Durante la fiesta este sábado del patrón de nuestra archidiócesis, se llevará a cabo la clausura de la fase diocesana de beatificación de 91 mártires valencianos. Varios expertos explican en PARAULA el significado del martirio de san Vicente y del martirio cristiano en general, así como su fundamento, basado en la fe, la caridad y, en definitiva, la santidad, lejos de toda consideración de fanatismo o sinrazón. 

CARLOS ALBIACH | 20.01.22

“Con los ojos de la fe hemos contemplado un grandioso espectáculo: la victoria en todo del santo mártir Vicente. Venció en el interrogatorio, venció en los tormentos, venció en la confesión, venció en la tribulación, venció quemado por las llamas, venció sumergido en las olas; finalmente, venció en la tortura, venció en la muerte”. Con estas palabras San Agustín habla del martirio de Vicente en las calles de Valencia en un sermón pronunciado tras la lectura solemne de su martirio el día de su fiesta, el 22 de enero. 

Testimonios como el de San Vicente, o como el de los 91 mártires valencianos de la persecución religiosa de 1936 cuya fase diocesana se clausura durante la misa estacional de San Vicente mártir de este sábado, nos hablan de esa valentía ante la persecución y su fidelidad a la fe que profesaban. Un martirio que nos habla de fe, caridad y santidad, y no de un acto de fanatismo o sinrazón. 

Según detalla el relato de su pasión, el diácono Vicente es encarcelado en Valencia en tiempos del emperador Daciano y aquí sufre crueles tormentos. A pesar de ser tentado a renunciar a su fe, Vicente se mantiene firme y tras morir su cuerpo es abandonado. “Vicente era un cristiano que vivía su fe con normalidad y cuando se vio en la persecución defendió la fe y su amor a Jesucristo. Él no busco el maritirio sino que fue fiel a su vivencia de la fe”. Así explica José Verdeguer, canónigo de la Catedral y experto en la figura de San Vicente Mártir, cómo el patrón de la ciudad de Valencia se enfrentó al martirio. Se podría explicar con las palabras de Benedicto XVI en las que afirma que el martirio viene “de la profunda e íntima unión con Cristo, porque el martirio y la vocación al martirio no son el resultado de un esfuerzo humano, sino la respuesta a una iniciativa y a una llamada de Dios”. 

Como explica Verdeguer, “no hay que olvidar que Vicente estaba sostenido por Jesucristo, puesto que el cristiano cuando se ve en en esa situación tiene la ayuda de Dios, que no le deja solo”. Así también lo explica San Agustín: “si el Señor no habitase en él, ¿cómo podría resistir el polvo corruptible tan crueles torturas? En todo ello hay que reconocer, glorificar y alabar a quien, en la llamada primera le dio la fe y, en la pasión final, la fortaleza”. 

El martirio de San Vicente, como detalla Verdeguer, no está lejos del que sufren hoy en día los cristianos en algunos países o el que vivieron los perseguidos en el siglo XX: “vivían su fe siendo lo más fieles que podían a Jesucristo y fruto de la persecución fueron martirizados sabiendo que el premio que recibían era la vida eterna”. Por tanto, el testimonio del megalomártir Vicente y todos los mártires -resalta- “nos sirve a todos los cristianos de hoy a afrontar los problemas y persecuciones sabiendo que el Señor está con nosotros”. 

También los mártires de la persecución religiosa de 1936 con su martirio nos hablan de santidad. Ramón Fita, delegado diocesano para las Causas de los Santos, apunta que de muchos de ellos “consta que manifestaron su perdón antes de morir e incluso delante de sus verdugos”. “Todos ellos fueron matados por ser cristianos y  hacen presente que “su modelo de vida fue Jesucristo”, añade. En este sentido, explica que la palabra mártir “es igual a testigo” y que el martirio “es el reconocimiento de la paciencia cristiana”. “Es mártir, por tanto, el que acepta y sufre con firmeza y paciencia, la persecución y la muerte por odio a la fe del Maestro”, concluye.