Exterior de la Basílica de San Vicente Ferrer de Valencia.

❐ CARLOS ALBIACH | 07.10.2021
El 12 de octubre de 1921 en la ciudad de Valencia se celebró un gran acontecimiento histórico: la consagración del nuevo templo de la Orden de Predicadores, conocidos como Dominicos, dedicado a San Vicente Ferrer. Por ello este próximo 12 de octubre a las 20 h. la basílica San Vicente Ferrer acogerá una misa solemne de Pontifical que está previsto que presida el arzobispo de Valencia, el cardenal Antonio Cañizares, y que se enmarca dentro de los actos que están realizando durante este año.

En 1892 los Dominicos volvían a Valencia. Habían pasado unos años desde que en 1835 abandonan su convento en la ciudad por la desamortización y la exclaustración de los religiosos españoles. El arzobispo de entonces, el cardenal Monescillo y Viso, les abría las puertas de la ciudad, “donde los hijos de Santo Domingo serán recibidos con amor y respeto”, tal y como les escribió. En ese momento residieron en varias casas particulares y no fue hasta 1905 cuando proyectaron la construcción de la iglesia y del convento en el emplazamiento actual. Gracias a los generosos donativos, especialmente los de María Pilar de Mazarredo, el 7 de marzo de 1906 se bendijo la primera piedra y el 12 de octubre de 1916 se bendijo solemnemente una parte.

Los religiosos esperaban que el templo estuviera finalizado en 1919, cuando se celebraba el quinto centenario de la muerte de San Vicente Ferrer, pero no pudo ser. Sí se hizo el 12 de octubre de 1921, año en que también se celebraba el séptimo centenario de la muerte de Santo Domingo de Guzmán. Aunque se celebró su consagración y ya se usaba habitualmente aún quedaban elementos por acabar como el ábside, la Capilla de la Comunión o el órgano.

Con la llegada de la persecución religiosa de 1936 el templo tuvo otros usos como el de almacén y prácticamente todos los elementos como altares, imaginería y orfebrería fueron quemados y destruidos. Sí que se salvaron las paredes, las majestuosas vidrieras que muestran la vida de San Vicente Ferrer y los misterios del Rosario. También la talla de Vergara de la Virgen de los Desamparados.

En los años siguientes los dominicos fueron acondicionándolo e incorporando nuevos elementos. Se había acrecentado el deseo de que tuviera el título de basílica menor y el 13 de julio de 1951 el papa Pío XII lo otorgó.

La iglesia fue proyectada por el arquitecto Joaquín María Arnau, quien falleció al poco de comenzar las obras y recogió el testigo Francisco Almenar.

Interior de la Basílica.

Templo neogótico
La iglesia es un edificio de estilo neogótico y la fachada destaca por sus dos torres coronadas de agujas caladas y el gran portón ojival, sobre el que se ve el escudo de armas de la Orden de Santo Domingo.

El templo, con planta de cruz latina, dispone de atrio, cinco naves, crucero y ábside con girola. Cuatro grandes estatuas de más de 5 metros de altura, se erigen delante de las pechinas que coronan las columnas que dan soporte al cimborrio. Son obra de Carmelo Vicent y representan a los 4 papas dominicos: Pío V, Inocencio V, Benedicto Xl y Benedicto XIII. En los ventanales de la parte superior se representan los 15 misterios del Rosario en vidrieras de cristal de Bohemia. En la nave central, otras cinco vidrieras por lado, representan escenas de la vida de san Vicente. Todas estas hermosas vidrieras del famoso Taller Maumejean Hermanos.

El altar del crucero izquierdo está dedicado a la Virgen del Rosario. El grupo escultórico de la Virgen, el Niño y santo Domingo de Guzmán, en madera tallada muy policromada situado en la hornacina que centra el retablo, es obra del escultor Vicente Navarro en 1944. Se decora con un monumental retablo en alabastro dividido en quince compartimentos con escenificaciones en relieve de los Misterios del Rosario. En las entrecalles y flancos figuran imágenes de santos, beatos o venerables especialmente vinculados a esta devoción propagada por los dominicos. Todo esto fue esculpido por José Justo Villalba y puesto entre 1955 y 1956. En la girola se encuentra el Santísimo Cristo de la Agonía, obra también de Carmelo Vicent.

La basílica, hoy
Hoy la basílica se alza en una de las principales zonas comerciales de la ciudad y está abierta todos los días, ya que ofrece la celebración de misa diaria. También es una de las iglesias más solicitadas en la ciudad para celebrar bodas, por lo que también ofrecen cursillos patrimoniales.

Es por tanto el templo de las celebraciones de los dominicos y de los diversos grupos que ellos atienden. Además, es un lugar donde se puede vivir el sacramento de la reconciliación en unos espaciosos y modernos confesionarios. A escasos metros se encuentra el convento de los dominicos, que también dispone del salón ‘Bona Gent’, donde se realizan conferencias y cursos de teología. También está cerca del colegio que rigen los dominicos, fundado en 1941. Además ofrece visitas guiadas en pequeños grupos y está abierta a diferentes actos culturales.

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