Desde el 11 de Octubre celebra la Iglesia Católica el Año de la Fe convocado por el Papa Benedicto XVI y orientado en nuestra Diócesis por la «Carta Pastoral» otorgada por nuestro Arzobispo D. Carlos Osoro con fecha 22 del pasado mes de agosto.
Ante los citados documentos, creo que todas las Asociaciones Vicentinas hemos de adoptar una definida actitud de seguimiento y colaboración con las directrices contenidas en ellos, renovando con intensidad la promoción de la Fe en el ámbito de nuestras actividades, siendo fieles y entusiastas ejecutores, no solo de la voluntad del Papa, sino también de las normas prácticas establecidas por nuestro Arzobispo para la propagación de la Fe en nuestra sociedad.
Con ello al mismo tiempo reforzaremos y actualizaremos la figura y la obra de nuestro Patrono San Vicente Ferrer que fue incansable propagador de la Fe en la sociedad de su tiempo, siendo de plena vigencia su labor que hemos de hacer llegar a la secularizada y materialista sociedad.
Hoy no basta que creamos y profesemos la Fe individualmente o en nuestras Asociaciones, es preciso salir del yo creo para salvarme y es tiempo, como nos pide el Papa, de salir a buscar la salvación de la sociedad con el mensaje de la Fe.
Los participantes de las distintas Asociaciones Vicentinas, tenemos una doble condición que nos compromete para nuestra aportación en pro de la difusión de la Fe, tanto como fieles de nuestra Archidiócesis, siguiendo las directrices de nuestro Prelado, como por nuestra condición de discípulos de San Vicente Ferrer, predicando con nuestra acción y nuestra oración la Fe, como Él realizaba.
Hemos de ser conscientes de que es necesaria nuestra acción personal y colectiva, traspasando los umbrales de nuestros locales e iglesias para evangelizar la sociedad. Pero para que ello sea eficaz, se ha de cimentar en nuestra unión con Cristo por la oración como hacia San Vicente Ferrer.
El Sr. Arzobispo insiste en la actuación de los católicos para este «Año de la fe» en los dos aspectos de oración y acción, con diversas actividades programadas, hagámoslas nuestras los devotos de S. Vicente Ferrer y participemos activamente en ellas, esforzándonos en la promoción de la Fe como S. Vicente Ferrer nos enseñó, con renovada voluntad y generosa entrega.
Como dice nuestro Arzobispo «Tomemos conciencia del momento en que vivimos» y colmemos la sed y el hambre de verdad de las gentes de hoy; para ello seamos testigos en nuestras vidas de Cristo y así llevaremos la esperanza de su amor y de su paz a sus conciencias, haciendo que la Verdad de Dios ilumine a la sociedad sacándola de la oscuridad del materialismo que hoy la envuelve.
San Vicente Ferrer en su tiempo consumió su vida llevando a la gente, en toda ocasión o lugar, la verdad de nuestra Fe, hoy nuestra misión es, siguiendo las llamadas del Papa y del Arzobispo, seguir el ejemplo de S. Vicente Ferrer, actualizando con nuestro esfuerzo la gran misión de propagar y hacer prevalecer en la sociedad la Fe, como centro y origen en el camino de esperanza.
Nuestro Arzobispo en su Carta Pastoral nos dice:»para superar la crisis actual hay que retomar la conciencia de la verdad», nuestra condición de componentes de la gran «familia Vicentina», en sus diversas Asociaciones, nos compromete especialmente, como seguidores de San Vicente Ferrer, en esa gran empresa para la que la Iglesia nos convoca, para ello sigamos el ejemplo del más Santo de los valencianos y como El hacia oremos sin descanso para fortalecer nuestra unión con Cristo y con ello la compenetración con la Fe, para poderla llevar con eficacia a la sociedad por medio de nuestra palabra y nuestra conducta al igual que San Vicente Ferrer realizó con su vida consagrada a la propagación de la Fe.
En ésta gran empresa actual de llevar la Fe a la sociedad actual, las Asociaciones Vicentinas hemos de ocupar un lugar de vanguardia, como lo ostentó y ejerció, con fidelidad y constancia San Vicente Ferrer. Ofrezcamos al Sr. Arzobispo nuestro esfuerzo y nuestra colaboración para lograr que el «Año de la Fe» sea el inicio de su renovado caminar, sin que el cansancio, el desánimo o la incomprensión nos afecten, en la gran misión, para la que hemos sido convocados, de llevar al mundo la Fe. Únicamente así podremos seguir llamándonos en verdad auténticos hijos y devotos de S. Vicente Ferrer que consagró su vida, por Cristo, llevando a todas las gentes la Fe.