CARLOS ALBIACH |02.04.2020

Ya son más de 15 días lo que dura el estado de alarma que impide salir a la calle. Para las familias, sobre todo las que tienen niños, el día a día muchas veces no es fácil. Estar encerrado y no seguir las rutinas habituales ha desconcertado a muchos y ha obligado a que los hogares se conviertan en colegios, oficinas e incluso gimnasios. Para poder vivir esta situación las familias cristianas están experimentando como la fe y la oración son las armas, que además les da esperanza y les ayudan en la convivencia. Así que además de colegios y oficinas los hogares se han convertido en pequeñas parroquias poniendo de manifiesto lo que la familia es por su naturaleza: una iglesia doméstica.

Sonia y Juan Ramón rezando el rosario junto a sus cinco hijos.

“Sin el Señor estar todos en casa y sin salir se hace duro”

Alaquás, es todo un colegio, puesto que tienen hijos en todas las etapas escolares: desde Educación Infantil hasta Bachillerato. Tienen cinco hijos cuyas edades van de los 4 a los 18 años y para todos ellos estos días de confinamiento está siendo una experiencia nueva donde la presencia de Dios es fundamental: “Sin el Señor estar tantos en una casa y todo el día metidos se hace duro”, cuenta Sonia.


Ya desde la mañana el ritmo no para. Los niños aprovechan para hacer los deberes que les mandan los profesores y para ello recurren a los teléfonos y las ‘tablets’, puesto que el único ordenador de la casa es para el mayor, que está haciendo 2º de Bachillerato, un curso crucial, que finaliza con la selectividad. Juan Ramón, comercial, también trabaja desde casa y Sonia, profesora de autoescuela, ha tenido que cerrarla.


Por la tarde, además de tiempo para el ocio, todos se reúnen a las siete de la tarde frente al televisor, donde conectan con la celebración de la eucaristía emitida por Internet. Después, también en familia, rezan el Rosario y al menos con todos los niños un misterio. “Es fundamental tener un momento de día para ponerse de cara al Señor”, detalla Sonia.


En este sentido, Juan Ramón explica que momentos como este “puedes vivirlos con tus fuerzas o agarrándote al Señor, y no es lo mismo hacer con la oración y el rosario, puesto que Dios se hace presente y nos ayuda a todos, desde los niños hasta los padres”. “No es lo mismo vivirlo como lo vive el mundo, todo el día en las redes sociales, viendo películas sin parar, a también hacer eso pero pararse para poner de cara al Señor, concluye.
La familia, que vive la fe en una comunidad neocatecumenal de la parroquia la Epifanía del Señor de Valencia, asegura que “a pesar de los momentos de tensión y los roces lo están viviendo contentos”. En este tiempo, también tienen presentes que es Cuaresma, por lo que sobre todo los viernes animan a todos, que cada uno en su función de su edad, tenga un signo de ayuno.


“Es un regalo estar juntos”
Sonia y Juan Ramón también explican que esta situación tiene un gran parte positiva, “puesto que es un regalo por estar todos juntos, algo que en el día a día por la rutina y los horarios de cada uno no siempre es fácil”.
En este momento, como explica Juan Ramón, también están pendiente de toda la gente cercana sobre todo de los que están solos y los mayores. “Se está dando la comunión de los santos y sin vernos podemos rezar unos por otros”, añade.

Fran y Rita junto a sus cuatro hijos.

“Dios nos ayuda a animarnos y a tener esperanza”

“El Señor en este tiempo nos está ayudando a animarnos y a no perder la esperanza”. Esta frase resume la experiencia de Fran y Rita, de la parroquia Ntra. Sra. del Lluch de Alzira. Ellos tienen cuatro hijos, la mayor de 5 años, y están esperando el quinto. El confinamiento, como cuenta Rita, no empezó con buen pie: “fue mi complicado porque los niños son muy pequeños y no entienden nada, porque no pueden salir”. Sin embargo, añade, “poco a poco lo han ido comprendiendo y la situación se ha calmado un poco”.
Para llevar el día a día han hecho un horario con tiempo para hacer deberes, deportes, ayudar en casa o comer. Esto les ayuda, explica, “ a tener una rutina”.
Una de las cosas que más nerviosismo les ha dado es que Fran trabaja en un supermercado y tiene que salir todos los días a trabajar. “Al principio además la gente iba a comprar en masa y me causaba muchos nervios que pudiera contagiarse”, cuenta Rita.
Para poder vivir esta situación con paz, además de la gestión y la convivencia de la familia, ha sido fundamental la oración: “nos dejamos en manos de Dios que es quien lleva todo esto, Él nos ayuda a animarnos y también a perdonarnos”. Fran y Rita buscan todos los días poder hacer alguna hora de la Liturgia de las Horas y los sábados siguen la misa por televisión. Los domingos, y como hacen de normal, rezan los laudes en familia, una celebración doméstica donde transmiten la fe a los hijos y que en este tiempo cobra más importancia.
Este tiempo, como explica Rita, también les ha hecho valorar “más la importancia de su comunidad neocatecumenal, de poder participar y comulgar en la eucaristía o de la confesión”. También les está ayudando a “conocer más a sus hijos, estar con ellos y ver pequeñas cosas que en el día a día no ves”.