Redacción / AVAN | 12-09-2013
“Hombre de fe, de adhesión inquebrantable a la Iglesia, y de una honradez y caridad impresionantes”. Así describió el arzobispo de Valencia a monseñor Eduardo Margarit en la misa exequial por su eterno descanso el pasado 8 de agosto en la Catedral. Don Eduardo, vicario general de la archidiócesis de 1996 a 2009, fallecía el día anterior en su domicilio de Valencia a los 86 años de edad, tras una larga enfermedad.
En sus últimos días, Margarit estuvo “permanentemente acompañado -entre otros- por el arzobispo de Valencia, monseñor Carlos Osoro, así como por el obispo de Menorca, monseñor Salvador Giménez, y por el obispo emérito de Mondoñedo-Ferrol, monseñor Gea Escolano, además de por canónigos del cabildo de la Catedral de Valencia, miembros de la curia diocesana y por muchos otros sacerdotes, que acudieron continuamente a su casa”, según fuentes del Arzobispado.
Don Eduardo era también protonotario apostólico supernumerario -la máxima distinción pontificia que puede otorgarse a un sacerdote, en este caso concedida por Benedicto XVI- y canónigo de la Catedral. Sobre él sacerdote valenciano, monseñor Osoro dijo también en su homilía en la misa funeral que “ofreció muchas cosas de su vida, incluso su enfermedad, por las vocaciones”, y destacó el interés que siempre mostró por los nuevos seminaristas.
“Todo lo que ha vivido en su vida, en su enfermedad y en su muerte era para `cumplir la voluntad de Dios´, como él mismo decía”, recordó el prelado, que insistió en que “don Eduardo, no pedía nada más, ni siquiera la salud cuando estaba enfermo, sino sólo que se cumpliera la voluntad de Dios”.
También resaltó cómo “a los sacerdotes don Eduardo nos quiso muchísimo, incluso cuando también desde la caridad decía cosas que, a veces, a alguno pudiera doler” y manifestó que “servir a los sacerdotes fue siempre para él algo especial, con una entrega total a las parroquias, y luego en la oscuridad del despacho, en estos últimos años saliendo incluso a altas horas de la noche por su servicio de la diócesis”.
Además, el Arzobispo evocó de monseñor Margarit su “amor continuo por la Iglesia diocesana, a la que ha regalado todo, su vida y todo lo que tenía”. En este sentido, contó monseñor Osoro “un recuerdo imborrable” cuando en una de las últimas ocasiones en que estuvo con él, “cuando todavía podía hablar, nos dimos un abrazo y el exclamó ‘¡Cuánto le quiero, señor Arzobispo!’, pero no a mí, sino a lo que yo represento”. Monseñor Osoro añadió que “su amor y caridad a los demás no era teoría” porque “para don Eduardo la vida era Jesucristo”.
Concelebrantes
Con monseñor Osoro concelebraron el cardenal valenciano Antonio Cañizares, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos; los obispos también valencianos, monseñores Jesús Murgui y Enrique Benavent, titulares de las diócesis de Orihuela-Alicante y Tortosa; el vicario general de la archidiócesis de Valencia, Vicente Fontestad, el cabildo de la Catedral, y un centenar de sacerdotes. Además, al término de la misa, monseñor Osoro expresó que “han sido muchos los sacerdotes que no han podido acudir por estar fuera, pero que se han sumado a esta celebración” y subrayó, especialmente, también, el interés por acudir del obispo de Palencia, el valenciano monseñor Esteban Escudero, que fue también obispo auxiliar de Valencia.
Igualmente, en la misa exequial participaron el presidente de las Cortes Valencianas, Juan Cotino, y el rector de la Universidad Católica de Valencia ‘San Vicente Mártir’, José Alfredo Peris.
También, religiosas de las Cooperadoras de Betania y de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, a las que el arzobispo ha agradecido su atención a monseñor Margarit.

Lea el reportaje íntegro en la edición impresa de PARAULA

Al finalizar la misa, los restos mortales de don Eduardo fueron trasladados a su localidad natal, Muro de Alcoi, donde recibieron sepultura tras una misa presidida también por monseñor Osoro, en la ermita de la Virgen de los Desamparados, al encontrarse el templo parroquial en obras. En esta misa ha concelebraron también monseñor Jesús Vilaplana, obispo de Huelva, y numerosos sacerdotes.