Carlota en el momento de su bautizo en la pila de San Vicente Ferrer. FOTO: M.GUALLART

REDACCIÓN | 28.05.2020

Poco a poco las parroquias van retomando la normalidad. Es el caso de la parroquia San Esteban Protomártir de Valencia, que el pasado sábado acogió, con todas las medidas sanitarias establecidas, el primer bautizo después de dos meses y medio de estado de alarma en los que se ha anulado o pospuesto un centenar de ellos. Hay que tener en cuenta que este templo es elegido cada año por cientos de familias para la administración de este sacramento ya que custodia la pila bautismal de san Vicente Ferrer.
El último bautizo se celebró en San Esteban “el 8 de marzo y a partir del 13 de marzo, cuando se decretó el estado de alarma por la pandemia, las familias empezaron a anular o cambiar de fecha de hasta un centenar de bautizos previstos estos meses”, ha explicado el párroco, Fernando Carlos Ros.


Este primer bautizo, de una niña llamada Carlota, es según detalla el párroco, “una celebración muy especial después de este tiempo sin celebrar ninguno, tanto para la familia como para la parroquia que tantos bautizos ha acogido porque aquí está la pila donde fue bautizado san Vicente Ferrer y también san Luis Bertrán, cuya casa natal está muy cerca”.
Asimismo, este bautizo “también es especial porque recordamos al sacerdote Víctor Arias, fallecido el pasado 1 de mayo, que fue párroco de San Esteban durante más de dos décadas y bautizó a miles de niños valencianos”, según el sacerdote. “Más adelante, cuando las circunstancias lo permitan, celebraremos en San Esteban una misa funeral por don Víctor, con todos los feligreses y las entidades vinculadas a la parroquia, como la Asociación de la Pila Bautismal de San Vicente Ferrer”.


“Lo importante es que reciba el sacramento”

A pesar de las medidas restrictivas por la pandemia, Patricia Giner López, de 37 años y madre de Carlota, ha destacado que lo importante para ella “es que mi hija ha recibido el sacramento del Bautismo para iniciarse en la vida cristiana, porque lo hemos tenido que posponer por diferentes motivos y significa mucho para mí”.


Se ha celebrado “siguiendo las medidas de prevención establecidas en la Archidiócesis, según las normas de la Conferencia Episcopal Española, por tanto, en la celebración sólo pueden participar diez personas, incluyendo al sacerdote, y los familiares o amigos presentes deben llevar mascarilla y mantener la distancia”, ha explicado el párroco.


Igualmente, se ha celebrado usando el rito breve, el agua bautismal se ha extraído de la pila de san Vicente Ferrer y se ha derramado sobre la cabeza de la niña de forma que caiga en otra pila pequeña que hay al lado, para que no retorne al mismo sitio el agua utilizada, y en la unción del crisma se utiliza un bastoncillo de algodón de un solo uso, que se incinera al terminar la celebración.