El Senado de Argentina se encontraba en pleno debate acerca de un posible referéndum en las Islas Malvinas, cuando saltó la noticia de la elección del nuevo papa. En el uso de la palabra estaba la senadora Liliana Negre de Alonso. “¿Salió Bergoglio?”, preguntó a sus compañeros para confirmar lo que en la sala ya estaba empezando a correr como la pólvora.
Entonces, visiblemente emocionada, la senadora pidió la venia al presidente de la cámara para interrumpir su discurso y expresar unas palabras de felicitación. “¡Como argentina me siento sumamente orgullosa de un héroe, un mártir, un hombre que ha dado su vida por la Iglesia: perseverancia, lealtad…!”, exclamó con un nudo en la garganta.
Pocos días después, tras la misa de inicio de pontificado de Francisco, conocimos también el testimonio de gratitud hacia su persona de otro argentino, en este caso de condición mucho más humilde: Sergio Sánchez, cartonero de Buenos Aires y miembro del movimiento de Trabajadores Excluidos. Invitado por el nuevo papa a aquella misa, declaró en una entrevista a Romereports que Bergoglio siempre estuvo al lado de “la gente explotada”.
Desde primera hora, por los gestos que se iban viendo y por lo que manifestaban de él sus compatriotas argentinos, quedaba claro que Bergoglio era alguien muy especial, con un magnetismo y una capacidad de transmitir los valores del Evangelio extraordinarios. El tiempo, durante este año, lo ha ido confirmando. Hoy muchos no tenemos dudas de que Francisco es un papa “con perfil de santo”, como dijo en PARAULA hace unas semanas el anterior secretario general de la Conferencia Episcopal y actual obispo auxiliar de Madrid, monseñor Juan Antonio Martínez Camino.
Con Francisco y su imparable popularidad, la Iglesia ha entrado en una etapa nueva, en la que parece más fácil evangelizar, toda vez que gente de toda condición, incluidos los más alejados, parecen ahora prestar atención a lo que llega desde Roma. Junto con eso, existe el peligro de que se esté creando una burbuja en torno a su figura. Él mismo lo ha advertido:
“No me gustan las interpretaciones ideológicas, una cierta mitología del papa Francisco”, declaró recientemente al periódico italiano Corriere della Sera.
No es mucho tiempo un año para hacer balances sobre el pontificado de Francisco precisos, de fondo, más allá de las formas y los estilos. El tiempo, de nuevo, irá proporcionando las claves para hacerlo. En el horizonte se asoma ya cercano, por ejemplo, el Sínodo sobre la familia, donde quizás podremos comprender mejor por dónde está soplando el viento del Espíritu. Mientras, a muchos nos sigue resultando conmovedor pensar, desde la fe, en el hecho de que el cardenal Jorge Bergoglio ya tenía reservada habitación en una residencia de Buenos Aires para retirarse allí a su vuelta del cónclave, cumplida como estaba ya su edad de jubilación. Pensar, digo, en que es el Espíritu quien dirige la barca de Pedro y reparar en el esperanzador momento actual de la Iglesia con el papa Francisco es algo que emociona. Por muchos años, Santo Padre
)
)