La misa fue presidida por el cardenal Cañizares y concelebrada por el nuncio, Bernardito Auza, y numerosos obispos y sacerdotes. FOTO: A.SÁIZ

❐ L.B. | 12.05.2022
Los valencianos siempre llevan a su patrona, la Virgen de los Desamparados, en el corazón. Y en esta ocasión aún fue mayor, si cabe, el fervor con que se vivieron los actos del día de su fiesta el pasado domingo 8. No en vano, hacía dos años que no se celebraban en la forma habitual por las restricciones sanitarias impuestas por la pandemia de covid-19. De ahí que todos estuvieran deseosos de que llegara este día que los valencianos viven de una forma tan intensa.
Apenas pasaban las siete de la mañana. El cielo estaba despejado con el suave color azul del amanecer. El sol se adivinaba aunque aún no se veía desde las calles de una ciudad que empezaba a ponerse en marcha. Una brisa fresca propia de un día primaveral acompañaba a los valencianos a los que no les importó madrugar para estar junto a su Madre, Nuestra Señora de los Desamparados, en su día.

Poco a poco, se iban congregando fieles por las calles que desembocan en la plaza de la Virgen, donde estaba todo preparado para celebrar la misa ‘d’Infants’. Por ellas llegaban familias, grupos de parroquias o de peregrinos que acudieron andando desde sus localidades de origen de donde habían salido de madrugada, siguiendo la tradición.
Incluso, hubo quien pasó la noche en la plaza y, tras asistir a la ‘dansà’ y al concierto que la Banda Municipal de Valencia ofreció el sábado por la noche, se quedaron por los alrededores de la Basílica para participar en la misa de ‘descoberta’ a las 5 de la mañana o en la de Infantes, para terminar con el traslado de la imagen de la Virgen desde su Basílica a la Catedral.
Minutos antes de empezar la misa, ya era realmente difícil poder moverse por la plaza llena de fieles. Muchos sentados en las sillas blancas que se repartían para la misa; otros, en las sillas plegables que traían desde casa; y la inmensa mayoría se quedaban de pie. Fueron también muchos los que ya no pudieron acceder a la plaza y tuvieron que seguir la misa desde las calles cercanas.

También en los balcones de los edificios recayentes a la plaza, adornados con tapices, podía verse a las familias preparadas para seguir la misa.

Año Jubilar Mariano: misión popular diocesana
Puntualmente, a las 8 de la mañana, entró la procesión de los concelebrantes, que venía desde la Catedral pasando por la plaza de la Almoina.

Tras la monición de entrada que pronunció un niño de la Escolanía de la Virgen, Álvaro Almenar, vicerrector de la Basílica, leyó el decreto por el que la Santa Sede concede el Año Jubilar Mariano por el centenario de la Coronación canónica de la Virgen de los Desamparados.

Su lectura fue acogida con un gran aplauso
La misa fue presidida por el cardenal Antonio Cañizares y contó con la presencia del nuncio apostólico de Su Santidad en España, monseñor Bernardito Auza.

Durante su homilía, el Arzobispo, que en algunos momentos habló en valenciano, destacó “sé tú misma Valencia, vuelve a tus raíces y ganarás en lo más valioso a lo que puedes aspirar”. Y dirigiéndose a los valencianos aseguró que “vuestros antepasados, a los pies de la Virgen, confiaron en el Señor y comprendieron la verdad, alcanzaron la vida, Cristo es la Verdad y la Vida”.

Además, manifestó que “ante la Virgen os recuerdo a todos y pido por todos, quisiera conocer los nombres de cada uno, vuestras vidas, vuestros gozos y esperanzas, vuestras inquietudes y sufrimientos para presentarlos a la Señora tan cercana a todos”.

También hizo una mención a los fallecidos e indicó que “quiero tener un recuerdo particular de cuantos nos han precedido, su memoria nos llena de gozo, de gratitud y de emoción y seguro que se os hacen presentes sus rostros con su sonrisa o su preocupación, su sufrir o su dicha”. “Sus recuerdos y su presencia viva evocan vuestras raíces, inseparables de la devoción y protección de la Santísima Virgen”, añadió.

El Cardenal recordó su primer acto al llegar a Valencia como Arzobispo que “fue acudir a los pies de la Virgen de los Desamparados para pedirle su auxilio, su protección, su ayuda en la nueva andadura apostólica que el Santo Padre me encomendaba”. “Mi primera celebración de la Eucaristía tras el inicio de mi ministerio episcopal en Valencia tuvo lugar en el Santuario donde se venera tan filial y entrañablemente querida por todos los valencianos, esta sagrada imagen de Nuestra Señora tan ligada a nuestra tierra en la que gracia a Ella la fe no muere y permanece”.

Al finalizar la homilía indicó que “este año jubilar del centenario ha de ser, como hemos dicho en el Sínodo diocesano, un año para la gran misión, una misión popular diocesana, en toda la diócesis y ha de ser una misión y evangelización mariana y así será el anuncio y testimonio de Jesucristo, anuncio en obras y palabras”.

En la misa concelebraron los tres obispos auxiliares de Valencia, monseñores Arturo Ros, Javier Salinas y Vicente Juan Segura y el obispo auxiliar emérito Esteban Escudero, así como los vicarios del Consejo Episcopal y numerosos sacerdotes.
Estuvieron presentes obispos de otras diócesis como José Ignacio Munilla, de Orihuela-Alicante; Casimiro López, de Segorbe-Castellón; los valencianos monseñores Jesús E. Catalá, Manuel Ureña y Joan Piris, obispo de Málaga, arzobispo emérito de Zaragoza y obispo emérito de Lleida, respectivamente; Salvador Giménez, obispo de Lleida; Jesús Murgui, obispo emérito de Orihuela-Alicante.

Los niños, protagonistas
Y un año más, los niños fueron los protagonistas de esta misa que no solo contó con la participación de la Escolanía de la Virgen en las moniciones, lecturas y oración de los fieles, sino también de la Coral Infantil Juan Bautista Comes que fue la encargada de entonar los cantos de la celebración.

Y, por supuesto, en la oración que la fallera mayor infantil de Valencia, Nerea López Maestre, realizó en representación de todos los niños valencianos, así como en la ofrenda de flores de la corte de honor infantil a la Virgen.

La misa concluyó con la bendición papal concedida también con ocasión del inicio del Año Jubilar Mariano, que fue recibida con el enorme fervor con que se vivió toda la misa. Cuando participas en la misa ‘d’Infants’ impresiona ver cómo a pesar de las miles de personas que se congregan en la plaza, la misa se sigue con profundo respeto y el silencio es total en los momentos de oración. Es una celebración llena de sentimiento, que en algunos momentos desborda, como cuando al final se entonó el himno de la Coronación, que fue acompañado por las campanas de la Catedral y los vítores de todos los presentes, así como el himno de Valencia que entonó el tenor de la Catedral, el canónigo Miguel Bou.

Una multitud acompañó a la Virgen en su traslado desde la Basílica hasta la Catedral. FOTO: V. GUTIÉRREZ