CARLOS ALBIACH 19-10-2016
Oskari está realizando las prácticas pastorales en San Juan del Hospital. A.SAIZ
De no saber que es ser católico a ser sacerdote. Así se puede resumir la historia de Oskari Juurikkala, sacerdote finlandés perteneciente a la prelatura del Opus Dei y que tras su ordenación en abril de este año está haciendo las prácticas pastorales de neosacerdote en la iglesia de San Juan del Hospital de Valencia. Es el octavo sacerdote finlandés que se ordena en la Iglesia después de la Reforma luterana, en 1517. En la actualidad en Finlandia los católicos son minoría y los sacerdotes no llegan a la treintena, la inmensa mayoría extranjeros. Oskari desprende alegría y él mismo se sorprende cada vez que cuenta su historia de conversión. A partir de enero volverá a su tierra para servir en las labores del Opus Dei y para ayudar en las parroquias.

– En Finlandia los católicos son minoría. ¿Eras uno de ellos?

– Yo no tenía ningún tipo de fe. Mis padres a pesar de ser luteranos dejaron de practicar y no me bautizaron. No tuve una formación religiosa  aunque me inculcaron valores humanos muy buenos como la sinceridad, la responsabilidad o la libertad. Esto hizo que mi idea de la religión no estuviera manchada por el luteranismo, ya que para muchos ofrece una visión negativa y pesimista de la persona. Era tabula rasa.
– ¿Cómo te encuentras con la Iglesia católica?
– Cuando era adolescente ya empecé a interesarme en la religión. De hecho, cogí  una Biblia de casa de mi tía y siempre la llevaba conmigo. ¿Para qué? Para nada porque no la leía ni nada, solo la llevaba por que me atraía. Después tuve una época en la que algunos pensadores ateístas me influyeron mucho. Sin embargo, leyendo sobre filosofía me encontré con Santo Tomás de Aquino. Entonces me di cuenta que quizás los cristianos no sean tan tontos como me parecían. Tenía la idea, tan extendida en mi ambiente, de que los cristianos son tontos y no piensan.
Entonces, ¿qué te llevó a la Iglesia?
– La figura de santo Tomás, entre otros, hizo que me interesara cada vez más por la Iglesia. En el primer año de carrera leyendo un texto escolar luterano pensé que si esto del cristianismo es verdad, la versión original es el catolicismo. Estaba convencido de que si me hacía cristiano sería católico. También veía que los católicos hablaban con mucha claridad sobre la familia y el matrimonio. Tenía muchas cosas en común. Pero yo no tenía fe, no tenía ni idea de doctrina.

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