lo que espero de la comunidad es lo que espera Cristo. Que tengan la experiencia de Jesucristo, Jesús es la vida.
– Sus hábitos vaqueros ¿qué quieren significar?
– Elegimos el hábito porque como trabajamos con jóvenes era una forma de hacernos solidarios con ellos, el vaquero es muy sufrido. Yo antes llevé hábito de clarisa. Y el vaquero  aunque se destiñe tiene su alegría, el azul vaquero tiene luz. Y la forma del hábito es como un alba de sacerdote, en femenino. Llevamos el hábito permanentemente en  invierno y verano.., y el cinto de obediencia a Cristo azul claro. Al llegar a Godella, los agentes de la Policía Local  me decían “tendréis que llevar aquí otra tela” por el calor, pero la solidaridad con los pobres no sólo es darles dinero, también es vivir la pobreza en pequeños gestos; por ejemplo, siempre vamos con sandalias aunque haga frío en invierno. Y siempre, vamos con esta tela, en verano aunque se puede pasar calor.
– ¿Cómo ve a los jóvenes, a los que se abre especialmente este monasterio?
– Dicen que los jóvenes están mal y es verdad.  No tienen esperanza por la falta de Cristo. Pero la vida de los jóvenes es de  una gran generosidad. Aquí estas jóvenes (refiriéndose a Iesu Comunio) cuando ven lo que quieren vivir, sienten que no han renunciado a nada. Hemos parado en el Saler para desayunar, una preciosidad junto al mar, las playas… Pero yo no cambiaría mi vida por nada en el mundo. Y viendolas a ellas diría que tampoco la cambian por nada del mundo.
En su nuevo monasterio
Llegada de la comunidad a Godella. (Foto. M.Guallart)
Las 200 religiosas de Iesu Communio llegaron el pasado sábado a la localidad valenciana de Godella, donde está el monasterio en que se establecerá su primera comunidad fuera de la diócesis de Burgos. Se trasladaron a Godella desde su monasterio de La Aguilera, en Burgos, antes de participar en la misa de acción de gracias que presidió el arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, en la Catedral.
Las religiosas llegaron a Godella en cuatro autobuses. Habían salido a las 3 de la madrugada, y entraron caminando a pie al antiguo monasterio que las Salesas ocuparon hasta el pasado mes de marzo, entre los aplausos de numerosos vecinos y de familiares de las propias monjas de Iesu Communio, 26 de las cuales proceden de diferentes localidades de la diócesis de Valencia.
Tras rezar y recorrer las instalaciones, la fundadora, la madre Verónica Berzosa, presentó el monasterio que ahora será reacondicionado durante varios meses, entre otras cosas, para aumentar el número de celdas, dado que la comunidad que se instalará será de 50 religiosas de Iesu Communio, todas ellas profesas.
“Estábamos desde el año 2000 buscando un lugar y casi habíamos desistido cuando de pronto una nueva llamada del cardenal Cañizares nos dijo que viniéramos, que viéramos este monasterio, lo consulté a la comunidad y la comunidad a una dijo que sí, algo que para mí es muy importante, y estoy muy tranquila porque sé que no es algo programado por nosotras sino que es un proyecto de Dios, y sólo se puede ir detrás”, indicó la madre Verónica.
“Mis hermanas están radiantes; Valencia se ha volcado, parece una diócesis que nos haya estado esperando, y siempre pensamos en esta diócesis en la primera en la que fundar. Estamos sobrecogidas”, añadió.
Después de visitar el monasterio, acudieron a la Catedral, donde participaron en la misa de acción de gracias con motivo de su acogida en la diócesis, que presidió el cardenal Cañizares.
Finalmente, a última hora de la tarde emprendieron viaje de regreso por autobús al monasterio de La Aguilera (Burgos), al que llegaron a las 3 de la madrugada.