Juan José Segarra, párroco valenciano en los cantones suizos de St. Gallen y Appenzell, y Arturo García, delegado diocesano de Misiones de la Archidiócesis de Valencia y presidente de la Fundación Ad Gentes recorrieron más de 600 kilómetros del país alpino para dar a conocer la magnífica labor que se hace al dar de comer a los niños de Jenaro Herrera, un pequeño pueblo situado en la selva peruana. Más de 12.000 comidas ante la desnutrición infantil viajarán con el apoyo del obispo, monseñor Markus Büchel y el Deam Beat Grögli.

FOTO: A.SAIZ

ALBERTO SAIZ| 14.3.24

A Juan José Segarra con la intención de crear más vínculos en la comunidad hispano hablante de Suiza, se lo ocurrió crear unas jornadas solidarias. De entre todos los proyectos que lleva la Fundación Ad Gentes de Valencia, eligió el comedor parroquial de Jenaro Herrera en Perú. La labor misionera en esa localidad de la selva amazónica lleva más de 40 años, dando sustento espiritual, formativo y material. Fue tras unas revisiones médicas a los niños, cuando se dieron cuenta que había un problema de desnutrición infantil. Fue así como pensaron crear el comedor parroquial. De lunes a viernes dan de comer de forma totalmente gratuita a 150 niños de edades comprendidas entre los 3 y los 12 años.

Comidas completas para paliar la desnutrición
El maratoniano ‘planning’ preparado por Juan José, se cumplió con puntualidad suiza, durante los tres días. No solo de alimento vive el hombre, por lo que ambos sacerdotes valencianos, han ido celebrando la eucaristía y exposición del santísimo llevando la palabra y el Espíritu Santo a los castellanohablantes de aquellos lugares. Tras todo ello, venía un ‘Café con fe’. Es un momento de convivencia que tiene con los feligreses, para charlar y fortalecer vínculos entre ellos. Esta vez el ‘Café con fe’, era el momento para presentar a don Arturo García y que éste explicase con imágenes y con su testimonio personal la labor que se hace en Jenaro Herrera.

La acogida fue estupenda, la gente se sorprendía de las necesidades de aquellos niños y de la encomiable labor de las hermanas franciscanas allí en la selva amazónica. Tras la exposición, el turno de preguntas se alargaba más de lo planeado, pues era mucho el interés que se despertaba. Solo si era la última sesión del día, se nos permitía romper con la puntualidad suiza, pues lo único que se retrasaba era nuestra hora de cenar.

Además, en cada una de estas sesiones se les invitaba a colaborar económicamente y sobre todo a asistir a la comida solidaría del domingo.

La celebración central de los actos celebrados fue el domingo en la parroquia Herz-Jesu-Kirche de la localidad de Sant Gallen, con la asistencia de más de 200 personas a la eucaristía dominical, donde participaron los feligreses con cantos, lecturas y preces. Tras la eucaristía, llegó el plató fuerte. Todos pasaron al salón parroquial anexo.

Morir de éxito
El éxito de la convocatoria fue espectacular. La sala pensada para la comida solidaria del domingo se quedó pequeña ya en los primeros minutos. Se acondicionó el espacio a toda prisa, subiendo más mesas y sillas de la sala del piso de abajo y dejando el espacio mínimo para pasillos, sin casi sitio para poder moverse. Aún así, algunos tuvimos que comer de pie o sentados en las escaleras.

La caja donde comprar los ‘tickets’ de comida, se fue llenando de billetes y monedas. Los platos de comida iban a toda prisa desde la cocina hasta las manos de aquel que los había pedido. Una docena de voluntarios se movían rápidos y sin descanso para dar el mejor servicio. La gente demostró paciencia y ganas de colaborar, todo eran sonrisas y buenos modales.
Perú, México, España, República Dominicana, Ecuador, Colombia, Argentina, Guatemala, El Salvador, Nicaragua formamos una única nación, llamada solidaridad, unida por la fe. Compartimos celebración, comida, risas y canciones. El ambiente era de confraternización a todos los niveles, espiritual y material.

Los platos fueron cocinados en casa por los magníficos voluntarios. El menú estaba compuesto por seco de cerdo con arroz y frijoles; papa a la huancaína; sopa de maíz; ensalada peruana de quinoa y palta o pasta con tomate, e innumerables postres que se fueron multiplicando tal y como llegaban las personas. Era difícil saber cuál de los platos estaba mejor, pues todos tenían un ingrediente en común: estaban hechos con mucho amor.

La recaudación seguirá aumentando y quizás duplicando, pues aún falta el donativo de alguna institución que requiere de más tiempo para conceder las ayudas. Las colectas de las celebraciones se irán sumando hasta el 12 julio que es cuando se celebra el 60 aniversario de la Misión Católica Lengua Española de los cantones de St.Gallen y Appenzell. Ello significa asegurar más de un tercio del presupuesto anual necesario para el comedor de Perú. Son de momento 6.043,56 francos que demuestran la buena fe de los pocos castellanohablantes de aquellas tierras suizas y de lo activa que tiene don Juan José a aquella comunidad católica.